Cintia tiene una enfermedad de base y quedó embarazada cuando comenzó el aislamiento obligatorio. Laura transcurre su futura maternidad mientras se recupera del Covid-19 con síntomas que no la obligaron a quedar internada. Flavia debió someterse a una cesárea durante la cuarentena más rigurosa, en marzo.
A estas tres mendocinas les tocó atravesar en plena pandemia la etapa más importante en la vida de una mujer. Tanto la única bebé nacida hasta el momento como los dos que están por asomar al mundo, se encuentran en perfecto estado.
Hoy, más allá de los temores y la incertidumbre que genera ser mamá en estos tiempos, relataron pormenores y confesaron sus sentimientos, así como los cuidados y protocolos que deben cumplir dentro y fuera del hogar.
El médico Federico de Gaetano (M 8470), jefe del servicio de Maternidad del Hospital Español, dijo a Los Andes que las pacientes embarazadas son consideradas grupo de riesgo para el contagio pero no de gravedad de enfermedad. “Científicamente no está demostrada la afectación durante la gestación del bebé”, sostuvo.
Agregó que gran parte de una buena experiencia del embarazo depende del grado emocional de la madre y el conocer cuáles son las medidas de prevención que deben tomarse en cuenta. “También confiar que, frente a la enfermedad, la evolución del embarazo será favorable. Todo esto ayudará a la salud de su hijo”, remarcó.
Advirtió que el Hospital Español cuenta con un área destinada a pacientes con Covid donde las familias están juntas durante la internación. “Estimulamos el contacto familiar y, al mismo tiempo, cumplimos y actualizamos en forma permanente los protocolos médicos”, indicó.
Tres para contarlo
Embarazo y aislamiento por la pandemia del Covid-19. Las dos noticias sacudieron a Cintia Correas, una abogada primeriza de 38 años, casi con la misma intensidad. El test de embarazo le dio positivo el 9 de febrero y, más allá de la felicidad indescriptible, la noticia fue inesperada. Todas las sensaciones aparecieron de golpe: Cintia padece una enfermedad genética en la sangre y era consciente de la medicación y de los controles exhaustivos a los que debería someterse durante los nueve meses. Cuando pudo digerir la noticia y aplacar los temores, llegó el otro “baldazo”, el confinamiento. Y, con él, la confusión y el miedo.
Así, desde el 13 de marzo pasado transcurre este proceso en cuarentena estricta. Encerrada, algo temerosa, aburrida.
Relata que le parece mentira tener que completar una declaración jurada, rociarse con alcohol y lavarse las manos antes de visitar a su médico. Casi cinematográfico. “Todo es muy raro. La sensibilidad está a flor de piel y suelo llorar. Mi baby shower fue virtual, todo muy extraño y añoro el contacto con mis seres queridos”, reflexiona. Además, dice que jamás imaginó que la cuarentena se extendería tanto tiempo.
Como sea, Juan Ignacio Conde Correas llegará al mundo por cesárea a fin de este mes en la Clínica de Cuyo. No habrá visitas, relevos ni obsequios en la habitación como es costumbre. “No dramatizo. Juani está perfecto y es lo importante”, se consuela Cintia, que eligió el ajuar a través de la pantalla de su compu.
Laura, que ya debutó como mamá hace dos años y medio, espera otro varón para enero y los pormenores del embarazo son dignos de una película. Abogada, de 35 años, su familia mantuvo contacto estrecho con un paciente de Covid-19 y así fue como ella también se contagió.
Con su panza y su hijo mayor más demandante que nunca, atravesó el proceso con síntomas como congestión, dolor de garganta, decaimiento, pérdida de olfato y de gusto. Eso sí: nunca temperatura elevada ni dificultades respiratorias. “Entonces el obstetra decidió seguirme minuto a minuto con la saturación de oxígeno y la temperatura, pero sin internarme. Hoy estoy perfecta”, cuenta, con una sonrisa de oreja a oreja.
Solo la inquietaba imaginarse sola y entre cuatro paredes en una habitación hospitalaria, sin su hijo y sin trabajar, algo que hasta ahora no ha dejado de hacer.
“Cuando una mujer está embarazada no se encuentra en igualdad de condiciones y en este contexto aumentaron los temores, pero no me desesperé. Simplemente –se emociona—no pude compartir con mi esposo la alegría de las ecografías o la adrenalina de cada control”.
Pese a que Flavia Corzo se atrevió a soñar con un parto natural en su hogar, nada de eso fue posible. Y menos aún imaginó las situaciones difíciles que atravesó antes de poder ver la carita de Martina, que finalmente nació, sana y hermosa -y por cesárea- el 27 de marzo, durante el momento más estricto de aislamiento.
“Fui al sanatorio con la bebé casi pasada de fecha y una diabetes gestacional. Me atendió una doctora vestida tal cual el protocolo e ingresé sola a tener a mi hija. Bastante estigmatizante”, recuerda Flavia.
Todavía sigue latente la sensación al entrar al quirófano. “Ese día prohibieron el ingreso de los papás. No paraba de llorar”, evoca. “Tampoco avisé a mis padres, son personas de riesgo y no quería preocuparlos”, relata.
Ya con la criatura en sus brazos, Flavia y Pablo se encerraron en la habitación casi con obsesión. “Con los días fuimos a presentarla de lejos a los abuelos y resultó emocionante, pero puedo asegurar que todo el proceso nunca lo voy a olvidar”, relata.
“Ser madre en pandemia representa sacar fuerzas extraordinarias desde lo más profundo. Hace cinco meses que estamos adentro pero estoy feliz y sin perderme nada de la vida de Martina”.
La clave: optimizar tiempos y evitar idas y vueltas
La licenciada en Obstetricia Noelia Quiroga Díaz (M 829), que se desempeña en el centro de salud 204 del barrio Sarmiento, apuntó que el principal objetivo del equipo interdisciplinario es reunir la mayor cantidad de estudios y controles en una sola consulta para evitar idas y vueltas.
La situación que en ese establecimiento más complica en esta pandemia, dijo, es la falta de laboratorio y equipo de diagnóstico por imagen.
“No obstante, derivamos con la mayor celeridad posible. Mientras el embarazo no presente complicaciones, no hay inconvenientes. No es lo ideal, pero se sobrelleva”, acotó. Agregó que es fundamental llevar tranquilidad a la parturienta, algo que es función exclusiva del equipo médico.
Si alguna mamá no se acerca en el tiempo previsto, se sale a buscarla. “Claro que esto es el resultado de un trabajo en equipo, de una buena administración”, dijo,para agregar que los protocolos son rigurosos y las medidas de higiene permanentes.
“Además –concluyó—tenemos un sistema de triage que nos permite seleccionar las urgencias. Desaconsejamos acudir por motivos banales”.