El destino parecía estar marcado desde muy temprano para ella, cuando aún gatear era la única postura aprendida. El arte comenzó a sentirlo a través de la música, el teatro y la danza en cada una de las “monerías” que ofrecía a mamá y papá.
Cuenta que la estimulación a través del disfrute en familia desde sus primeros meses de vida, comenzó a reflejarse poco después, en sus movimientos y coordinación al ritmo de Vivaldi o Beethoven.
Zaira Morena Taboada creció observando a su mamá practicar danza folclórica en casa y a su papá haciendo rutinas de preparación física y sin saberlo, con el transcurrir del tiempo fue adquiriendo las capacidades para convertirse en una gran bailarina, desde sus primeros años. A Morena le gustaba tanto bailar que a sus 4 años sus papás la llevaban a sus primeras clases de danza clásica en la escuela de la profesora Pamela González. Lo hacía por la pasión que ya sentía, pero también como un juego, como cualquier niña, sin tener idea que se iba a destacar tanto. “No sé cómo explicarlo, pero la danza clásica es todo para mí. Es lo que más puedo compartir con mi familia y me encanta eso”, son las palabras que reflejan la sencillez de una niña que brilla con luz propia, que recibe los elogios de “grandes maestros” y que sueña en grande.
“Al principio no se quería quedar en las clases porque era muy chiquita y extrañaba a su mamá. La profesora nos explicó que no permitía entrar a nadie en las clases pero al ver ciertas aptitudes en Morena dejó que la mamá estuviera presente hasta que se acostumbrara”, comentó su papá, Fabián, ilustrando así que a simple vista se podía percibir la destreza de la pequeña bailarina de 4 años, en ese momento.
Con tan sólo 13 años, 10 de ellos dedicados a la danza, Morena trascendió las fronteras de su San Martín natal primero, las de la provincia después y hasta las del país. A los 6 años recién cumplidos llegó al escenario mayor de la provincia, el Teatro Independencia: fue seleccionada para su primera interpretación como solista en el papel de “La Muñeca” en la obra “El Cascanueces”, de Chaikovski. En ese mismo teatro, una profesora del Teatro Colón se acercó a su familia para decirles que la pequeña tenía condiciones muy importantes para la danza clásica.
El camino continuó en seminarios dictados por prestigiosos maestros reconocidos internacionalmente, y ganó becas de estudio con amplios porcentajes a Estados Unidos y la Fundación Julio Bocca.
El “escenario” más importante continuó siendo su casa, donde en familia jugaban a improvisar obras de teatro y ella invitaba a vecinos y primos para armar el palco, dónde sus papás la incentivaban a que prepara nuevas coreografías. Así surgió su versión de “Born this way”, de Lady Gaga, porque además de mezclar la danza clásica con el pop, Morena quería transmitir un mensaje acerca de la inclusión y la diversidad, tal como le expresó a Diario Los Andes. Esa performance fue la que la llevó a quedar seleccionada en el casting realizado en Mendoza para participar del certamen “Pequeños Gigantes” en el programa de Susana Giménez en 2019, donde llegó a ser finalista.
El 2020, con la pandemia a cuestas, estuvo lejos de frenar su pasión y su carrera. La bailarina siguió tomando clases online en su casa de Mendoza y decidió volver a presentarse para la audición del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón esta vez a través de la modalidad online. En 2018 debió viajar para su primera audición pero no quedó seleccionada. En en este segundo intento, superadas las instancias correspondientes, finalmente Morena logró ingresar al 3° año en la carrera de Danza Clásica.
Hace unos días ella y su papá aterrizaron en Buenos Aires, donde Morena toma clases online del Instituto, espera poder comenzar con las clases presenciales en abril, y además se sumará al Ballet de Estudio.
Con su mamá y su hermano menor acompañándola en cada una de sus decisiones a la distancia desde Mendoza, Morena apela a su sinceridad para responder cuáles serán sus próximos pasos. “Acabo de llegar (ríe). Muchas chicas piensan en seguir su carrera en Europa o Estados Unidos para poder cumplir sus sueños. Yo personalmente todavía no me he puesto a pensar en eso, quiero ir paso a paso”, contesta con la filosofía de una niña que transmite su disfrute por compartir los ensayos y sus rituales con sus compañeros.
Sus principios e ideales encuentran en la danza su vehículo y su sueño, más allá de llegar a las grandes academias y teatros del mundo, tiene una causa como bandera. “Siempre que me preguntan qué meta tengo, contesto que es llegar a África para poder ayudarles y darles los recursos a los niños para que puedan aprender danza en mejores condiciones”, sueña y cuenta que una de sus inspiraciones es la canción “We are the World” de Michael Jackson junto a estrellas del mundo de la música.