La pulsión sexual es inherente a todos los seres vivos, mientras que los humanos también tenemos -como aditamentos- la atracción física, la química y, muchas veces, el “enamoramiento” como factores que favorecen la interrelación y la perpetuación de la especie.
Hasta ahí, es un mecanismo meramente biológico que, (por suerte para nosotros) es infalible y está determinado por conductas ancestrales que aplastan todo atisbo de pensamiento lógico, reglamentación y paradigma.
¿Por qué esta digresión inicial? Porque repasando la cantidad de mitos que aún hoy se ciernen sobre el sexo, gracias a siglos de represión en torno al tema, es casi un milagro que la especie humana haya sobrevivido y probablemente se deba a la inextinguible voluntad de los instintos.
Pero el sexo es más que “instinto de procreación”: es dar y recibir, intimidad, completud, sentir al otro y fusionarse en un momento que -aunque sea por única vez, en una relación casual- se brinda una parte del interior y reservada de cada persona.
Por eso vamos a desempolvar algunas viejas creencias, para terminar desterrarlas de nuestro pensamiento consciente.
1 - A las mujeres no les gusta tanto recibir sexo oral como a los hombres.
Empezamos con una premisa por demás machista y anacrónica. La mayoría de las mujeres disfrutan tanto del sexo oral como de cualquier otro tipo de práctica. Lo que ocurre a veces es que el hombre comete el error de comenzar por ahí, creyendo que con eso va a lograr que la mujer se excite más rápido, o -peor- intentando garantizarle a ella un orgasmo (a velocidad luz) para luego poder penetrarla y “ocuparse del suyo” sin problemas.
Un hombre que va por ese camino, debería saber que las mujeres nos damos cuenta de las intenciones ocultas y, además, replantearse el hecho de tratarla como un método de autosatisfacción.
2 - La mujer que no disfruta dando sexo oral, no es buena en la cama.
No es necesario hacer nada específico para ser buena en la cama. Hay mujeres a las que no les gusta realizar sexo oral e incluso recibirlo. Eso no la define como mejor o peor, simplemente son gustos.
Hay que tener en cuenta que, a veces, simplemente es desconocimiento de “cómo hacerlo bien”. Muchas de las mujeres que manifiestan no disfrutar dando sexo oral, en realidad se sienten cohibidas por el condicionamiento (una vez más, el porno) de que el hombre quiere sexo oral salvaje realizado por una endemoniada poseída por el fuego del averno.
La verdad es que la mayoría de las veces ni ellos quieren tanto (solo desean disfrutar la sensación suave y cálida de los labios de ella para relajarse) ni nosotras somos tan poco.
En cualquier caso, si crees que lo tuyo es falta de confianza, recomiendo consultar con un profesional (urólogo o sexólogo) para aprender técnicas de felación.
3 - No está bien visto que la mujer tome la iniciativa
A veces por desinhibición y otras por diversión, algunas mujeres disfrutan tomando la iniciativa, aún con hombres que conocieron recientemente.
Y la verdad es que a muchos hombres les gusta, también les divierte y -sobre todo- los exime del peso de ser siempre los encargados de la conquista.
4 - El hombre es activo, la mujer pasiva
Esta es una de las ideas que persisten, increíblemente, como un mueble viejo en el galpón del cerebro, a punto tal de que algunos hombres se comportan como un DT de fútbol durante un partido: están todo el tiempo dando indicaciones.
Además, este modelo desigual también se expande a los modelos de contacto homosexual, quienes todavía siguen armando perfiles donde se coloca el tipo de rol sexual preferido (activo, pasivo, versátil).
5 - La mayoría de las mujeres llegan al orgasmo a través de la penetración.
Las mujeres tenemos más de 30 formas de llegar al orgasmo y la mayoría de las veces necesitamos la estimulación del clítoris en forma directa.
Esto significa, la estimulación de uno de los órganos sexuales más grandes, no sólo el “botoncito”.
6 - La mujer tiene menos deseo que el hombre
La mujer puede tener la misma intensidad de deseo que el hombre, sólo que no es tan lineal como en los varones, precisan de un juego previo más rico y prolongado para que vaya aumentando la intensidad.
7 - Toda mujer llega al orgasmo, pero algunas no se dan cuenta.
Una mujer que llega al orgasmo se da cuenta. El éxtasis del placer, produce una culminación de la tensión sostenida que se siente en todo el cuerpo y es muy fácil de reconocer.
Puede ser que alguna no lo haya experimentado aún. Lo recomendable es no estar expectante, porque la ansiedad juega en contra. Además, propiciar un juego previo más prolongado, porque las mujeres necesitamos más tiempo para excitarnos.
