Unos tras otros, brotan los relatos del doctor Osvaldo Peinado sobre su inagotable labor en Europa mientras aclara que el “doctor” lo tiene incorporado en su vocabulario: así, incluso, figura en su documento y también en su carnet de conducir. Es que su último título en Ciencias Espaciales lo obtuvo en la Universidad de Münich (Alemania) y allá la profesión, según cuenta, forma parte del nombre.
De paso por Mendoza, su tierra natal, donde vivió junto a sus amigos de toda la vida el Mundial de Fútbol Qatar 2022, comentó, en un extenso diálogo con Los Andes, distintos aspectos de su presente, siempre ligado a los satélites, el mundo espacial y ahora también al Global Positioning System, conocido como GPS, es decir los mapas que indican dónde nos ubicamos.
De 56 años -30 de ellos fuera del país- estuvo siempre ligado a la NASA y a la Agencia Espacial Europea (ESA, en inglés). Sin embargo, hoy Osvaldo trabaja en el GPS europeo, un servicio que proporciona a los usuarios información sobre posicionamiento, navegación y cronometría.
“En definitiva es el mapa que usamos en el teléfono para saber dónde estamos o dónde vamos. Al sistema americano, que tiene 32 satélites, se suman otros rusos, chinos y europeos, donde precisamente trabajo. Todos son iguales y compatibles”, repasa.
“Una app puede indicar con cuál satélite está uno conectado. Justamente mi labor, por la experiencia en la NASA, fue lograr que el sistema europeo sea similar al resto”, aclara.
Debido a su nuevo trabajo, vive entre Praga, capital de la República Checa, y Münich, donde sigue prestando servicios para los astronautas.
La vida en el espacio
-Doctor Peinado, cuéntenos algo del misterioso mundo de los astronautas.
-Hace 15 años que trabajo con astronautas europeos, japoneses, americanos y rusos, aunque estos últimos son cosmonautas y, los chinos, que tienen su propia estación especial, taiconautas. ¿Anécdotas? Miles y muy graciosas, como el caso de Roberto, un astronauta italiano de estatura muy elevada. Hay que tener en cuenta que en el espacio todos crecen entre 5 y 10 centímetros de altura, ya que la falta de gravedad estira la columna vertebral. Resulta que Roberto, para regresar a la tierra, no entraba en la cápsula y adaptar otra era una misión demasiado costosa. Los rusos, siempre pragmáticos, dieron la solución que creyeron adecuada, es decir, que torciera la cabeza y viajara de costado. Así fue. Al llegar demoró algunas semanas en volver a acomodar el cuerpo, pero lo logró. Y hay muchas más. En otra oportunidad integraron la misma misión un astronauta italiano y una rusa, muy bonita por cierto. Tuvimos miedo de aquel combo explosivo y evaluábamos qué podría pasar si entre ellos nacía el amor, algo que finalmente, y por suerte, no ocurrió. También recuerdo que Silvio Berlusconi siempre quería una conexión desde el espacio al canal de TV de Roma y, de hecho, se hizo, pero todo eso era muy caro, no había antena para bajar la señal y había que hacerlo desde Moscú o Houston. Así que terminamos diciéndole que se hiciera cargo de esos gastos. Claro, al final se dejó de transmitir. Italia siempre quiere demostrar, distinguirse. Incluso los astronautas de ese país suelen llevar hasta sus banderas nacionales al espacio.
-¿Qué se necesita para ser astronauta?
-Estudiar y, por supuesto, recibirse. Es una carrera bastante parecida a la ingeniería y luego cinco años exclusivamente de astronauta. Me hubiese encantado serlo, pero era demasiado viejo para empezar a estudiar ya que la edad máxima es de 35 años. El 99 por ciento son pilotos de las Fuerzas Aéreas. Además, el entrenamiento psicológico y físico es muy riguroso. La condición emocional debe ser muy buena porque uno va “encerrado” con varias personas, dependiendo de la misión, en una cápsula de un tamaño de una cancha de fútbol, pero nadie puede enojarse, salir a fumar ni dar una vuelta en caso de que desee estar solo.
-¿Qué le cuentan los astronautas en charlas de café?
