Hace unos años, Pablo Triviño inició un emprendimiento que terminaría por convertirse en una pata fundamental para la educación y la seguridad vial. Todo comenzó con unas gafas que le permitían a adultos, adolescentes y niños vivienciar en primera persona la forma en que se ve cuando uno camina o conduce un vehículo bajo los efectos de bebidas alcohólicas o estupefacientes. Con estos primeros productos y experiencias integrales, Pablo Triviño y su hija, Martina, llegaron a las aulas de las escuelas mendocinas y hasta a la mismísima Agencia Nacional de Seguridad Vial, desde donde replicaron el modelo y organizaron diferentes capacitaciones y ciclos para darle difusión a los simuladores y a estas experiencias de concientización.
Actualmente, el emprendimiento de padre e hija se convirtió en una firma propia -SCV (Simuladores de Conducción Virtual)-; y el más reciente de los proyectos de los Triviño fue presentado con bombos y platillos el jueves pasado; en sintonía con el Día Nacional de la Seguridad Vial que se conmemora cada 10 de junio en el territorio argentino.
“Se trata de un ‘Simulador de Impacto’, que busca promover justamente el uso del cinturón de seguridad y su correcta colocación en todo momento. El cinturón de seguridad debe ser usado por todos los ocupantes del vehículo. En el caso de los niños y las niñas –además, y dependiendo de su edad- deben utilizar el sistema de retención infantil adecuado”, explico Pablo Triviño a Los Andes.
En primera persona
Desde sus inicios, la simulación real y virtual ha sido la especialidad de Triviño y sus trabajos; y siempre en primera persona y con experiencias verosímiles y en las que predomina más la realidad aumentada por sobre la virtual. Sus trabajos –que incluyen además la capacitación en escuelas y la educación- han sido reconocidos en Mendoza, Argentina y en el mundo entero.
“El ‘Simulador de Impacto’ es lo último que hemos hecho. Se trata de una estructura de simulador de 10 metros de largo por 2 de ancho, con una butaca, un cinturón de seguridad; y con el cual buscamos simular accidentes y concientizar a las personas sobre la importancia del uso del cinturón de seguridad”, destacó Triviño; quien resaltó que la presentación fue un gran éxito y quienes se subieron a experimentar bajaron realmente sorprendidos.
“Con este simulador logramos poner a la persona en una situación de siniestro a una velocidad máxima de de 5 km/h (que es muy baja si se tiene en cuenta las velocidades de circulación). A aquellas personas que subían, se les colocaba un cuello ortopédico y un cinturón de seguridad con todos los avales y protocolos. Y si bien a partir de los 10 km/h es que uno puede sufrir un latigazo cervical, con esa simulación a 5 km/h la gente ya salía sorprendida”, argumentó el desarrollador del proyecto.
Durante la presentación también simularon velocidades de más de 5 km/h; aunque para ello usaron maniquíes de adultos y menores y butacas de bebé. “Participó, además, un capacitador y en esas situaciones –con el maniquí- quedaba en evidencia cómo una persona saldría despedida al chocar a 25 o 30 km/h; y todo lo que puede generar el accidente”, agregó.
Cómo funciona
En los 10 metros de largo que tiene la estructura, la butaca se posa sobre dos rieles. Entre la parte alta y la parte baja hay un desnivel de 5 metros, y es sobre esta pendiente en la que se simula la velocidad de circulación y los efectos de un choque. La butaca, en tanto, está equipada con un cinturón de seguridad reforzado.
“En vez de hacerlo motorizado, hicimos el simulador eléctrico. Entonces, el sistema eleva el asiento a 5 metros de alto por intermedio de un malacate electrónico; y, según el desnivel que le demos al sistema mecánico del auto, es la velocidad que simulamos. Es decir, en base a la pendiente del carro y la elevación, es la velocidad. Y mientras de más alto parte la butaca, mayor es la velocidad simulada”, sintetizó Triviño; quien destacó que el impacto en la gente fue muy positivo; en especial de padres que intentaban concientizar a sus hijos sobre el riesgo letal de circular sin cinturón.
Las experiencias y simulaciones con personas no se hicieron desde el punto más alto de la estructura, sino que el límite fue el punto en el que se alcanzaba la simulación de 5 km/h. “La estructura se eleva y cae por el peso muerto. Al llegar a la parte más alta (5 metros de altura) y caer, ese es el equivalente de salir despedido hacia adelante”, agregó Triviño; quien insistió en que los casos más extremos se demostraron con maniquíes.
Del evento de presentación participaron también la Agencia Nacional de Seguridad Vial, la Municipalidad de Guaymallén y representantes de la ONG Estrellas Amarillas (familiares de fallecidos en siniestros viales).
Capacitaciones
Padre e hija participan periódicamente de capacitaciones en escuelas y otros espacios sociales. Junto a Pablo y a Martina Triviño trabaja un ingeniero –quien tuvo un papel fundamental en este simulador de impacto- y la psicóloga Silvana Belén Montivero; quien brinda las capacitaciones.
“Son siempre en primera persona, y abordamos problemáticas como el consumo de drogas y alcohol al volante; así como también los peligros del exceso de velocidad. Siempre apuntamos a generar conciencia en la sociedad”, concluyó Pablo Triviño.