Nueva Zelanda enfrenta una plaga de pollos salvajes

El país pudo con la pandemia por Covid-19, ahora se enfrenta a otro desafío. El Gobierno planea capturarlos a todos.

Nueva Zelanda enfrenta una plaga de pollos salvajes

Pareciera como si hubieran llegado los deseos de muchos alrededor del mundo que vieron con alegría y envidia que Nueva Zelanda salió victoriosa de la pandemia por coronavirus. Como si fuera poco, haber atravesado semejante situación, ahora tienen pollos salvajes en las calles.

Según publica el portal de noticias RT, los habitantes de Auckland tienen una plaga con la que no saben qué hacer. Es reciente el festejo por vencer la pandemia causada por el consumo de murciélago, pero otro problema con alas se presenta en ese punto geográfico.

Para los habitantes no solamente es un inconveniente que los pollos anden sueltos, sino que el permanente cacareo produce irritabilidad sobre todo a la hora de dormir. Eso sin contar los destrozos que las gallinas producen en los jardines, huertos y los árboles Kauri. Estos ejemplares son una especie emblemática de Nueva Zelanda y son de vital importancia para los pobladores del suburbio de Titirangi

Algunos se tomaron el problema con otro humor y dejan alimento en las puertas para que las aves se alimenten. Sin embargo, las sobras son el alimento propicio para las ratas. Todo indica que una plaga atrae a otra si no se toman las decisiones correctas.

Una vez que empezaron a notar el incremento de roedores, el propio presidente del consejo público de Waitākere Ranges, Greg Presland, aseveró que había que encargarse del problema de inmediato para que no sigan las consecuencias.

Asimismo, explicó que el conflicto tiene inicio hace unos cuantos años. “Esto ha revivido las viejas discrepancias en la localidad”, contó. La plaga de pollos comenzó como una liberación de aves de corral que dieron una apariencia simpática y pintoresca al lugar. Pero no todos estuvieron siempre de acuerdo con esa decisión, ya que hay quienes consideran que el lugar se ve como “algo de una película de Stephen King”.

Para el conteo, en Titirangui viven menos de 4.000 personas y hay alrededor de 20-30 gallinas salvajes. Pero en el 2008 la población de las plumíferas se incrementó, debido a que otros residentes liberaron otra cantidad de pollos domesticados. De modo que actualmente existen en total unos 250 pollos sueltos.

Como la situación es insostenible en este punto y para evitar que siga en creciendo la cantidad, las autoridades locales desarrollaron una plan para capturarlos y reubicarlos. Esta tarea es llevada a cabo con grandes redes de contención que permitirán cautivarlos y mantenerlos a salvo.

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