La muerte de la ovejera alemana Ruca causó un gran dolor entre los mendocinos el miércoles pasado. La perra, de la considerada línea de trabajo y quien había nacido el 2 de julio de 2009, falleció a los 13 años y mientras ya disfrutaba de su merecida jubilación, en especial luego de que durante casi 6 años fuera protagonista principal en distintos operativos y procedimientos policiales, además de pieza clave en la resolución de distintos casos judiciales resonantes de Mendoza. El más importante de ellos fue, sin duda, el del doble homicidio cometido por el israelí Gil Pereg, quien en enero de 2019 asesinó a su tía y a su madre y las enterró en el patio de su casa en Guaymallén. Y es que fue Ruca, quien integraba un binomio de búsqueda de personas junto a Ayelén Castro, fue quien señaló el lugar exacto donde estaban enterrados los cuerpos de las dos mujeres. Ese importante hallazgo permitió resolver uno de los casos más impactantes de la historia judicial y policial de Mendoza.
Pero este hecho fue uno de los tantos episodios en que la ovejera tuvo un papel fundamental. Y por esto mismo es que la propuesta de un fiscal del Sur de Mendoza -quien aclara que no lo plantea en su rol de fiscal, sino como ciudadano corriente- pareciera ser un justo y merecido homenaje para la perra Ruca. “Por la cantidad de condenas que consiguió Ruca y por la cantidad de homicidas que puso tras las rejas, debería tener una estatua en la puerta del Polo Judicial”, escribió en Facebook el fiscal de San Rafael, Javier Giaroli. Lo hizo precisamente en una foto que compartió Ayelén para despedir a su gran compañera.
“A Ayelén la conozco mucho por el trabajo que hicieron con Ruca, y siempre me pareció asombrosa la predisposición, la capacidad y el trabajo increíble que hacían, más teniendo en cuenta que fue ad honorem. El trabajo en estos casos me llevó a tener contacto con ella, y Ruca fue fundamental en la resolución del crimen de Mariana Vedia también, entre otros casos trascendentes”, explicó Giaroli a Los Andes.
Aunque el fiscal Giaroli no llegó a trabajar junto al binomio de Ruca y Ayelén -ya que su actuación se circunda a San Rafael y Malargüe-, sí trabajó con otro joven y su perro (un border collie), quienes -como binomio- también fueron claves en la resolución del asesinato de un hombre en manos de su hijo.
“Los perros son incorruptibles, son realmente lo más. No le tienen miedo a las presiones ni a quién es el defensor o el acusado. La idea del reconocimiento con una estatua fue algo espontáneo que se me ocurrió, porque Ruca merece un reconocimiento por la cantidad de gente que metió tras las rejas. La capacidad operativa de Ruca supera a la de varios fiscales”, destacó el fiscal de San Rafael, quien dejó en claro que es una propuesta y una idea que surgió como algo personal.
“No sé qué palabra usar, ¡me llenaría aún más de orgullo que tuviera una estatua! Ruca fue una perra que marcó el camino, demostró que un perro bien entrenado puede colaborar y contribuir con la Justicia. Ella ya es eterna, pero hacerle un monumento en su homenaje sería recordar lo importantes que son nuestros amados perros de servicio, a quienes consideramos compañeros irremplazables”, reflexionó por su parte Ayelén Castro.
Una perra que dejó su huella
Desde su primer día de vida, Ruca tuvo en claro que tenía su destino escrito: dejar su huella -literalmente- y, con su aporte, ayudar a los demás. Casi diez años después de su nacimiento (julio de 2009), en enero de 2019, fue ella quien dio con la pista clave que permitió esclarecer el terrible doble crimen por el que fue condenado el israelí Gil Pereg en Guaymallén.
Ruca no sólo logró identificar el lugar exacto en el que estaban enterradas las mujeres sino que, minutos antes, había detectado manchas de sangre en unos ladrillos y bolsas de cemento.
El 13 de octubre de 2021, Ruca tuvo su merecido acto de retiro. “Estos perros se retiran más por una cuestión física, pero no emocional. Lo que es seguro es que Ruca va a seguir con su vida de mascota, aunque sin entrenamiento. De la misma manera en que se jubilan los humanos”, sintetizó Ayelén Castro en la previa del emotivo acto de retiro.
