Noviazgo adolescente: por qué crece la tendencia de dormir juntos en casa de los suegros

Lo que antes era una práctica cuasi prohibida, hoy es moneda corriente entre los jóvenes. Nuevas reglas sociales y el temor de los padres a la inseguridad hacen que sea más frecuente.

Noviazgo adolescente: por qué crece la tendencia de dormir juntos en casa de los suegros
Imagen ilustrativa / Web

Cuántas veces habrás dicho o escuchado las frases “los tiempos cambian”, “los chicos de ahora son diferentes” o “en mis tiempos...” y la comparación contigua. Mucho más cuando el tema del que se habla es el amor y la sexualidad. Entre paradigmas y testimonios, profesionales, padres y adolescentes abordan una de las costumbres que antes era inimaginable y que ahora es moneda corriente entre parejas de novios adolescentes: quedarse a dormir en la casa de los suegros.

Aunque parezca que todo es nuevo y que no se parece en nada a lo de antes, “hay cosas semejantes históricamente en todo lo que es el noviazgo porque el tema del cortejo lo tenemos inscripto como especie a través del tiempo”, introdujo Alejandrina Román de Giro, reconocida psicóloga y sexóloga mendocina. “Entonces, si bien a veces se dice que el joven de ahora tiene formas distintas de relacionarse que antes, hay más libertades, pero esta coreografía del cortejo está ya inscripta en nuestro psiquismo y los chicos, con sus códigos, la repiten”, continuó la especialista.

Dicho de otra manera, que un novio o novia vaya a dormir a la casa de su pareja, bajo el mismo techo que los padres de ésta, no es más que parte del mismo cortejo milenario del ser humano, aunque marcado por costumbres y “libertades” propias de cada época. “En la actualidad, algunas familias lo permiten y otras no”, analizó Román de Giro sobre una generación en la que todavía conviven padres con distintos paradigmas.

“Yo no tengo problema. A la edad de mi hija mi novio de ese entonces también se quedaba en casa de mis padres y no había problema”, contó Patricia (39), que tiene una hija de 18 años y un hijo de 16.

Juan Cruz tiene 42 años y una hija de 19 y, aunque reconoce que “si puedo evitarlo, prefiero hacerlo”, explicó que hoy en día es más difícil oponerse “porque hay otros factores que entran en juego, no sólo que los chicos lo tienen más naturalizado sino el tema de la seguridad, por ejemplo”.

Para Román de Giro ese es uno de los factores que impulsó a que esta práctica se normalice. “El tema está puntualmente marcado por la seguridad. Es algo que a los padres preocupa mucho porque vemos permanentemente situaciones de asaltos por un celular, con agresiones de ese tipo que hasta pueden terminar en la muerte. Y realmente los papás prefieren que las parejas se queden, antes que correr ese riesgo”, manifestó.

Cuando se abre la puerta

Una vez que se abre esa puerta, difícilmente vuelva a cerrarse, y allí comienza otra “negociación” que debe transcurrir la joven pareja con las familias: los límites y la intimidad. “En algunos casos el novio comparte la habitación de un hijo varón y no tienen intimidad, pero les da seguridad. Los padres son los que pueden marcar hasta dónde es ese permiso, si duermen en habitaciones diferentes o no, por ejemplo. Así están marcando que la intimidad no la aceptan bajo techo. Y hay otros papás que son más permisivos”, contó la sexóloga.

Juan Cruz tiene en claro que “para los chicos es algo muy común”, y asegura que ese es uno de los motivos por el cual “cuesta hacerles entender la importancia de la intimidad, no sólo de ellos sino de la familia”. Patricia coincide en que “las reglas son las de la familia que vive allí, eso está claro, y es algo que debe hablarse con anterioridad”.

En el mismo sentido, la psicóloga consultada remarcó: “Todo esto tiene que estar acompañado de una buena educación sexual, donde no solamente se hable de todos los cuidados y lo que significa la responsabilidad y el respeto por el otro, sino también lo que significa a nivel emocional compartir intimidad”.

“No sólo con dar métodos anticonceptivos o preventivos de enfermedades de transmisión sexual basta, sino también a nivel emocional, como ponerlos en contacto de qué significa una relación de adolescentes”, completó la profesional.

Federico es un mendocino de 19 años que se mudó a Buenos Aires siguiendo su sueño de ser futbolista, donde lo recibió la familia de su novia, un año más chica. “Me invitó a vivir su mamá con ellas. Al principio dormíamos en camas separadas en el mismo cuarto, aunque yo mismo me ofrecí a dormir en otro lado pero me dijeron que no había problema”, relató el joven. Algunos meses después de convivencia, Federico y su novia compraron una cama para dormir juntos. “Obviamente que le pedimos permiso a la madre y nos dijo que sí, que no había problema, siempre y cuando respetáramos la casa y a los que estuvieran ahí”, agregó.

Para que esto suceda, indicó Román de Giro, “tiene que haber un conocimiento previo de la familia de la pareja que se lleva a la casa. Hay un respeto hacia la persona dueña de casa y su familia”. “Y también una muestra de responsabilidad, que no es tan frecuente en estas relaciones de ‘toco y me voy’, que son cada vez más normales”, añadió la profesional.

¿Por qué novio sí, novia no?

En los tres casos mencionados, que se tratan de parejas heterosexuales, hay un denominador común: el hombre es quien normalmente se queda en casa de la novia, y no al revés. “Tiene que ver con nuestra sociedad patriarcal, en la cual a la mujer se la protege más. Justamente, en ese manto de protección, estaría el permitir que el varón se quede, pero no que ella vaya a la casa de él”, analizó Alejandrina Román de Giro.

En ese aspecto, Patricia reconoció que “aunque decida otra cosa, lo cierto es que hoy en día los jóvenes se las rebuscan para conseguir lo que quieren, y terminan yendo a otro lado como moteles o incluso a casas de otros amigos”. Entonces, continuó, “prefiero ceder un poco pero que lo hagan en un ambiente más seguro”.

Por otro lado, Juan Cruz respondió: “No pego un ojo si mi hija se va durante toda la noche, sobre todo por miedo a que le pase algo”.

Ante estas situaciones, la psicóloga considera que permitir a las parejas jóvenes quedarse a dormir en casa “también significa tener ciertas variables controladas, como puede ser esto de dormir en cuartos separados o en el mismo”.

“Si ellos habilitan la sexualidad, esto tiene que ser evaluado acerca de todos los elementos que se le han dado previamente a esa pareja, en cuanto al cuidado, el respeto, el compromiso y a lo que significan las consecuencias de una relación sin protección”, dijo la sexóloga.

Sea como sea, la recomendación de la profesional para los papás es clara: “Que previamente tengan una charla abierta y responsable acerca de lo que significa la sexualidad. Y si ellos no se sienten capacitados, que busquen profesionales que lo hagan”.

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