Según la Organización Mundial de la Salud el agua contaminada causa 485.000 muertes por diarrea anuales, ocasionando 80% de las enfermedades infecciosas y parasitarias gastrointestinales. En estos casos, el agua es vehículo de microorganismos patógenos, tales como Vibrio cholerae, Shigella dysenteriae, Salmonella Typhi y Paratyphi.
El agua es un nutriente vital para los seres vivos, constituye alrededor del 70% de la composición del cuerpo humano, por esto se recomienda beber al menos 8 vasos o 2 litros diarios de agua segura (https://bancos.salud.gob.ar/recurso/guias-alimentarias-para-la-poblacion-argentina).
Sin embargo, consumir agua contaminada o no potable es una de las principales causas de enfermedades diarreicas, un importante factor de morbimortalidad en lactantes y niños y responsable de la pérdida de miles de días de trabajo al año en adultos, además de ocasionar cuantiosos gastos en atención médica (https://www.argentina.gob.ar/salud/ambiental/agua). Según la Organización Mundial de la Salud el agua contaminada causa 485.000 muertes por diarrea anuales, ocasionando el 80% de las enfermedades infecciosas y parasitarias gastrointestinales. En estos casos, el agua es vehículo de microorganismos patógenos, tales como Vibrio cholerae, Shigella dysenteriae, Salmonella Typhi y Paratyphi, Enterovirus, virus de la hepatitis A, Giardia lamblia, Entamoeba histolytica.
En la actualidad hay muchas regiones, tanto a nivel nacional como provincial, que carecen de agua potable. Además, existe una creencia popular que pone en duda la calidad del agua corriente. En consecuencia, se recurre al uso de filtros purificadores o al consumo de agua envasada, tanto en hogares como en oficinas, instituciones y/o empresas, por considerarla un producto natural, símbolo de un estilo de vida sano y más segura. Es así, que en toda América latina el consumo de agua embotellada ha aumentado en los últimos años, lo que se acentuó durante la pandemia debido al cambio en los hábitos de la población (https://www.scidev.net/america-latina/data-visualisation/america-latina-pandemia-cambio-habitos-de-consumo-de-agua/). En nuestro país se consumen aproximadamente en promedio 22 litros anuales de agua mineral por persona (https://claves.com.ar/reporte/12043-informe-del-mercado-de-agua-envasada).
La calidad del agua envasada se encuentra regulada en el Código Alimentario Argentino (CAA), capítulo XII, artículo 983, Bebidas hídricas, agua y agua gasificada (https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/anmat_caa_capitulo_xii_aguas_actualiz_2021-08.pdf).
Se define agua de bebida envasada o agua potabilizada envasada a un agua de origen subterráneo o proveniente de un abastecimiento público, al agua que se comercialice envasada en botellas, contenedores u otros envases adecuados, provistos de la rotulación reglamentaria y que cumpla con las exigencias del presente artículo. Se incluyen como parámetros microbiológicos: recuento de bacterias Coliformes Totales (RCT), Recuento de Bacterias Mesófilas (RBM), Ausencia de Escherichia coli y de Pseudomonas aeruginosa. El RBM muestra el grado de contaminación de un agua (máximo 500 UFC/ml), valores mayores al establecido indican un tratamiento de potabilización ineficiente, alto crecimiento de microorganismos en las instalaciones, malas condiciones de higiene durante la elaboración, envasado, transporte y/o comercialización del producto. Es uno de los indicadores más fiables y sensibles de la ineficacia de la desinfección. El RCT en agua indica un inadecuado tratamiento de potabilización o recontaminación. En el caso de E. coli, no es aceptable su presencia ya que es indicador de contaminación fecal. En cuanto a P. aeruginosa, si bien su presencia en aguas envasadas no representa un problema sanitario para la población general, puede serlo en personas susceptibles. Es considerada un indicador de higiene y de eficiencia del tratamiento de desinfección, además, su presencia es una alerta temprana de la formación de biofilms.
Hay estudios que muestran el incumplimiento de estos parámetros, reflejando una inadecuada calidad microbiológica de las fuentes de agua de donde proceden y/o un deficiente control del proceso en las plantas envasadoras, siendo un riesgo para la salud del consumidor. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) realizó en 2018 una Campaña de Aguas Envasadas cuyo objetivo fue la fiscalización de los establecimientos embotelladores en el territorio argentino. De las 255 auditorías el 27,4% poseían incumplimientos del tipo higiénico-sanitarios y edilicios. En cuanto al agua el 18,7% excedía el RBM, el 8,8% sobrepasaba el RCT, en el 2,7% desarrolló E. coli y en el 17,4% P. aeruginosa. Otro antecedente data del año 2011, donde el INTI evaluó 15 marcas comerciales de agua envasada y la mitad superaron el RBM permitido (https://cyt-ar.com.ar/cyt-ar/images/5/5c/Aguas_de_mesa2011.pdf).
En otros casos, el incumplimiento microbiológico puede deberse a suciedad acumulada en los dispensers. En la Facultad de Ciencias Agrias, en 2014, existían más de diez dispensers de agua frío-calor distribuidos en los pasillos. En uno de ellos, los usuarios percibieron olores y sabores desagradables, lo que desencadenó la evaluación de la calidad microbiológica, según el CAA, del agua procedente del dispenser afectado, así como de un bidón cerrado. El RBM del agua proveniente del dispenser superó ampliamente el valor máximo establecido, lo que hace sospechar que las bacterias allí presentes eran las responsables de la alteración de las características organolépticas del agua. Si bien, el RBM en el agua del bidón cerrado cumplía con la legislación vigente, dado que la diversidad bacteriana fue similar en ambos casos, puede suponerse que el continuo uso de estos recipientes favorece la formación de biofilms. Por lo tanto, es indispensable una correcta higiene del envase, en forma periódica, para garantizar la calidad del agua, al menos cada vez que se realice el cambio del bidón. Para ello se proponen los siguientes pasos:
- Vaciar el excedente de agua que queda acumulado en el dispenser, tras retirar el bidón vacío.
- Higienizarlo con una esponja nueva, sin productos limpiadores. Luego enjuagar con agua.
- Llenar el recipiente del dispenser con agua y agregar 15 gotas de lavandina.
- Dejar actuar ocho minutos y vaciarlo por ambas canillas frío y calor. Enjuagar con agua.
- Antes de colocar el bidón nuevo rociarlo con alcohol al 70%, en especial, en la zona del pico que apoya en el recipiente. (https://www.ospat.com.ar/blog/salud/agua-envasada-un-riesgo-para-la-salud-y-un-problema-para-el-ambiente/).
En función de lo expuesto, podemos concluir que, el consumo de agua envasada es seguro, siempre y cuando el sistema de abastecimiento y conducción sean sometidos periódicamente a operaciones de limpieza y desinfección.
(*) Esta nota se hizo en colaboración con las siguientes profesionales: María Laura Sánchez, ingeniera agrónoma; Marcela Bernardi, licenciada en Bromatología y Cora Dediol, ingeniera agrónoma.
*La autora es Bioquímica-Cátedra de Microbiología Fac. Ciencias Agrarias-UNCuyo.
*Producción y edición: Miguel Títiro - mtitiro@losandes.com.ar