Médicos desalientan los partos domiciliarios debido a los altos riesgos

La muerte de una mujer a raíz de una mala praxis de dos parteras en una vivienda particular, profesionales mendocinos explican que tales prácticas deben realizarse en espacios con las condiciones sanitarias y obstétricas adecuadas.

Médicos desalientan los partos domiciliarios debido a los altos riesgos
El Hospital Lagomaggiore es la maternidad pública más importante de la provincia. Foto ilustrativa.

Nadie, ni siquiera con título habilitante, debe practicar a una mujer un parto domiciliario teniendo en cuenta los riesgos que representa no contar con las condiciones sanitarias y obstétricas adecuadas.

De este modo se expresó, en diálogo con Los Andes, la médica tocoginecóloga y profesora titular de Obstetricia Leticia Ojeda con relación a la muerte de una paciente de nombre Yamila que protagonizó el nacimiento de su hija en su domicilio y luego falleció. Si bien este caso sucedió en Buenos Aires, llegó a Mendoza a través de las redes y causó el alerta.

Indignada, la profesional sostuvo que, claramente, existió en este caso un “femicidio” y un hecho atroz de violencia obstétrica que algunos medios de comunicación tergiversaron.

En ese sentido, aclaró que el femicida, en el caso de Yamila, fue quien, ejerciendo ilegalmente la obstetricia, instó a una persona gestante a desestimar el consejo que le había dado el profesional de la salud, es decir, parir en una institución adecuada.

Agregó que quienes ejercieron violencia obstétrica fueron quienes, haciendo una interpretación “retorcida” de la Ley de Parto Respetado, “se olvidaron de lo que dice el inciso que plantea que se debe ser respetuoso de los tiempos del parto, evitando intervenciones innecesarias pero realizando aquellas que están justificadas”.

“Expusieron, entonces, a una futura mamá a un parto inseguro y, por supuesto, los medios que desinforman son cómplices porque impiden que las personas con capacidad de gestar tomen las decisiones apropiadas conociendo los riesgos a los cuales se exponen”, remarcó.

Señaló Ojeda que violencia obstétrica significa asistir nacimientos en lugares como los domicilios que no cumplen con las condiciones obstétricas y neonatales establecidas por resoluciones nacionales.

“No somos los profesionales de la obstetricia los responsables del hecho brutal que constituye la muerte de Yamila, por eso convoco a los ciudadanos a pedir justicia”, dijo.

Reclamó cárcel para quienes ejercen ilegalmente una profesión tan noble como es la obstetricia; también la inhabilitación para quienes, teniendo título profesional para ejercerla saben que no están cumpliendo con las condiciones adecuadas y esenciales para atender nacimientos y, por último, sanción a los medios que desinforman y tergiversan los hechos poniendo en peligro a la ciudadanía.

“Tengamos cuidado, las asesinas de Yamila andan sueltas y siguen haciendo partos”. Ojeda concluyó: “Es preciso penar estas prácticas con inhabilitaciones y sanciones”.

La historia de Yamila

Los pasos previos a la muerte de Yamila los dio a conocer a través de las redes sociales su esposo Diego, quien inició el relato señalando: “Desearía que todo esto fuera solo una pesadilla”. Tras señalar que Yamila había decidido parir en su casa, él advirtió que iba a acompañarla y que iniciaron el proceso de cobro correspondiente por parto y visitas con dos parteras que incluso brindan charlas sobre todo lo que se puede hacer con la placenta. “Una vez tomada la decisión se nos aconsejó no compartir esto o solo hacerlo con un grupo reducido de personas. Las dudas eran cómo sería un nacimiento en casa, qué haríamos con el bebé y cuáles serían los riesgos”, continúa el escrito del marido.

La respuesta fue que “parir en casa es hermoso” y que debe tenerse un plan B, es decir, una clínica, por si algo se complicaba. “Yamila estaba feliz con sus parteras, que desde el primer día le transmitieron seguridad y le decían que era posible que una mujer de 37 años con dos cesáreas y un aborto podía parir en su casa y tener un parto vaginal y que las instituciones se encargan de desmentir esto porque les conviene”, continuó.

Además, aludió que su esposa había sido maltratada en los hospitales durante los anteriores partos y que por eso esta vez había decidido parir de otro modo.

El día en que Yamila sintió que era el día, envió una foto a sus parteras. Estaba perdiendo el tapón. Así, sus otros hijos se fueron con su abuela y Diego se quedó todo el tiempo con su esposa. Comenzaron las contracciones. Las parteras le dijeron que el bebé “ya había elegido el día”. “Fue un proceso maravilloso, estábamos pariendo los dos. Se metía en la ducha, iba y venía. En un momento me dijo que no sabía si iba a poder y le ofrecí ir al hospital, pero se negó. Allí fue cuando llamamos a ambas parteras, que llegaron enseguida y la contuvieron”, relató.

En el momento de una contracción, Diego vio algo oscuro. “Era el pelo. Le dije que estaba llegando la bebé y así fue”, recordó. “Le dijeron a mi esposa que aún faltaba la placenta y que para despedirla se sentara en el bidet. Con la beba en brazos, tuvo una contracción, pero no había placenta, solo sangre. Dijeron que era normal. Luego otra contracción, pero la placenta no salía. Pregunté si todo estaba bien y me decían que sí”, rememoró el papá. Al siguiente intento, Yamila se puso pálida. Le trajeron un frasco homeopático y le agregaron gotas en la boca. Parecía que se recuperaba. Empecé a notar que ambas parteras se ponían nerviosas, escribían mensajes en el teléfono y ahí fue cuando decidí ir al hospital”, agregó.

“Me parece bien, llamá a la ambulancia y decí que tu esposa parió en su casa con una amiga”, contó que le aconsejó una de ellas. También dijo que escuchó que el cordón aún no lo habían cortado.

El relato siguiente de Diego da cuenta de momentos dramáticos: su suegra con la beba en brazo, su mujer que se descompensaba, se caía y perdía sangre y las dos parteras desconcertadas y sin saber qué hacer. “Llegó la policía y las ambulancias, una para mi esposa y la otra para la beba. Ya en el hospital el médico me dijo lo peor. También me dijo que la beba había sido llevada a la Neonatología por parte de la hermana de Yamila”, evocó. “Lo cierto es que, en mi casa, mientras yo lloraba desesperado, ambas limpiaban todo rastro para disimular lo sucedido. Más tarde desaparecieron del mapa, hasta de sus redes sociales. Mi esposa falleció por acretismo placentario, segú dijeron ellas, y que se da en un caso cada un millón”, sostuvo. Lo cierto es que las dos parteras, dijo, siguen ejerciendo la profesión mientras la Justicia transcurre su investigación de manera lenta.

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