Mitos y verdades: ¿hay correlato entre el tamaño de las manos y el de los genitales masculinos?

Entre los mitos más comunes están los vinculados con el tamaño del pene, sin embargo muchos también involucran partes del cuerpo femenino. La ciencia se ha abocado a la comprobación de estas creencias llegando a conclusiones sorprendentes. No todo es mito

Mitos y verdades: ¿hay correlato entre el tamaño de las manos y el de los genitales masculinos?
La ciencia confirma algunos y desmiente otros mitos conocidos

Mitos populares hubo siempre, algunos tan arraigados en la cultura que aun hoy sorprende la divulgación que tienen de boca en boca y en los entornos más íntimos. Desde que “la masturbación produce ceguera” hasta que “el tamaño de la nariz del hombre indica el tamaño de su peneson algunas de las variadas creencias que, a falta de pruebas que determinen lo contrario, se mantienen en el imaginario consensuado por quienes eligen mantener la creencia.

Por eso, muchos investigadores se han lanzado a desmentir estas creencias mediante elaborados tratados científicos que echan por tierra tales datos. Sin embargo, y para asombro de muchos, algunos de estos mitos tienen asidero homologado por la ciencia. Haremos un repaso de los más comunes.

La longitud de los dedos indica el largo del pene

Un equipo de urólogos de Seúl (Corea) investigó un factor físico que sí puede predecir la longitud del pene adulto: la ratio entre los dedos anular e índice de la mano derecha. Cuanto más largo sea el dedo anular respecto al dedo índice, más largo es el pene.

Los autores, que publican su hallazgo en Asian Journal of Andrology, explican que la ratio de estos dedos ya había sido relacionada previamente con otros aspectos de la biología reproductiva e incluso puede estar relacionada con el riesgo de cáncer de próstata. “Pensamos que los niveles de testosterona prenatal podían tener algo que ver con la longitud del pene y, por tanto, dado que la formación de los dedos también está influida por esta hormona igual también jugaban un papel”, indica Tae Beom Kim, coordinador de la investigación, del Hospital Gachon Gil de Incheon (Corea).

Para comprobar su hipótesis contaron con la participación de 144 varones mayores de 20 años que estaban hospitalizados para someterse a una cirugía por algún problema urológico. De todos ellos estudiaron la altura, el peso y las longitudes del segundo y cuarto dedo de la mano diestra y del pene. Este último se midió bajo anestesia y tanto en estado flácido como estirado (no erecto).

Observaron que de todas las variables estudiadas, sólo la altura estaba relacionada con el tamaño del pene flácido mientras que la ratio de los dedos es lo único que dio una idea acertada del tamaño del miembro viril estirado.

La eyaculación femenina es antinatural

Si bien es cierto que no se da con la frecuencia ni en la cantidad que expelen las actrices porno, la eyaculación femenina o “squirt” es una manifestación natural del cuerpo de la mujer ante un estímulo sexual intenso. De hecho, no es un “arte de expertas”, ni requiere técnicas intrincadas, sino simplemente relajación y disfrute.

Pero está tan arraigada la creencia de su extravagancia que varios científicos se abocaron a la tarea de estudiarlo. De estas investigaciones surge la conclusión de que, si bien es cierto que no todas las mujeres llegan a conseguirlo, se trata de algo natural, que en la mayoría de ocasiones tiene lugar después del orgasmo.

La sexóloga Deborah Sundahl, en su libro Female Ejaculation and the G Spot, pregunta quiénes han sentido alguna vez unas ganas intensas de orinar durante un encuentro sexual o justo al terminar, un 60% de ellas contestaron afirmativamente. Esto explica que muchas mujeres corten el acto de eyaculación, pues consideran algo sucio sentir ganas de orinar durante el sexo. Sin embargo no es pis, sino un líquido parecido al seminal masculino.

Según estudios recientes, muchas mujeres no sólo emiten pequeñas cantidades de orina justo después del orgasmo, sino que otras pocas también secretan pequeñas cantidades de antígeno prostático específico, una sustancia presente en el eyaculado masculino que, en el caso de las mujeres, es producido por las glándulas de Skene, a las que podría considerarse como la próstata femenina.

Los hombres bajos tienen el pene más grande

Existen muchas supuestas reglas sobre la relación entre el tamaño del pene y otras partes del cuerpo. Desde la famosa regla de la L, hasta la correlación con el tamaño de los pies, son muchas las normas que han existido al respecto y, curiosamente, muchas se contradicen entre ellas, diciendo mucho de su credibilidad.

La regla de la L afirma que los hombres pequeños tienen miembros más grandes, y viceversa, mientras que también hay quién afirma que el tamaño del pene es directamente proporcional a la altura y el tamaño de los pies. Es decir, a mayor altura y mayor base de sustentación (tamaño del pie) más grande será el pene en términos longitudinales.

Con el fin de comprobar si esto era cierto, en 2002 se publicó en British Journal of Urology un estudio en el que se analizaba si existe alguna correlación al respecto, concluyendo que no se podía establecer ningún vínculo entre ambos factores.

