Mendoza volvió a vivir casi como en la “vieja normalidad”

Las flexibilizaciones que dispuso la Provincia hicieron que muchos salieran a disfrutar el Centro y los parques. También se llenaron los clubes. Distanciamiento y barbijo, siempre presentes.

Mendoza volvió a vivir casi como en la “vieja normalidad”
Las veredas de la avenida San Martín lucieron colmadas ayer por la mañana como en los viejos tiempos. / Ignacio Blanco

“Revolution” se denomina el grupo de whatsapp de Belén, Melisa, Ana y Julieta, amigas y compañeras de trabajo en el Conicet, que hacía casi cuatro meses que no se veían y ayer organizaron un almuerzo en el parque San Martín con hijos incluidos. “Por fin somos un poco más libres”, reflexionó Belén, quien está a favor de las nuevas medidas del Gobierno porque, exclamó, “la sociedad no da más”.

Así, el primer sábado de circulación sin restricciones y con el retorno de las juntadas familiares no pudo haber sido más exitoso. El clima fue inmejorable hasta que empezó el Zonda y las postales se asemejaron más a las de cualquier día de la “normalidad” previa al 20 de marzo que a las típicas de la cuarentena que rige desde ese día y que podría volver en su versión más estricta si el Presidente confirma en un nuevo decreto lo que dijo en su discurso del viernes.

Desde muy temprano, todo lució diferente en el Gran Mendoza, aunque la concurrencia masiva sin dudas se percibió más al aire libre. Como se sabe, las nuevas disposiciones abarcan viernes, sábados y domingos hasta las 23. Ayer, pasado el mediodía, con el distanciamiento obligatorio y los habituales barbijos, nadie quiso perderse el día y afloraron, tal vez como nunca, automóviles, bicicletas, patines, monopatines y muchísima gente caminando y trotando.

“Salir con amigas, divertirte, charlar, todo eso renueva y brinda energía en medio de tantas pálidas y malas noticias que se escuchan todo el tiempo en los medios de comunicación”, agregó Melisa, una de las amigas del grupo del Conicet.

Eso sí: el barbijo y los cuidados ya forman parte de la vida cotidiana, por eso todas coincidieron en que debemos aprender a convivir con esta nueva modalidad.

A las 12, el carrito “La fuente del parque”, de Berna Barbera, explotaba de gente. Claro, ya no hubo que presentar documento. Para conseguir mesa, hubo que esperar un largo rato durante todo el día.

Con una sonrisa de oreja a oreja, Daniel y Betsabé Gallo sacaron a relucir su kayak blanco para practicar su deporte favorito en el Club Regatas.

“Pensé que, como se hizo en la primavera, el Gobernador iba a dar marcha atrás durante el fin de semana largo. Pero no, y estoy contentísimo”, dijo Daniel, para agregar, no obstante, que es consciente de esta realidad que cambió al mundo y que si bien tiene muchas ganas de visitar a su familia en Tupungato, son adultos mayores y prefiere ser prudente.

Gerardo, lavacoches del Parque, también tuvo un día de parabienes después de meses de “remarla” como pudo. “Espero que esto siga así, que la gente se comporte y que los días colaboren”, dijo. A 300 pesos por vehículo, cerca de las 15 ya había logrado un ingreso digno en relación a los meses pasados, que fueron para el olvido.

Los carritos de todos los rubros -licuados, alfajores, garrapiñadas, gaseosas y copos de algodón- se vieron concurridos pero en “modo pandemia”.

“El distanciamiento llegó para quedarse”, sostuvo Mariel, en medio de un paréntesis en su tarea, y agregó la necesidad imperiosa de todos los comerciantes de poder ir volviendo, de a poco, a la normalidad.

Los distintos clubes del Gran Mendoza también volvieron a la actividad con el regreso a las canchas de todas las categorías. “Desde los 5 a los 17 años, hoy recibimos a todos los chicos. Es un mundo de gente, pero siempre aplicando el protocolo”, advirtió un dirigente del club Los Tordos, sorprendido por la convocatoria.

Los barrios privados de Mendoza también emitieron comunicados dando cuenta de la autorización para realizar reuniones familiares.

Al mediodía y después de siete meses, en Dalvian, por ejemplo, se observaba una extensa fila de automóviles en el acceso de visitantes.

“Claro que estoy feliz. El aislamiento nos tiene angustiados y a veces pienso que a nuestros padres los afecta más la falta de contacto que el propio virus”, dijo Silvina, que al mediodía recibió a sus padres y hermanos.

La otra postura “Me siento vulnerable, no estoy de acuerdo”

“Decretar esta apertura no hará más que generar nuevos casos de Covid19 y complicar el panorama”. Así de tajante se mostró Roxana, divorciada, de 63 años, que dijo sentirse preocupada, en particular, por la falta de camas en los hospitales.

“Si no tenés un amigo médico o un contacto en algún hospital, será muy difícil ser bien asistido. No tengo ninguna patología de base pero de todos modos me cuido muchísimo y no veo empatía ni conciencia social. Tengo tres conocidos que han fallecido por el virus, se relajaron y así fue como se contagiaron”, relató.

“Me siento vulnerable, no estoy de acuerdo con estos permisos. Recibo críticas de mis amigas y amigos, que piden a gritos volver a ser libres, pero no me importa”, señaló. “Lamento no poder ver a mi hijo y mis nietos, que viven en San Luis, y estoy convencida de que con estas medidas, más lejos estoy aún de hacerlo”, aseguró.

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