Gabriel Mignani es profesor de guitarra y desde hace un par de años enseña a niños, niñas y adolescentes a través de un taller que brinda gracias al apoyo de la municipalidad de Las Heras. Con el tiempo vio que un dilema se presentaba contantemente: muchos jóvenes se acercaban para poder tomar las clases pero, por problemas económicos, no podían comprarse el instrumento. Fue entonces que este apasionado músico tomó la iniciativa de recolectarlos, repararlos y donarlos a quienes quieran aprender.
“Como tengo muchos amigos músicos, se me ocurrió pedirles que, si tenían alguna guitarra que no usaran, me la donaran. Muchas estaban rotas o sin cuerdas y, como me doy maña arreglándolas, empecé a repararlas para dárselas a los chicos que no podían comprar una”, detalló este joven profesor a Los Andes.
Hace aproximadamente dos años, Gabriel comenzó con “Doná música, recibí una sonrisa”, proyecto que ha dado felicidad a muchos jóvenes. Primero recolectó, arregló y entregó guitarras para donarlas entre los alumnos nuevos del taller pero luego, a medida que fue trascendiendo la información de las donaciones, muchas personas comenzaron a contactarlo para donar también sus instrumentos y así le fueron otorgando desde bajos, teclados, elementos de percusión y hasta un violín, entre otros.
A medida que pasaba el tiempo, el proyecto de Gabi tomaba más forma y se expandía porque comenzó a contactar a chicos de otras zonas que estaban en la misma situación que varios de sus alumnos: querer aprender a tocar un instrumento y no poder comprarlo. Entonces comenzó a donarlos a escuelas de música, talleres municipales del Gran Mendoza, escuelas rurales e incluso a quienes lo contactaban a través de su cuenta de Facebook.
Música que salva
Gabriel toca la guitarra desde los 14 años. Se describe a sí mismo como un apasionado de la música y asegura que “es salvadora”, ya que puede ser una gran compañía en diferentes momentos de la vida, tanto alegres como difíciles. A raíz de eso, su corazón sin límites lo llevó a seguir explayando el proyecto, por lo que recolectó muchos instrumentos que luego entregó en las cárceles de Mendoza, sobre todo a los niños que han nacido entre las rejas porque sus mamás deben cumplir condena.
Como si eso fuese poco, hizo lo mismo pero en el hospital psiquiátrico Carlos Pereyra, a cuyos pacientes logró entregarles diversos elementos de percusión debido a que ese tipo de instrumentos los ayuda mucho con los tratamientos y la rehabilitación.
A través del boca en boca y las redes sociales, este acto de amor fue conociéndose entre los mendocinos. “Cada vez que un medio me llamaba, después seguro me contactaba alguien por Facebook para donar algún instrumento. Es increíble el cariño de la gente”, reflexionó el músico.
Y así, cada vez crecieron más las donaciones hasta que apareció un nuevo dilema. Gabi arregló siempre los instrumentos con dinero de su bolsillo. “Mientras fueron pocos no tuve problema, pero cuando ya se me juntaron muchos sí porque yo de mi sueldo compraba las cuerdas, las clavijas o los parches, según lo que necesitara el instrumento para ser entregado en condiciones”, detalló.
Fue por eso que la municipalidad de la Ciudad de Mendoza le otorgó un subsidio durante los últimos meses de 2019, y gracias a eso pudo continuar haciendo las donaciones, las cuales en estos últimos días se vieron afectadas debido al aislamiento social. Pero este joven profesor asegura que continúa recibiendo y arreglando “para poder entregarlos cuando todo esto pase”.
Un instrumento, una historia
Quienes se han visto envueltos en la magia de la música sienten mucha empatía al saber que hay jóvenes que quisieran aprender a tocar pero que, desafortunadamente, las condiciones económicas no se los permiten.
Muchas personas se han despojado de esos instrumentos que tenían de adorno o guardaban por añoranza para destinarlos a aquellos a los que podrían cambiarles la vida. Y ese fue el caso de una historia que ocurrió en diciembre del año pasado cuando Gabi recibió una guitarra en excelentes condiciones que había sido del padre de quienes la donaron. “Tenía un valor sentimental fuertísimo. Estaba intacta; el padre de ellos había fallecido y me entregaron su guitarra para que yo se la diera a algún chico y así no quedara guardada arriba de un placard o abajo de una cama”, recordó.
Esa guitarra tuvo un destino más que significativo ya que fue entregada a Gonzalo, un joven con síndrome de Asperger, que vive en Guaymallén, a quien los médicos habían descubierto un gran talento para la música. “Las terapias convencionales no le estaban dando resultado; luego se dieron cuenta de su sensibilidad por la música y ahí se comunicaron conmigo del centro de rehabilitación y le entregué la guitarra”, contó Gabriel, recordando lo emocionante que fue para él esa historia. Otra de las muchas de las que se compone la partitura de su vida.