Pandemials: bebés mendocinos que llegaron en plena cuarentena

Padres y madres tuvieron que hacer de todo para poder lograr un parto sin mayores complicaciones. “Recién me pudo ver la cara en casa cuando me quité el barbijo”, cuenta una mamá.

Pandemials: bebés mendocinos que llegaron en plena cuarentena
Dulce espera. Maitén Durán y Ramiro Barbanera serán padres la próxima semana. Foto: Nicolás Ríos / Los Andes.

El 2020 fue un año impredecible. Planificar cualquier actividad se convirtió en una misión imposible, casi una aventura. Pero, contra viento y marea; pasó el año, con cuarentena por pandemia de coronavirus incluida. Y los varios meses de confinamiento en que prácticamente no se podía salir de casa fueron una constante; al igual que protocolos y los cambios de costumbre.

Como si con todo esto no fuese suficiente ya, cual temerarios aventureros, hubo personas que afrontaron un desafío complementario en el año de la pandemia: la maternidad y paternidad en tiempos de Covid-19. Los padres de quienes ya están siendo bautizados como “pandemials”.

Mujeres que asistieron a controles en momentos en que nadie quería ir a un hospital, por un lado. Hombres que debían aguardar en el auto y sin moverse del estacionamiento mientras sus parejas estaban en los consultorios, por el otro. Incluso, partos con protocolos especiales y la imposibilidad de presentar al nuevo o la nueva integrante de la familia en sociedad como se quería. Todas estas características marcaron los primeros meses de vida de los pandemials.

Felices. Paula Canillas y Rodrigo Bruera tuvieron a su primera hija en octubre.
Felices. Paula Canillas y Rodrigo Bruera tuvieron a su primera hija en octubre.

Micaela, Sebastián y Alina

El 16 de junio nació Alina Cola Calderón, la hija de Sebastián y Micaela. La cesárea a Mica estaba programada para el 26, pero debió adelantarse. Y por ello la pequeña debiera pasar 10 días en neonatología.

“Fue difícil tener que darle de mamar a mi hija con el barbijo, no me conoció la cara hasta que llegamos a casa. Además, nos tocó que uno de los bebés que estaba en neo fuera un posible caso de Covid-19, por lo que fueron momentos angustiantes para estar solos”, rememora Micaela.

“Hasta el mes cinco, fue un embarazo normal respecto a controles, con la mamá y el papá que podíamos ir juntos. Pero a partir de marzo, solo me permitían llegar hasta la puerta del consultorio. Me quedaba afuera, y eran 15 minutos de incertidumbre y ansiedad”, agrega Sebastián.

“A veces, a los papás ni los dejaban ingresar a la sala de espera, por lo que tenían que quedarse en el auto. Todo eso implicó muchos nervios y ansiedad, fue bastante angustiante”, acota Micaela. En la medida en que se aproximaba la fecha del parto, Mica y Seba fueron asimilando la idea de que el padre no iba a poder estar presente en el nacimiento. “Alina es nuestro primer bebé, y toda la emoción que teníamos en la previa, no se cumplió”, agregó la madre, quien reconoció que su propia mamá, cuando le adelantaron la cesárea, se animó a romper los protocolos para acompañarla.

En octubre, la familia pasó a engrosar las cifras de contagiados. “Tuvimos Covid-19 con mi esposa. Alina tenía apenas cuatro meses, y la dieron como positiva también; aunque nunca tuvo síntomas. Estuvimos diez días aislados y no hubo complicaciones”, resume Sebastián.

La presentación de la niña a la familia tampoco fue la que habían imaginado. “Hicimos visitas escalonadas para tíos y abuelos. La bisabuela la pudo conocer recién a los dos o tres meses, mientras que los amigos tuvieron que esperar”, agrega el padre.

Pasar un embarazo y ser padres en pandemia te vuelven mucho más valiente para enfrentar situaciones. Te vas animando, porque somos nosotros y nuestra hija contra todo”, concluye Sebastián. “Destaco nuestra valentía para enfrentar la situación y acompañarnos entre nosotros. Alina llegó a nuestro hogar con todo el amor del mundo, y atravesando esta situación extraña que fue la pandemia”, agrega Micaela. Y recuerda los baby showers virtuales, y cómo cada fin de semana recibió en su casa el regalo de algún familiar

Paula, Rodrigo y Delfina

Paula Canillas y Rodrigo Bruera también estrenaron el título de padres durante la pandemia. El 4 de octubre del 2020 llegó a este mundo Delfina; y casi todo el embarazo transcurrió en cuarentena y confinamiento.

“Lo más difícil que me ha tocado pasar es ser madre primeriza en pandemia. Porque, además de que una tiene los miedos del primer hijo, imagínate en este contexto”, recuerda la joven de 27 años. Desde el primer momento, Pau pudo seguir trabajando vía home office.

“A los controles íbamos los dos, pero él me esperaba en el auto porque no me dejaban pasar acompañada. Él pudo ver a Delfi antes de que nazca en solo tres ecografías. Y durante los controles con la obstetra, Rodri pudo entrar”, agrega.

La presentación familiar y a los seres queridos también fue más que cuidadosa. Por empezar, se resguardaron durante una semana en casa; teniendo en cuenta que venían del hospital. “Empezamos a invitar a la familia, de a una o dos personas. Con barbijos y protocolo. Así la conocieron los abuelos, los tíos y los amigos más cercanos”, recuerda Pau.

Pero, finalmente, la familia se contagió de coronavirus. “Esa fue otra angustia, porque no sabés cómo puede afectar a la bebé. Por suerte solo yo tuve síntomas, eso nos tranquilizó”, cuenta.

A modo de balance sobre el embarazo y la maternidad en pandemia, Paula divide sus sensaciones. “En la clínica estuvimos solos, y eso fue bueno. Pero también es verdad que una necesita compañía, y yo necesitaba a mi mamá en el momento. Fue raro. Pero no lo cambio por nada; porque te cambia la vida”, concluye.

Maitén y Ramiro, a la espera de Domingo

Maitén Durán es profesora de Arte y su marido, Ramiro Barbarena, es arqueólogo. Pronto, serán tres en la familia; ya que la llegada de Domingo tiene fecha para la semana próxima.

“Como arqueólogo, mi marido viaja muchísimo. Pero aprovechamos que está encuarentenado en casa, entonces pudimos pasar el embarazo en casa. Mi actividad se acortó y él siguió trabajando en casa”, resume la mujer de 33 años, quien reconoce que el estar cautiva le vino bien para relajarse. “Lo malo fue que Ramiro no pudo entrar jamás a una ecografía conmigo, y recién pudo estar en las consultas obstétricas”, acota.

En cuanto al post parto, Maitén y Ramiro son optimistas; y resaltan el haber podido compartir tiempo a solas. “A los cuatro abuelos les ha costado no poder acompañarnos tan de cerca, sobre todo al principio. Ni hablar de mis suegros, que viven en Azul y recién pudieron verme embarazada en octubre. Ahora están con la duda de si van a poder llegar al nacimiento o no, es todo día a día”, concluye.

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