-Más que de café, son charlas de cerveza o vodka dependiendo de si estamos en Estados Unidos o Rusia. El mejor lugar para juntarse y tomar cerveza está en la entrada a Houston, en un bar tradicional que aparece en la película Space Cowboys. Las mejores conversaciones son, precisamente, ésas, porque surge todo lo extraoficial, lo que no suele contarse.
-¿Qué secretos escuchó en esos bares?
-Que no quieren regresar a tierra. A veces la misión se prolonga más de la cuenta y, lejos de enojarse, lo celebran.
-Teniendo en cuenta el impacto de la gravedad ¿Qué entrenamiento realizan allá arriba?
-Deben entrenar tres horas por día con elásticos que simulan ser pesas para no perder masa muscular y evitar la osteoporosis. A las dos semanas de estar en el espacio existe ese riesgo y, cuando bajan a tierra, su estado suele complicarse y muchos no se recuperan. Si no entrenan, la falta de peso hace que los huesos se descalcifiquen y hay que ser muy riguroso y metódico con el ejercicio.
-Usted habló en otro momento de la misión a Marte en 2035 ¿Sigue esa idea?
-No, ya que se postergó debido al furor que representa hoy para todo el mundo ir a la luna. Por eso la idea es hacer una estación internacional alrededor de la luna, una base lunar que se prevé concluir en 2024. Un total de 30 empresas la construirán junto con la NASA. Hay mucho interés en la luna, por eso las empresas privadas, como Amazon, por ejemplo, quieren ir, visitar a los astronautas, contemplar elementos que dejaron los pioneros en los años 60, etc. Justamente hace dos semanas se hizo una expedición alrededor de la luna, probando, observando, tomando fotos… y se prevé algo más concreto para el año que viene. Primero lo hará la NASA y luego otras empresas y los cohetes irán a la base espacial antes mencionada. Otro proyecto es que allí carguen combustible y sigan rumbo a Marte. Pero concretamente lo de Marte se postergará algunos años más, tal vez 2050. El interés por la luna, insisto, echó por la borda todo proyecto.
Volver al pago
A pesar de los muchísimos años que hace que el doctor Peinado se radicó lejos de su tierra de origen, siempre existe ese lazo que jamás lo romperá con Mendoza. Y si bien por su trabajo suele tener amigos en varios países del mundo, como Japón y Estados Unidos, el asado siempre lo comparte y disfruta.
Sin embargo, nada como en la Argentina, dice, “con esa pasión, esa forma de ser, con tantas particularidades”.
“Extraño mucho siempre, porque los amigos de toda la vida son eso, de una vida. Amo reírme de los típicos chistes mendocinos”, remata.
A excepción del primer partido contra Arabia Saudita, Osvaldo vivió en Mendoza y junto a su núcleo íntimo todas las alternativas del Mundial.
“Cuando ganamos fue una alegría impresionante y decidimos celebrarlo dentro de la casa. Ya no tenemos la edad que teníamos en 1986, cuando uno se arriesgaba a todo. ´Somos muchos y somos grandes’, les dije a mis amigos. Y nos quedamos compartiendo carne a la parrilla”, recuerda.
Inexistencia argentina
“Es triste, pero la Argentina no existe para el resto del mundo”, dice Osvaldo Peinado. A nivel internacional, si no fuera por haber obtenido la Copa del Mundo el pasado 18 de diciembre, la Argentina, directamente, “no existe”.
Así de simple y categórico lo dice este especialista emigrado al Primer Mundo, para agregar que esta situación sucede, fundamentalmente, desde que está el gobierno actual.
“A nadie le interesa la Argentina, ni la conocen. No hay estabilidad, no se puede invertir, las empresas se vuelven estatales y es como vivir en Venezuela o Corea del Norte”, puntualiza.
Para Peinado, las grandes potencias de Latinoamérica son hoy Brasil, Chile y México. “Argentina lo fue en su momento, pero desapareció. El país intentó con el gobierno de Mauricio Macri tener buenas relaciones en el mundo, algo que ya no existe hoy”, señala.
Y remata: “Es una lástima y una verdadera pena”.