Dice que está en su esencia. Que graba videos desde hace mucho, cuando jugaba a la pelota con los chicos en el barrio La Gloria, donde trabajaba con el padre Contreras. Que lo suyo es un “apostolado de la amistad” y que lo que hace “no es una opción consciente”. “Me sale natural”, argumenta. Tiene 53 años, pero si dijera que tiene 25 o 30 nadie dudaría. Da la sensación de que Alberto Daniel Caballero, el padre Dany, será un cura joven hasta el día de su muerte.
Es el párroco de San Isidro Labrador, la principal parroquia de Rivadavia, desde hace cinco años, pero tiene vínculo con ella desde mucho antes, porque allí se ordenó cura hace 25 años y hasta estuvo viviendo cuando cursaba en el seminario.
Usa mucho las redes sociales. Sube videos cocinando, pasando recetas, andando en patineta, mostrando su vida. Eso le ha generado una gran popularidad y también críticas de los sectores más conservadores de Rivadavia y de la misma Iglesia mendocina, pero no se ha intimidado.
“No es una opción consciente. Me sale natural. Soy de una familia muy numerosa, donde somos muchos primos, muy afectuosos. Nos gustan las fiestas, las reuniones, el asado compartido, la comida todos juntos, jugar a la pelota, irnos de vacaciones juntos. Yo soy de San Martín y me crie en la calle, con mis amigos. Todo lo popular me encanta”, dice el religioso.
-Se puede decir que sos un cura influencer
-Sí, sacerdote influencer es un buen título. No sé si puedo influir en los demás, pero me gusta el título porque Jesús fue un influencer en su época. Usaba el modo de hablar que tenía la gente sencilla, en parábolas, y eso escandalizaba a los fariseos. Con ese lenguaje sencillo llamó a los pobres, los pescadores, a las prostitutas, a los leprosos. Fue grosso lo de Jesús, un influencer nato.
El padre Dany ceba mate, amargo y con algún yuyo. La yerbera tiene un gran escudo de River Plate. “Dios es de River. Siempre le digo a los niños: la Biblia dice que Dios cuida a sus hijos como una gallina bajos sus alas”, cuenta risueño.
Se considera uno de los primeros sacerdotes que se animó a utilizar las herramientas de internet. “No existían los curas youtubers cuando empecé. Eso explotó con la pandemia, cuando se largó todo el mundo a hacer videos. Yo empecé mucho antes. Comencé a hacer videos en vivo cuando estaba de párroco en Luzuriaga, contando la vida cotidiana del cura, cocinando, haciendo deportes, visitando un enfermo, haciendo las actividades propias de un sacerdote. No es nada del otro mundo, pero a la gente le llamó mucho la atención. La vida del sacerdote para mucha gente es un misterio”, dice.
Luego, reconoce que su actividad en las redes “fue muy criticada por la parte más conservadora de la Iglesia, esos sectores de la Mendoza tradicionalista”. “¡¿Cómo puede ser que el cura se muestre en pantalón corto, andando en patineta?! Pero a mí me parece natural. Disfruté siempre esto, hacer videos con la gente, jugando a la pelota con los chicos”, admite.
Dany es hiperactivo. Le gusta misionar con los jóvenes, pero también dedicarse a hacer huerta en el patio la parroquia, ir al hospital a visitar enfermos, cocinar diariamente, hacer repostería, jugar a la pelota, ir a dar misa a una pequeña parroquia en Villa Gesell y poder disfrutar del mar diez días… Y estar en las redes, diariamente.
“Tenemos que usar las redes porque el Evangelio es buena noticia. Y hay que comunicarse con la gente con el lenguaje con el que la gente habla, no quedarse en el tiempo. Las redes me han dado grandes satisfacciones, especialmente con el mundo juvenil. Y durante la pandemia, cuando estábamos todos encerrados, hacía misa virtual y pude acompañar a mucha gente que la estaba pasando mal. Fue una gran herramienta”.
Pero el padre Caballero no pierde el sentido de la realidad, al contrario. “Las redes sociales no reemplazan lo humano, el vínculo directo. Hay que tener la capacidad de interactuar con los medios, pero también no privarse de lo humano, de lo concreto. El mate compartido, visitar los barrios. En definitiva, lo que yo hago, por sobre todo, es un apostolado de la amistad”, sentencia.
Por eso sucedió lo del skatepark de Rivadavia. Ubicado en José Manuel de Estrada al 500, era un sitio creado para los jóvenes pero que se había transformado en un problema. “Sí, es cierto, había muchas drogas y alcohol ahí”, dice el sacerdote.
El padre Dany decidió, entonces, agarrar su patineta e irse todas las tardes al skatepark. “Hoy no hay drogas ni alcohol y hemos generado entre todos una movida juvenil muy linda”, cuenta.
Así, con todo, en todos lados. Hay bastantes parecidos entre lo que hace el padre Dany y las acciones de aquel señor de Nazaret.
Perfil
-Nació en San Martín. Trabajó de niño en una fábrica y como canillita.
-A los 14 años hizo su primer programa de radio. También tuvo programas en FM Galileo y en Portal del Sol.
-Es tío, tío abuelo y muy familiero.
-Fue párroco en La Paz durante 10 años. También pasó por Luzuriaga, por la parroquia María Madre de la Iglesia.
-A los 18 años estuvo a punto de entrar a Medicina, pero el trabajo social lo hizo dudar. Dejó a su novia, su trabajo y entró al seminario.