El 21 de agosto de 1891 nació en Buenos Aires Florencio Molina Campos, uno de los artistas plásticos más destacados del país. Con su obra se encargó de visibilizar a los trabajadores rurales y las costumbres de los paisanos mejor que nadie. Pero fue Elvira Ponce Aguirre, una maestra mendocina con quien se casó a mediados de 1932, la que lo respaldó y ayudó a difundir su obra.
El éxito más popular de Molina Campos se dio con los famosos almanaques de Alpargatas, que rápidamente se transformaron en un clásico de los hogares argentinos.
En 1927, conoció a la mujer que lo acompañaría gran parte de su vida, Elvira Ponce Aguirre, una mendocina que vacacionaba en Mar del Plata. Florencio y Elvira no volvieron a verse hasta comienzos de 1932. A mediados de ese mismo año se casaron en Uruguay y luego reafirmaron su matrimonio en Estados Unidos en 1937. En 1954 lograron casarse también en Argentina.
María Elvira fue imprescindible en la vida del pintor ya que entregó todos sus esfuerzos a difundir la obra del artista, con quien estuvo casada durante 27 años. El matrimonio recorrió los pueblos del interior para contactarse con los paisanos, sus formas de vida y sus costumbres. Dormían en los ranchos, participaban de fiestas, casamientos y domas, que le refrescaban los recuerdos y eran modelos para sus obras.
Tras la muerte del pintor, el 16 de noviembre de 1959, ella trabajó durante años para recuperar alrededor de 150 cuadros originales y levantar el Museo Florencio Molina Campos, en la localidad bonaerense de Moreno. El mismo se encuentra actualmente cerrado y será trasladado a la localidad de San Antonio de Areco, donde ya existe un espacio dedicado al ilustrador argentino.
Molina Campos fue un artista expresivo, apasionado por la vida y los paisajes campestres. Sus pinturas contemplativas y humorísticas lo llevaron a trascender barreras sociales y codearse con personalidades destacadas como Walt Disney o Nelson Rockefeller. Además, sus obras llegaron a prestigiosas galerías en países como Francia, Inglaterra y Estados Unidos.
“La pintura de mi abuelo lo que hizo fue visibilizar a una clase social que existía en ese momento. Retrataba a la gente de campo, al trabajador rural, que todavía existe y se levanta temprano a trabajar. Un hombre que se divierte, frontal y de rasgos duros, de piel curtida y manos fuertes. Mostró la forma de ser tan particular que tiene la gente del interior: buena, noble, transparente y a la vez hermética”, describe orgulloso Gonzalo Giménez Molina, único nieto del artista y responsable de su editorial.
En dialogo con Los Andes, Gonzalo destacó la importancia de las obras para el patrimonio cultural argentino. Las mismas conforman una serie de documentos de época históricos, por el grado de detalle y por la minuciosidad con la que pintaba. Tenía el absoluto conocimiento de las prendas del paisano, cómo las usaban y las finalidades que tenían. Él resignificaba el respeto que sentía por esa gente, por el tremendo trabajo que hacían.
Los almanaques de Alpargatas
El 14 de marzo de 1930, la firma argentina de Alpargatas contrató al dibujante para pintar 12 obras, una para cada mes del año 1931, tradición que continuó hasta 1936. Luego, retomó el hábito entre 1940 y 1945.
1931 fue un gran año para Molina Campos ya que realizó su primera muestra en Europa, en la “Librería de la Ópera” en París y, como vendió todos sus cuadros, debió suspender la que pensaba realizar en Londres. Ese año, además, se publicó el primer almanaque de Alpargatas en el que se reproducían 12 obras suyas.
Los almanaques constituyeron un hito en la historia publicitaria de Argentina y del mundo. Debido al suceso provocado por la obra de Molina Campos, en 1935 la firma imprimió en los sobres donde entregaba los calendarios una leyenda que decía: “Este calendario es una obra de arte y por lo tanto será de aquí a algunos años de mucho valor; cuídelo no doblándolo de ningún modo.” Los almanaques constituyeron su obra más difundida y sobre ellos se dijo que eran “la pinacoteca de los pobres”.
Cerca de 18 millones de láminas, con sus obras, le dieron una difusión y promoción únicas. Los calendarios se veían en las estaciones de trenes, almacenes, pulperías. Además, los afiches difundían una prenda de vestir usada por las distintas clases sociales, no sólo por el gaucho.
El “rechazo” a Walt Disney
En 1942, Molina Campos fue contratado por el famoso productor norteamericano Walt Disney para oficiar de asesor en la realización de tres films ambientados en Argentina y Sudamérica: “Saludos amigos”, “Goofy se hace gaucho” y “El gaucho reidor”.
Por el profundo amor a su Patria y el enorme respeto que sentía por los paisanos, le dijo “no” a Disney, porque, pese a su asesoramiento, habían avanzado con películas ambientadas en Argentina, pero sin respetar nuestras tradiciones.
Cuando Molina Campos llegó a trabajar a Estados Unidos las películas ya estaban muy avanzadas y contenían errores fundamentales, fruto de una mirada poco conocedora del campo argentino. El resultado no era el esperado por el pintor, que finalmente, se negó a suscribir y renunció.
Sus dibujos reflejan la vida gaucha a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Retrató al típico personaje argentino resaltando notablemente sus fisonomías, poses y costumbres. Buscaba recrear la totalidad de la vida de un gaucho en la pampa: sus alegrías, tristezas y sacrificios.
El encargado de continuar su legado hoy en día es su nieto Gonzalo Giménez Molina. Lleva más de 20 años trabajando en la preservación y difusión del trabajo realizado por su abuelo. En la actualidad, uno de sus máximos objetivos es generar la creación del espacio Molina Campos en la Ciudad de Buenos Aires y el lanzamiento de la muestra itinerante “Molina Campos por el país”.
“Yo les diría a los escritores, a los músicos, a los pintores: vayan a los montes, a La Pampa y recojan nuestro inmenso caudal disperso, que aún están a tiempo de salvar nuestro folklore nativo. ¡Triste será que las futuras generaciones nos pidan cuentas!, ¡triste será que no podamos decirles qué fue del gaucho y qué hemos hecho por mantener la tradición nacional!”, sentenció en su momento Florencio Molina Campos.