“Lucio era un amor. Era divertido, nunca se acostaba ni se levantaba llorando; jamás. Nos va a quedar siempre el saber que, mientras estaba con nosotros, era feliz. Porque estaba alejado de esas cuatro paredes en las que vivía encerrado en un infierno”.
Quienes hablan, con la voz entrecortada, silencios prolongados y la mirada perdida -por momentos- son Ramón Lucio Dupuy (57) y Silvia Noemí Gómez (54). Pampeanos, ambos, son los abuelos del pequeño Lucio Dupuy, quien fue asesinado por su madre y la novia de ella el 26 de noviembre de 2021.
Ramón -como llaman al hombre- tiene su carrito pochoclero y se instala en la plaza de General Pico los fines de semana. Silvia, por su parte, es locutora y tiene un programa de radio en esa ciudad del noreste de La Pampa.
Sin embargo, el motor para no aflojar y que los moviliza hace un año y 7 meses es la cruzada que encabezan para que todas las provincias argentinas adhieran a la Ley Lucio (27.709). Se trata de la normativa que se aprobó en el Congreso y luego del asesinato de su nieto, por el que fueron condenadas a prisión perpetua en febrero Magdalena Espósito Valenti (madre de Lucio) y su novia, Abigaíl Páez como autoras del crimen del niño de 5 años.
“Todavía no hemos podido hacer el duelo y llorar a Lucio como necesitamos, no hemos parado ni un día desde que asesinaron a nuestro nieto. Ya podremos hacerlo, una vez que adhieran todas las provincias. No vamos a descansar hasta entonces”, agregan los abuelos paternos del niño cuya muerte enluteció a todo el país.
Por iniciativa de los diputados Enrique Thomas y María José Sanz -que se suma a otras propuestas de adhesiones ya existentes-, se presentará mañana un proyecto de adhesión provincial a la Ley Lucio. Mendoza se adherirá así a la reglamentación nacional, orientada a abordar los casos de violencia infantil.
“La Ley Lucio se basa en lo que le pasó a nuestro nieto y apunta a que no vuelva a suceder algo similar, a que no se vuelva a fallar en todo lo que se falló y a que no existan más Lucios. Nosotros tuvimos la desgracia de que falló todo el sistema”, destacan los abuelos del niño.
El triste caso de Lucio
El 26 de noviembre de 2021, los médicos de un centro de salud de Santa Rosa (La Pampa) constataron la muerte del niño de 5 años. En los últimos 3 meses habían registros de 5 ingresos a distintas guardias de efectores de salud, por golpes, fracturas y traumatismos.
El día de la muerte de Lucio Dupuy, su madre y la novia relataron que al niño lo había golpeado un ladrón que había ingresado a robar a la casa y que ello le había ocasionado la muerte.
“Gracias a un policía que se dio cuenta que había algo más pudimos saber lo que ocurrió realmente”, acota Ramón, abuelo del niño, en diálogo con Los Andes. Y define a las asesinas como “psicópatas”.
“Inventaron todo, comprendiendo lo que habían hecho ellas mismas. El objetivo que tenían era que Lucio desapareciera. A Lucio lo mataron porque era varón y eso les molestaba. Hay 6.000 hojas de chats en el expediente que lo confirman”, agregan los abuelos de Lucio.
En la autopsia se confirmó que el niño había muerto a raíz de una violenta golpiza, y la Fiscalía llevó a juicio a Valenti Espósito y a Páez con la imputación por homicidio, por “maltrato crónico” y por “agresiones físicas y sexuales”.
En la actualidad, las dos condenadas a prisión perpetua se encuentran detenidas y alojadas en el mismo establecimiento penitenciario.
“Es inviable que estén juntas. Ellas destrozaron a Lucio y, a un año y 7 meses del asesinato, están llevando una vida normal y juntas. Tampoco vamos a parar hasta conseguir que las separen”, agrega por su parte Silvia, quien aclara que no le interesa tener contacto con la mamá biológica de Lucio.
Lucio Ramón Dupuy (precisamente el hombre por quien el niño llevaba ese nombre) y Silvia Noemí Gómez son los padres de Cristian Dupuy, papá de Lucio. Según relatan, Cristian sigue con su vida como puede.
“Está con tratamiento psicológico y psiquiátrico, y nosotros lo estamos conteniendo como familia. El tiene su propia familia, con dos hijas, y sigue trabajando. Pero tiene bajones”, se explaya Silvia.
En 2019, cuando el niño tenía 3 años, Cristian Dupuy y Magdalena Espósito Valenti se separaron. Por entonces, él trabajaba en Luján (Provincia de Buenos Aires), mientras que ella no tenía un trabajo estable. Al comienzo, Lucio se quedó en General Pico, en la casa de sus tíos paternos: Maximiliano Dupuy (hermano de Cristian) y Leticia Hidalgo. Este acuerdo fue homologado por la Justicia, con el consentimiento de los padres del niño.
