Durante 2020, con el ingreso del virus Sars CoV-2 al país, el sistema de salud se abocó a resolver la emergencia sanitaria y en ese marco, se suspendieron las cirugías programadas. Luego, cuando la demanda por Covid-19 lo permitió, se habilitaron paulatinamente, pero con limitaciones. Tal decisión implicó un retraso de este servicio, pero gracias a la pausa epidemiológica del verano, ahora el sistema de salud de Mendoza está casi al día.
Se trata de un tema para nada menor de cara a un posible rebrote, y justamente, lo que buscan es estar preparados ante la posibilidad de que la situación se complique nuevamente. “Hoy los quirófanos están autorizados”, subrayó Marcelo Salvatore, Director de Hospitales de la provincia.
“Estamos tratando de sacar la mayor cantidad de cirugías que podamos, atentos a la posibilidad del advenimiento de otra ola”, señaló, además.
Salvatore explicó que, durante la etapa más crítica, las autoridades sanitarias determinaban el cierre y la proporción en que se habilitaban las camas para todo el sistema. Así, cada efector tomó un valor histórico promedio de cirugías que realizaba por mes y se fue habilitando primero el 15% de ellas y luego más. Dijo que hoy no hay restricciones. Y aclaró que nunca se suspendieron las de urgencia (las que implican riesgo para la vida del paciente y las patologías de tipo tumoral).
Actualmente, “en general los servicios no tienen lista de espera, porque las que se pospusieron cuando se fue retomando la habitual rutina fueron las prioritarias”, detalló.
Como parte de la metodología, se busca concretar aquellas cirugías con corto plazo de estadía, entre otros requisitos, de manera tal que en 24 horas se pueda dar el alta.
El funcionario dijo además que, como estrategia, en algunos hospitales se ampliaron las horas de cirugía y que las agendas las arman las propias instituciones.
Por tomar un ejemplo, en el hospital Lagomaggiore generaron varias estrategias. Su directora, Roxana Cabrera, contó que a fin de año comenzaron a ponerse al día con las listas de espera. “El plan quirúrgico actualmente es muy ambicioso: tenemos quirófanos de guardia, más otros habilitados en el turno vespertino. La novedad es el hospital de día, donde el paciente se interna a las 7 de la mañana y se va alta en la tarde (hasta las 19)”, contó. “Estamos trabajando listas de espera por si viene la segunda ola”, subrayó.
Complejidad
Desde el sector público señalan que prácticamente no hay atraso. Desde el privado destacan la mejora, pero reconocen que persisten ciertas dilaciones.
“La situación es multicausal”, dijo el doctor Rodolfo Torres, coordinador médico de la Asociación de Clínicas y Sanatorios Privados (Aclisa). “Las cirugías se han ido poniendo al día, el tema es que las programadas del año pasado se transformaron en urgencias y esas que llegan tarde han requerido más días de internación, más de terapia, que a su vez sobrecargan el sistema en general”, explicó.
Hay variables que inciden sobre este escenario. Por la pandemia se redujeron drásticamente las consultas médicas: se estima que en un 70%, por las restricciones a la circulación, el temor de muchos a salir e incluso a ingresar a efectores de salud.
Esto implicó que cuando la circulación del virus se atenuó, las personas volvieron de a poco al médico y esto implicó una demanda mayor de la esperada para la época de verano.
Por otra parte, muchos que presentaban enfermedades crónicas postergaron sus controles y las dilaciones hicieron que las personas llegaran al sistema de salud en peores condiciones, con cuadros agravados e incluso críticos. “La gente consulta tardíamente por el temor a ir a los hospitales y eso va recalentando todo el sistema de salud”, reconoció Torres.
Las ventajas de la “pausa epidemiológica”
Si bien por el momento la situación epidemiológica de Mendoza respecto al Covid-19 se mantiene tranquila, tras un amesetamiento de casos que se sostiene desde diciembre, hay una muy leve tendencia al repunte. Pero, además, están los pronósticos: los especialistas advierten que el rebrote y una segunda ola serían inevitables.
Sin embargo, hay ciertas condiciones que podrían intervenir en positivo. La vacunación, que ha priorizado a trabajadores de la salud, evitaría que se enfermen de Covid-19 y por ende, evadir lo que sucedió el año pasado cuando los equipos quedaron diezmados y sobrecargados.
Por otra parte, la vacunación también ha priorizado a adultos mayores de 70 años, quienes tienen más chances de presentar cuadros graves y requerir hospitalización. Esto podría implicar una reducción de la demanda. Sin embargo, de las cerca de 200.000 personas que se estima hay en Mendoza en esta franja etaria, se ha vacunado a casi 40.000. Por otra parte, de aquel total, sólo 105.000 se ha inscripto para recibir la vacuna de manera voluntaria. El resto, si no se inocula ni ha generado anticuerpos por haber tenido Covid-19 los seis meses previos, quedaría expuesto a una infección.
Para Rodolfo Torres, de Aclisa, con el ritmo actual de vacunación el impacto no sería tanto este año: consideró que es baja la proporción de población vacunada y recordó que los requerimientos de terapia intensiva comienzan a subir a partir de los 50 años y ese segmento, salvo que las personas tengan patologías que los incluya en grupos de riesgo, no ha sido alcanzado aún por una campaña de vacunación marcada por escasez de inoculantes.