La ovejera y Ayelén integraron lo que se conoce como binomios de búsqueda (debe su nombre a que lo integran una persona y un can). Miembros del grupo ESCAM, ambas hicieron historia a lo largo de más de cinco años.
“Nos convertimos en binomio certificado como tal cuando rendimos el examen del Ministerio de Seguridad de la Nación, el 10 de diciembre de 2016. Ruca fue la segunda perra en integrar el registro nacional en el país, mientras que fue la primera de Cuyo”, sintetizó hace unos meses Ayelén quien, tras ser certificada en el mismo momento que la perra, se convirtió en la primera mujer en entrar al Registro Nacional de Binomios.
“Cuando Ruca tenía solo dos años, obtuvo la certificación LETS, que es una especialidad en detección de restos humanos y que brinda una organización de Estados Unidos”, destacó.
La historia de Ruca y los casos más resonantes
Criada como ovejera alemana de línea de trabajo desde su nacimiento, 70 días después de que la perra viera la luz, Ayelén fue a buscarla. “Desde el primer día en que llegó a casa arrancamos con un entrenamiento especial. Son entrenamientos que se hacen a través del refuerzo positivo, porque nunca se los obliga o fuerza, sino que es por medio del estímulo que se trabaja. Se trabaja e incorporan aromas y estímulos”, explicó Ayelén.
Aunque la participación de Ruca en el hallazgo de los cuerpos de la madre y la tía de Pereg -en 2019- fue el caso que más exposición pública e internacional tuvo, la perra y Ayelén fueron fundamentales en distintos procedimientos que permitieron esclarecer otros recordados hechos policiales en Mendoza también.
“El primer caso en que participamos ya como binomio certificado fue en 2017, en el caso de Marina Vedia. Era una mujer que estaba embarazada, fue asesinada y su cuerpo fue hallado desmembrado.
En ese procedimiento, antes de que se encontrara el cuerpo de la víctima, Ruca marcó el baúl donde había estado encerrada la mujer mientras se requisaba el auto de su ex pareja. Luego fue hallado el cadáver y se comprobó que María había muerto tras ser golpeada con un elemento contundente”, reconstruyó Castro sobre aquel procedimiento.
La perra, además, marcó el arma con que había sido golpeada y asesinada la víctima: una masa. “Cuando hicieron la prueba luminosa para identificar las manchas hemáticas (de sangre), se comprobó que el arma había sido justamente la masa. Ruca la marcó antes, y en ese lapso se comprobó que la mujer había estado encerrada en el baúl”, continuó Castro.
En junio de 2018, el asesino -identificado como Luis Alberto Araujo (36)- fue condenado a prisión perpetua por el crimen de su ex pareja, Marina Vedia.
También en 2018, la ovejera alemana Ruca fue uno de los eslabones claves para lograr encontrar el cadáver de Concepción Arregui, la mujer chilena que fue asesinada por su pareja y cuyo cuerpo fue arrojado por el asesino -Roberto Aduano- al dique Potrerillos. Y, ya con el cuerpo, el caso pudo ser esclarecido.
“La detección de restos humanos en agua tiene algunas características especiales. En estos casos, el perro marca un perímetro específico y suele ser allí donde se encuentra el cuerpo”, explicó Castro sobre este caso.
Sobre el caso Pereg y el protagonismo de la perra, su compañera también se detuvo en algunas especificaciones. “En esa oportunidad, lo primero que marcó Ruca, y que demostró que es una perra bien entrenada, fueron unos ladrillos y bolsas de cementos en los que había manchas de sangre. Luego, con más tiempo y ya con la zona delimitada, marcó la zona en la que estaban enterrados los cuerpos de las mujeres”, siguió Ayelén.
En todos estos procedimientos en que intervienen binomios de personas y perros, luego de que uno de los canes realiza un hallazgo sospechoso por medio del olfato, debe recorrer el lugar otro perro (que se conoce como perro de remarcado). En pocas palabras, un primer hocico marca y el segundo reconfirma.