Por otro lado, en 2015 la misma revista publicó un nuevo estudio en el que se analizaba el tamaño del pene de hombres de diferentes partes del mundo, con el fin de comprobar si las creencias existentes con respecto al origen étnico eran ciertas.

Como resultado, se derribó también este mito, pues se comprobó que, si bien el tamaño medio mundial del miembro flácido era de 9,16 centímetros, el de los hombres nigerianos era de 8,16, el de los jordanos de 9,3 y el de los alemanes de 8,6, de modo que no existían diferencias remarcables entre las diferentes tipologías.

Las mujeres de glúteos grandes son más inteligentes

Una mujer con glúteos tonificados por el entrenamiento siempre será apreciada como una mujer atractiva y de buena salud. Pero además, según un estudio de la Universidad de Oxford, las mujeres con glúteos más grandes tienen niveles más bajos de colesterol y glucosa; corren menos riesgos de sufrir diabetes. La investigación, liderada por el profesor Konstantinos Manolopoulos, confirma que las mujeres con traseros grandes son más inteligentes y más sanas. En el estudio se analizaron los datos de más de 16 mil mujeres y se constató que la proporción ideal entre cadera y cintura es de 0,6 y 0,7.

La investigación descubrió que los ácidos grasos Omega 3 que se acumulan en las nalgas intervienen en el desarrollo y el buen funcionamiento del cerebro.

El estudio también arroja otras conclusiones asombrosas como que los hijos nacidos de madres con caderas más anchas son intelectualmente superiores a los hijos de madres de caderas estrechas.

El sexo perjudica el rendimiento deportivo

No es un mito que los deportistas, sobre todo los de élite, tienen prohibido mantener relaciones sexuales antes de una contienda importante. Uno de los primeros en posicionarse contrario a esta creencia fue el futbolista Ronaldinho, que en 2013 aseguró en una entrevista en la revista Playboy que suele tener sexo antes de casi todos sus partidos

Con el fin de contestar a esta pregunta, un equipo de investigadores de la Universidad de Florencia publicó en Frontiers of Psychology un estudio en el que analizó los nueve trabajos publicados sobre el tema en los últimos 60 años.

Como resultado, concluyeron que los datos en los que se basaban estos estudios eran meras anécdotas y que no tenían rigor suficiente para afirmar que haya una influencia negativa del sexo sobre el rendimiento deportivo.

Sin embargo, tampoco podían asegurar lo contrario. Sí que es verdad que puede tener influencias positivas a nivel psicológico y que, lógicamente, un ejercicio sexual muy intenso puede mermar las fuerzas de cara a un esfuerzo deportivo.

Por lo tanto, un poco de sexo ligero puede ayudar a afrontar el deporte con ánimo positivo y puede que también mejore el rendimiento.

Nariz grande equivale a pene grande: confirmado

Existen todo tipo de reglas que intentan correlacionar el tamaño del miembro masculino con el de otras partes del cuerpo, por ejemplo, existe la idea que relacionan directamente el tamaño del pene con el de la nariz.

Un equipo de científicos japoneses llevó a cabo un estudio, que ya puede leerse en Basic and Clinical Andrology, en el que analizan estas y otras dimensiones en los cuerpos de 126 personas fallecidas. La conclusión es que sí parece haber algo de verdad en esta norma, aunque aún falta mucha investigación al respecto ya que solo se corresponde con el tamaño del pene estirado.

No ocurría lo mismo con el pene fláccido. Esto, según los investigadores, se debe a que un miembro pequeño en estado de flaccidez puede ser más elástico que uno más grande. Tampoco encontraron correlación con la masa o el tamaño de los testículos.

El himen sólo se rompe en el primer coito

El himen, esa pequeña membrana femenina que tantos aciagos días trajo a las mujeres de todas las culturas (no solo la judeo-cristiana) a lo largo de la historia de la humanidad, por relacionársela directamente con las incólumes virtudes virginales de las candidatas al matrimonio, es una “telita” que se esconde en la entrada de la vagina y que, al no tener ninguna función conocida, se ha asociado cultural e históricamente a la pureza y a castidad.

Pero lo cierto es que muchas actividades cotidianas pueden romper esa membrana, tales como hacer ejercicio, usar tampones o andar en bicicleta.

Una vagina grande indica promiscuidad

Hasta acá, lo único grande en cuanto a la sexualidad femenina es la imaginación de los hombres. Muchas veces se equipara la calidad humana de una mujer a la vida sexual que lleva, siendo más reprochable la actitud de aquella que (en teoría) tiene más sexo que otras mujeres. En gran medida esto viene de la mano de la idea que al mantener relaciones con un hombre de pene grande le agrandará la vagina, siendo cada vez mayor el tamaño cuanto más encuentros tenga.

Sin embargo, la doctora Sari Locker afirma en su blog sobre educación sexual, que los músculos de la vagina se ensanchan en este tipo de relaciones, pero justo después vuelven a su tamaño original, sin cambios permanentes.

Además, según un estudio publicado en 2006 en Human Reproduction, en el que se analizaron por resonancia magnética las vaginas de un grupo de 28 mujeres, el número de encuentros sexuales no tenía nada que ver con el tamaño.

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