Mientras tanto, Magdalena había fijado domicilio en Santa Rosa. Es decir, Lucio estaba con su padre cuando él regresaba a General Pico, mientras que con su madre se comunicaba por videollamada.
La tenencia a su madre y el comienzo del fin
Así transcurrió 2019 y en enero de 2020, Espósito Valenti volvió a la Justicia a pedir la tenencia de su hijo. Argumentó que ya tenía un trabajo estable junto a su pareja.
“Ella abandonó a Lucio cuando tenía 1 año y 5 meses, lo dejó con nosotros y se fue de mochilera. Después de 2 años y de 7 denuncias falsas, de repente se acordó de que tenía un hijo y quiso pedir su tenencia. Ahí se la dieron”, describe Ramón Dupuy. En este momento entró en escena la jueza Ana Clara Pérez Ballester, muy cuestionada por los abuelos de Lucio.
En un primer momento, la magistrada fijó que Espósito Valenti pudiese ver a su hijo cada 15 días, por lo que -fin de semana por medio- el padre lo llevaba a Santa Rosa el viernes por la tarde para que estuviera con su madre, y lo iba a buscar de nuevo el lunes a primera hora. Hasta que, un día, Lucio no regresó más con la familia Dupuy.
“La última vez que lo vi a Lucio fue para el Día del Padre de 2021. Mi hijo lo llevó conmigo y fue el mejor regalo que pude tener. Estuve todo el día jugando con él y después lo subí a la camioneta y fuimos al parque. De ahí, lo llevaron a Santa Rosa, a la casa de la madre. Y nunca más volví a verlo”, rememora Ramón, con la voz ahogada por las lágrimas contenidas.
Todos fallaron
Una vez que Lucio se mudó a Santa Rosa con su madre y la novia, las comunicaciones con sus abuelos se hicieron más esporádicas.
“Recibía mensajes de ella diciendo: ‘Lucio quiere hablar con vos’, y ya sabía que lo hacía para pedirnos plata. Entonces yo le pasaba lo que tenía y, cuando los recibía, de inmediato me hacía una videollamada. Estábamos 15 minutos hablando y riéndonos hasta que cortábamos. Pero si quería llamar en otro momento yo, me figuraba que estaba bloqueado”, reconstruye el abuelo de Lucio Dupuy. “Jamás lo tomé como una extorsión, porque yo por mi nieto daba lo que hiciera falta”, acota.
A los conflictos familiares se sumó, ya a mediados de 2021, un contexto especial: las restricciones en el momento más complicado de la pandemia. En La Pampa hubo confinamiento estricto y hasta severas sanciones para quienes deambularan por la vía pública sin estar entre los grupos exceptuados. De esta manera, fue muy difícil para la familia paterna de Lucio completar los casi 142 kilómetros que separaban a General Pico de Santa Rosa.
“Fuimos a pedir permiso para ir a Santa Rosa a ver y a buscar a nuestro nieto, y se nos denegó”, agregan los abuelos.
Para Ramón Dupuy y Silvia Gómez, fallaron múltiples actores. Desde la jueza que le dio la tenencia a la mujer hasta los encargados de advertir, dentro del sistema de salud que el niño había ingresado 5 veces a distintas guardias y con golpes.
Incluso, según relatan, el pequeño hacía dibujos en el jardín donde se advertía que algo no estaba bien en su entorno.
“El Caso Lucio desnudó todas las fallas del sistema. La jueza dijo que que nuestro nieto no iba a estar nunca mejor en otro lado que no sea con su madre y al año y 3 meses me lo trajo muerto”, sigue, compungido, Ramón.
La importancia de la Ley Lucio
Ramón Dupuy y Silvia Gómez crearon la Asociación Civil Lucio Abel Dupuy. Y desde este espacio impulsan la adhesión a la Ley Lucio.
“Hay que terminar con la idea de no meterse ‘por miedo’. A nivel nacional, existe la línea 102 que permite denunciar -anónimamente- cualquier situación de violencia infantil”, resumen.
La ley prevé capacitaciones a todos los funcionarios públicos, pero también para otros actores sociales, como clubes y comedores.
“A nivel nacional nunca nos llamó nadie de Nación ni del Ministerio de la Mujer. En La Pampa el gobernador (Sergio) Ziliotto dijo que no le iba a temblar la mano para echar a los responsables. Pero siguen todos los que estaban”, agrega Ramón.
“Como abuelo, enterrar a un nieto no tiene explicación. Cuando eso pasa, dejás la vida”, concluyen.
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