El amanecer de este miércoles tuvo algo especial, una situación que se trasladó en cientos de fotos que adornan -y seguirán haciéndolo a lo largo de toda la jornada- las redes sociales, los grupos de WhatsApp y los diarios y sitios online: un bello y perfecto arco iris cruzando el cielo mendocino.
Como todo -o casi todo-, este fenómeno meteorológico y atmosférico tiene su explicación científica. A ella le dedicaremos un par de párrafos, ya que luego daremos lugar a aquella leyenda que atrae y atrapa a los más curiosos: la del tesoro al final del arco iris.
Científicamente hablando, este semicírculo o arco que combina siete colores amalgamándose entre sí en el cielo y dando lugar a una postal de ensueño se da cuando los rayos del sol se combinan con las gotas de lluvia (ya sea porque está lloviendo en el mismo momento o porque la precipitación se extendió hasta los instantes previos y las partículas de agua continúan suspendidas en el aire).
En ese sentido, si bien el sol produce luz de todos los colores; cuando combinamos la luz de todos esos colores mencionados, el resultado a la vista es de un único color: blanco. Mientras que si se procede al experimento inverso, es decir tomar la luz del sol y separarla (puede hacerse con un prisma de vidrio, por ejemplo); allí nos encontramos con los colores del arco iris diferenciados. Así las cosas, en el cielo las gotas de agua actúan entonces como pequeños prismas; por lo que cuando la luz del sol ilumina esas gotas de una manera determinada, la luz se separa en sus colores formando el arcoíris.
Al final hay recompensa
Por fuera de la evidencia científica, existe una leyenda que sostiene que al final de un arco iris hay una olla de oro y que, quien la encuentra, podrá disfrutar de esa riqueza por el resto de sus días. Si bien esta leyenda tiene su origen en Irlanda y otros países o regiones con raíces celtas; en tiempos de globalización no existen fronteras que actúen como barreras. Por lo que las calderas con monedas de oro al final del arco iris pueden situarse en Irlanda, en Botsuana y en Mendoza, al oeste de Argentina.
De acuerdo a la mencionada leyenda -que tiene su fundamento en un motivante para que niños (y no tan niños) saliesen a disfrutar del aire libre una vez pasada la lluvia-; son los leprechauns quienes se encuentran al final de cualquier arco iris. Estos misteriosos duendes de barba pelirroja (protagonistas centrales de la mitología y leyendas celtas) y que suelen ser huidizos y por demás resguardados; también abandonan su secreta existencia cuando aparecen los arco iris.
Y no solo que salen a la luz ellos y su diminuta existencia, sino que -siempre de acuerdo a la leyenda- suelen hacerlo con sus calderas repletas de monedas de oro; las cuales se ubican al final de cualquier maravilloso arco iris. Hacerse con esta fortuna era -y es- el incentivo al que recurren los adultos en las tierras celtas para convencer a los más pequeños de salir a jugar nuevamente, una vez que pasaban las intensas lluvias.
Escurridizos
Si el hecho de intentar seguir la trayectoria de un arco iris hasta dar con su punto cúlmine asoma como una misión cuasi imposible, a la meta de dar con el tesoro se le agregaba una dificultad aún mayor. Y sí, salvo que uno gane la lotería; hacerse con una fortuna nunca ha sido un asunto sencillo.
Y es que, de acuerdo a la leyenda irlandesa, los leprechauns no son seres muy sociables ni amigables; por lo que, ni bien perciben la proximidad humana, se escurren a toda velocidad y vuelven a esconderse -con tesoro incluido-. Y volver a dar con ellos y con un arco iris se torna más dificultoso aún.
Aunque estemos a decenas de miles de kilómetros de Irlanda y de otras tierras celtas; la leyenda tiene validez y vigencia en Mendoza. Por lo que si en el transcurso de la mañana de hoy nos cruzamos por la Peatonal, las calles céntricas, las veredas de los barrios o las plazas de la provincia con algunos mendocinos con vista posada en el cielo, entendamos que no se trata de meros despistados. Quizás sean personas con todos los sentidos en alerta para dar con la olla de monedas de oro. Y salvarse de por vida.