8 - El hombre debe estar siempre preparado
El hombre vive la virilidad como un atributo sostenido por la potencia sexual, lo que termina convirtiéndose en su propia cárcel -cuando por alguna contingencia no pueden mantener esa “performance”- y de la cual quedan excluidos aquellos que no poseen miembros grandes o cuya potencia no supera el promedio.
Es un peso enorme para los hombres ya que supone que siempre deben estar preparados para el sexo y la realidad es que -a pesar de que tienen una excitabilidad muy alta en comparación con las mujeres- no siempre están mental o físicamente dispuestos a tener sexo, mucho menos a disfrutarlo.
9 - Las mujeres jóvenes tienen más placer en el sexo.
La posibilidad de gozar depende de la experiencia, de la actitud que cada una tenga frente al sexo, de la conexión con la pareja, de los condicionamientos recibidos en la educación, del estado de ánimo… es decir, de una cantidad de variables que no tienen que ver con la edad. Muchas mujeres confiesan tener mejor sexo a los 50 años que a los 20.
10 - La vida sexual de la mujer termina con la menopausia
Una de las cosas que más disfruta una mujer en período de menospausia, es el sexo. Esto se debe a que es un momento de la vida en la que se encuentra segura laboral y económicamente; si tuvo hijos, ya crecieron y se independizaron (aunque sigan viviendo con ella, no dependen de la madre); conocen mucho mejor su cuerpo y no existe riesgo de quedar embarazada.
Tanto mujeres en pareja, separadas, solas, encuentran en esta etapa un espacio de satisfacción y de oportunidad para seguir su desarrollo.
11 - El hombre no debe decir nunca que “no” al sexo
Este es otro problema que pone en evidencia como se construye desde muy niños la masculinidad. La educación sexual integral es muy importante para derribar estos mitos que pesan sobre los cuerpos y emociones de hombres y de mujeres. Un hombre si no tiene ganas puede decir no al encuentro, incluso a la atracción sexual. Las personas asexuales nos enseñan que puede faltar el foco de atracción pero existen otros motivos para sentirse bien con el otro, ejemplo: el romanticismo, la comunicación, la inteligencia.
12 - Si no tengo orgasmos soy frígida.
El término no solo es falso sino también misógino y se utilizó durante años para castigar a la mujer que no alcanzaba la satisfacción sexual con su pareja. Toda mujer puede llegar al orgasmo, sólo que a veces necesita más tiempo que los hombres. Solo se trata de conocerse, sentirse estimuladas y darse permiso para el placer.
En definitiva, esto se puede aplicar también a los varones. Aunque no lleguen al orgasmo, pueden disfrutar del encuentro sexual.
13 - Debo tener un orgasmo en cada encuentro sexual
Puede haber encuentros sexuales extremadamente placenteros en los que no tengamos orgasmos. La meta siempre debe ser “disfrutar el camino” y tener la intención de pasar un buen momento con la persona que está a nuestro lado.
Lo único importante es comunicarse, escuchar, decir lo que nos gusta y lo que no. Sentirnos libres de disfrutar. Sin objetivos, reglas ni metas.
14 - El hombre que no se excita, tiene un problema
Puede ser que no sienta suficiente deseo, que esté estresado por otros temas o que se sienta presionado a “cumplir”, lo cual atenta gravemente contra la conexión, la intimidad y el relax que debe sentir en el momento del sexo. Si eso ocurre, debe dejar de pensar en el coito y en su performance sexual y sólo entregarse al placer.
15 - Si no tenemos sexo con penetración ni con los genitales, no es sexo.
La sexualidad abarca mucho más que los genitales: miradas, besos, abrazos, compartir, el auto placer, la fantasía. Todo forma parte de la sexualidad.
La concepción coital del sexo deriva de la idea de procreación ancestral, como única justificación para practicarlo.
16 - La sexualidad plena depende de la frecuencia sexual.
No hay una frecuencia exacta para vivir una sexualidad plena ni una forma de ejercerla, sino que depende de la coherencia entre lo que yo quiero y la realidad sexual que tengo. Hay personas que teniendo poca frecuencia se sienten plenos, mientras que otros que practican sexo varias veces en la semana, sienten frustración y se sienten desconectados del placer.
17 - El sexo anal es solo para mujeres transgresoras
El sexo anal es una práctica muy satisfactoria y excitante para muchas, mientras que para otras no lo es. Esto se debe fundamentalmente a la anatomía femenina: en algunos casos en los que la curvatura de la vagina lo permite, al practicar sexo anal la mujer siente el roce del pene contra el cérvix, lo cual produce un enorme placer.
Para otras esto no ocurre porque la curvatura de la vagina es distinta. Pero si además le sumamos el temor al dolor, el tabú y -muchas veces- la impericia masculina para abordar la zona, es lógico que muchas se nieguen rotundamente a probar esta práctica.