Santiago Gómez Centurión (33) es médico clínico del Hospital Lagomaggiore e integra el servicio de dicha especialidad, compuesto por 10 médicos que se hacen cargo de los controles internos, los consultorios y además, se ocupan de la internación de pacientes con Covid-19.
Pero no sólo eso, también trabaja en residencias, por lo que actúa a la par de otros médicos recibidos que están haciendo su especialización. “Nos hacemos cargo de la internación y consultorios de clínica médica. Además, nos encargamos de la internación de pacientes con Covid. Así que nos hemos dividido en diferentes grupos, uno “de Covid” y otro de “no Covid”, y nos vamos rotando quincenalmente. Es un trabajo complejo para todos lo que hacemos”, explicó Santiago.
El médico se recibió en 2012 y al año siguiente empezó a trabajar en el Hospital Lagomaggiore. Allí ingresó como residente y, cuando terminó sus cuatro años de formación, accedió a la jefatura de residente durante un año. Luego se desempeñó como médico prestador y, posteriormente, como médico de planta.
Además, contó que es docente de la Universidad Nacional de Cuyo y, junto con sus colegas, también recibe a los estudiantes que se están formando. “Todo eso lo hacemos en horas de la mañana, desde las 7.45 hasta las 13”, contó.
Pero su trabajo no termina allí, porque también – y ad honorem- trabaja los fines de semanas y feriados para cubrir la internación de los pacientes.
“Esto último no es reconocido económicamente, pero lo hacemos por la necesidad de atender a nuestros pacientes”, señaló. “Son 25 horas semanales las que nos pagan, pero son muchas horas adicionales. Y se hace mucho más que el trabajo asistencial, porque es trabajo docente en la especialización para la facultad, más lo administrativo y la gestión del servicio”, agregó.
Vocación por ayudar
Santiago reconoció que su trabajo le gusta por la vocación de querer ayudar a sus pacientes, de poder buscar en la gente el estado de salud que desea. De ayudarles a enfrentar sus enfermedades de la mejora manera, pero también para que sepan enfrentar sus últimos momentos de vida de la forma menos dolorosa posible.
“Es tratar de aliviar calidad de vida a las personas que enfrentan enfermedades terminales. También acompañamos mucho a las familias para poder darles la información de la manera más adecuada posible. Es una satisfacción que la gente logre la salud ante una enfermedad o que tengan un buen acompañamiento en lo crónico”, detalló.
En cuanto a su vida fuera del hospital, admitió que el nivel de cansancio es grande y el sueldo es muy escaso, por lo que todos tienen que trabajar, también, en lo privado. “El sueldo en un hospital público es muy bajo. No alcanza para nada”, remarca y asegura que la mayoría de sus colegas trabaja todas las tardes y los fines de semana en clínicas privadas.
Él, por ejemplo, atiende un consultorio en la Clínica de Cuyo y en este lugar también tiene un espacio de consulta para personas con sobrepeso y obesidad. Además trabaja en un centro de cirugía y obesidad, y en un centro de nutrición.
La pandemia y los cambios
Santiago cuenta que la pandemia trajo cambios en lo personal y en lo profesional. En lo profesional, porque tuvo que adecuar todo el trabajo a los días que hacía internación de Covid y “gestionar que no estuviéramos en sectores fuera de Covid el resto del tiempo”. También implicó la gestión del tiempo con su familia por el riesgo que significaba el hecho de acercarse a ellos cuando trabajaban con pacientes con coronavirus.
“Nos afectó el estar pensando en contagiarte todo el tiempo. Afectó en todas las esferas de cada uno de nosotros. Profesional, económica, psicológica y en la salud familiar”, describió el médico clínico.
Paralelamente, según contó, tanto él como sus colegas recibían –aun hoy les ocurre- muchos mensajes por el celular pidiéndoles más información sobre una afección o sobre el Covid. “Todo el tiempo te llegan mensajes de amigos, familiares, pacientes y conocidos –y a su vez también familiares, amigos y conocidos de ellos- consultándonos o con dificultades para acceder a los servicios. Teníamos que estar disponibles todo el tiempo para cualquier persona, y todo eso 100% ad honorem”, describió.
A ello se le sumó que les suspendieron las licencias para poder descansar, y recién este año lograron acceder a merecdidas vacaciones. Para Santiago, y para los médicos en general, fue un largo año y medio de trabajo.
Para terminar, dijo que algunos estudiantes de Medicina siempre le preguntan si está seguro de lo que está haciendo y, en chiste, les dice que se busquen otra cosa que les guste más. “Pero elegiría de vuelta esta profesión. No haría otra cosa porque no creo que nada me llene como la Medicina. Es desgastante, pero es una profesión que te deja muchas satisfacciones personales”, reflexionó.
Por último dijo que si bien cuando una persona busca un trabajo mira lo económico, su profesión es “supersatisfactoria” y, sobre todo, para los clínicos. “Es lo que mejor sé hacer, es lo que siento que hago bien, y la gente lo retribuye. El agradecimiento de los pacientes es incomparable”, finalizó.