El corazón explotado de felicidad, la satisfacción del deber cumplido, la emoción de recolectar abrigo, sonrisas y momentos inolvidables…
Sabrina Cadelago, fundadora de la agrupación AMA (Ayuda al más allá), intentó definir, en diálogo con Los Andes, el sentimiento que, junto a un grupo de voluntarios y colaboradores, la invadió el sábado 6 de julio, cuando, luego de una colecta de cuatro meses, lograron concretar la entrega de zapatillas, juguetes, ropa de abrigo y hasta mobiliario en zonas carenciadas del desierto de Lavalle.
Sabrina, que hace más de 30 años dedica parte de su vida al prójimo, dijo que la travesía de cinco camionetas repletas de donaciones se tradujo en la felicidad de nada menos que 180 niños de cinco escuelas-albergue de Lavalle, en su mayoría hijos de puesteros y con numerosas necesidades económicas.
Lo cierto es que el living, la cochera y el comedor de la vivienda de esta mujer de 60 años, solidaria -mendocina por adopción- estuvieron hasta el día anterior abarrotados de elementos indispensables para afrontar este crudo invierno.
“Ya no quedaba lugar ni para un alfiler porque la difusión de nuestra campaña la iniciamos hace cuatro meses. La gente en general es muy generosa y nosotros siempre tratamos de que nuestro mensaje llegue a la mayor cantidad de hogares posibles. Eso sí: la idea es donar lo que usamos, lo que nos duele y no limpiar nuestra casa regalando lo que no nos sirve”, diferenció.
La premisa de AMA, que en general solía hacer estas campañas para el Día del Niño y luego decidieron adelantarlas para que los chicos tuvieran ropa y zapatillas antes de las vacaciones de invierno, es reunir calzado nuevo con el nombre de cada destinatario. La colecta también involucra flamantes juguetes y también ropa de abrigo, alimentos y hasta otros elementos muchas veces necesarios, como muebles, colchones, ropa de cama, etc.
“La emoción de los niños el día de la entrega es algo que, aunque pasen los años y estemos habituados a este tipo de cruzadas, nunca deja de conmovernos. Siempre hay vivencias nuevas, superadoras, emocionantes. Apenas bajamos, una niña se me prendió en un abrazo eterno que nunca me lo quitaré de la cabeza y del corazón”, evocó.
“Nosotros no solo hacemos esto para ayudar, sino también para compartir junto a ellos un día de alegría y de juegos. Sabemos que tenemos que quedarnos, tomar un desayuno, comer sopaipillas y también volver a Mendoza contagiados con alguna gripe, porque en esta época sabíamos que muchos chicos suelen estar enfermos”, comentó.
El sábado, el grupo de 15 voluntarios repartidos en distintos vehículos partió desde Mendoza a las 5 de la mañana, en medio de una helada. Para llegar a los primeros 230 kilómetros de distancia se necesitaron varias horas, teniendo en cuenta que la huella debe atravesarse lentamente. El estado de los caminos es calamitoso, según definieron.
“Antes de viajar debemos examinar la grilla de clases y horarios porque, al tratarse de escuelas-albergue, teníamos que tener la certeza de que los chicos aún permanecerían. Por eso nuestro contacto con las maestras es fundamental. Ellas nos anticipan y nos informan todo lo que debemos saber antes de llegar, incluso hasta las necesidades puntuales de cada niño. Fue una alegría enorme haber podido estar con ellos justo un ratito antes del inicio del receso porque nos aseguramos que iban a sus hogares con zapatillas nuevas, juegos, frazadas, camperas y alimentos”, continuó.
El esfuerzo puesto de manifiesto los meses previos a esta cruzada es enorme, dijo la referente, aunque aclaró que nada se compara con la felicidad de lograr el cometido, e incluso superarlo.
“A veces encontramos palos en el camino, inflación, dificultades para comprar lo necesario, falta de vehículos y otro montón de problemas. Pero una vez que, al fin lo logramos y superamos esos momentos tediosos y dolorosos, nada se compara con la felicidad que sentimos. Reitero, regresamos con el corazón repleto de emoción y ya pensando en la próxima colecta”, dijo.
Tres décadas de entrega
Hace más de tres décadas, Sabrina reunió a un grupo de amigos para intentar que la acompañaran a realizar la primera de sus cruzadas: la Casa Cuna de Mendoza. “Fuimos disfrazados de Reyes Magos con regalos. Eramos pocos, pero fue una gran experiencia”, recordó.
Sin embargo, con el paso del tiempo, comenzó a pensar en brindar ayuda y acompañamiento en aquellos lugares donde no todos acceden. “Hay tantos lugares donde nadie va. Uno de ellos es Lavalle, aunque también pusimos en la lista a sitios inhóspitos del sur y hasta el Impenetrable Chaqueño, algo maravilloso, aunque un poco más difícil por los costos que acarrea ese viaje y esa distancia”, señaló.
Sabrina aclaró que AMA no es una fundación, sino una agrupación formada por amigos y donde nadie tiene la obligación de pertenecer. “Hoy somos 10 integrantes, pero el número varía. Si estamos, tenemos que involucrarnos, pero no se condena a nadie por no poder continuar”, aclaró.
La providencia se hace sentir con mucha frecuencia. Un ejemplo concreto lo vivieron días atrás, cuando apareció la camioneta que faltaba para llevar lo necesario al desierto.
“No podíamos quedarnos con nada en Mendoza y alquilar un vehículo es costoso. Nosotros invertimos de manera transparente el dinero que nos llega y tratamos de ganarle a la inflación de distintas maneras, por ejemplo, comprando las zapatillas varios meses antes a una fábrica que, además, nos hace precio”, detalló.
Teniendo en cuenta que las visitas se realizan en las escuelas aledañas, todas las comunidades educativas están a la espera del “desembarco” de estos solidarios mendocinos que llegan abarrotados de elementos necesarios.
“Nos reciben con carteles, aplausos, y una alegría en sus rostros difícil de poner en palabras. Una vez que compartimos el desayuno o la merienda comienzan los juegos, los partidos de fútbol, las risas y el reparto de juguetes, colchones, zapatillas, golosinas, ropa”, rememoró, para concluir: “También nos dedicamos un rato a maquillar a las chicas que lo desean; a bailar; a contar historias y a comer sopaipillas elaboradas por ellos”.
“Siento que nuestra misión está cumplida aunque, tal vez egoístamente, también tengo la sensación de que hemos recibido mucho más de lo que dimos”, finalizó.
Cómo contactarse: El Instagram es @Ayudaalmasalla, donde, debajo, puede leerse: “Somos una agrupación con el solo propósito de sembrar sonrisas en los niños”.