“No importan el tiempo ni la distancia, los amigos de verdad nunca se alejan y muchos menos se olvidan”. Así, al menos, parece que lo entendieron Erick Nevels y Darren Henderson, quienes protagonizaron un más que emotivo encuentro en Dallas (Texas, en los Estados Unidos), después de 37 años sin verse.
Erick nació en Long Beach, California (Estados Unidos), aunque de muy pequeño se instaló con su familia en la Argentina. Más precisamente aquí, en Mendoza, donde formó su familia, fundó su empresa y donde también se destacó en el mundo de la competición con las motos enduro.
Pero antes de llegar a nuestra provincia (a la que adoptaría como propia, para sentirse tan mendocino como cualquier otro) los últimos dos años de la escuela secundaria también los cumplió en el país del Norte, concretamente en el Cristian Schools of Springfield, ubicado en Springfield Missouri. Eso fue durante los años 1984 y 1985 y allí, en el equipo de fútbol, trabó amistad con Darren, un compañero quien, a pesar del fuerte vínculo, nunca más volvió a ver por años y años.
Pero la vida da tantas vueltas que Erick (quien armó las valijas el año pasado para irse de nuestra provincia y partió en busca de mejores horizontes de progreso), logró un emotivo y tal vez inesperado reencuentro con Darren.
Así lo explica el propio Erick, quien no puede evitar referirse al cambio de vida que lo llevó, después de tantas décadas, de vuelta a su lugar de nacimiento.
“Estoy viviendo en Dallas, Texas, metrópoli de 7 millones de personas. De verdad que extraño a mi Mendoza y sus montañas, pero creo que fue la decisión adecuada”, explicó, en diálogo con Los Andes. Actualmente, Erick se desempeña como gerente de una empresa mendocina que fabrica piscinas que se importan y distribuyen en Texas.
“Luego de 37 años de no ver a mis compañeros del segundario, logré reencontrarme con uno de de los que eran más cercanos, y también compañero del equipo de fútbol del colegio. No podía creer que después de tanto tiempo, y en otro lugar, hubiera conseguido reencontrarme con Darren”, se emocionó.
“Nos reímos con muchas anécdotas y recuerdos. Lo que más le quedó grabado a él fue la final de un torneo intercolegial”, recordó. “El otro equipo era mayormente de habla hispana, así que iban gritando la próxima jugada y, al escucharlo, yo les anticipaba a mis compañeros por dónde avanzarían los adversarios… la verdad, no me acordaba, pero sí Darren”, dijo riendo.
Su amigo, comentó, es dueño de una empresa de software que le vende principalmente sus programas informáticos a municipios de distintas ciudades y también a universidades. Hoy es un accionista muy relevante nada menos que de Google y de Amazon. Entre sus destacados datos personales, además, y de los que más sorprendieron al “mendocino yanqui” Erick es que su viejo compañero de equipo de fútbol “ya es abuelo (sus hijos son adultos) y luego adoptó dos hermanitos de Etiopía”.
“Pasamos un momento maravilloso en un restaurante. Fueron tres horas que parecieron miles”, dijo Erick.
El amor por la cordillera
“Extraño horrores Mendoza, mi ciudad que llevo en el alma tras haber vivido 43 años, pero no está en los planes volver, tengo responsabilidades laborales que incluso me dan tiempo para ejercer mi pasión con el motociclismo”, dijo, para contar que este año viajó a Ginebra Suiza, Qatar, y planea Portugal en octubre; Arabia Saudita en noviembre e Italia en diciembre para participar de reuniones de las federaciones que integra.
“No puedo pedirle más a la vida, tener trabajo, y poder seguir relacionado con mi pasión que es el motociclismo, tener una vida sana, y los seres queridos cerca”, reflexionó.
Las hijas de Erick viven en Colorado y California y su madre, en Oklahoma City. “Al final toda mi familia directa terminó en el lugar de mi origen sin pensarlo ni planificarlo de esa manera, pero la vida nos trae estas sorpresas”, apuntó.
Como planes para el futuro, dijo que seguirá “preparando” su jubilación que será “muy lamentable” en Argentina. “Así es que necesito complementarlo de alguna manera en los próximos años de fuerza laboral”, graficó.
Erick conserva su empresa de alquiler de vehículos funcionando en Mendoza. “Supongo que mientras el país me permita cubrir los gastos que tengo en Mendoza todavía, seguirá activa”, se esperanzó, sin dejar de entrever que es más el amor que otra cosa lo que le hace mantener ese vínculo con la tierra que adoptó, pero en la que no pudo quedarse.