La pequeña María Paz, de año y medio, camina junto a sus dos mamás por el parque. Una es su madre biológica, la otra no la engendró y hoy no cuenta con derechos sobre ella, algo que se espera cambiar con ley de matrimonio homosexual que avanza en el Congreso chileno.
María Cecilia Jara y Marcela Paz Osorio, ambas de 34 años, son pareja desde hace cuatro años. En 2018 firmaron el Acuerdo Unión Civil (AUC), que permite la unión entre parejas homosexuales, y hace año y medio nació María Paz. Pero sin bien el AUC recoge gran parte de la normativa del matrimonio convencional, es en el tema de los hijos donde está su mayor diferencia: no permite la adopción ni tampoco reconoce los derechos de filiación.
María Paz es hija biológica de Marcela Paz Osorio y a efectos legales María Cecilia Jara es una persona ajena en su vida. ”Ahora es mía, solo mía ante la ley y ante todo. Si yo me muero, quien tiene que hacerse cargo de María Paz es mi mamá ante la ley. Si María Cecilia quiere lucharla, la ley le va a dar el favor a mi madre”, explica a la AFP Osorio, mientras Jara prepara la papilla de su hija para cenar en la casa que comparte en la localidad de Paine, unos 35 km al sur de Santiago.
Por ley la niña no puede tener dos tutores legales como los niños de parejas heterosexuales. Su madre no biológica no puede integrarla a su plan de salud ni a ella ni a su pareja. Si muriera, ninguna de las dos serían beneficiarias de su pensión.
Pero todo esto podría cambiar prontamente. El pasado 21 de julio, el Senado de Chile aprobó el matrimonio igualitario, y ahora el proyecto espera una rápida tramitación en el Cámara de Diputados para convertirse en ley. Sin que estuviera en su programa de gobierno, el presidente conservador Sebastián Piñera sorprendió en su última cuenta pública al anunciar que había llegado el tiempo del matrimonio igualitario, para terminar con la actual discriminación.
”Me voy a sentir orgullosa. Podré decir que estoy casada en matrimonio y con los mismos derechos de todas las personas. Ella es mi mujer, yo soy su mujer, tenemos nuestra hija, la familia bien constituida. Legalmente nadie me las puede quitar. Me voy a sentir segura, feliz y emocionada”, señala a la AFP Jara.
Juan Pablo Durán y Juan Carlos Rodríguez esperan también por el matrimonio. Uno abogado y otro administrador, son pareja desde 2016 y viven en su propio departamento en Santiago.
”Somos una pareja como cualquier otra pareja, tenemos las mismas aventuras que puede tener cualquier otra pareja; tenemos los mismos problemas y desafíos que se le pueden plantear a cualquier pareja”, afirma Durán, de 39 años a la AFP mientras prepara pasta fresca para comer junto a Rodríguez, venezolano, de 35 años. Durán conoció a Rodríguez cuando éste llegó a Chile desde Venezuela, donde según explica, “era bastante difícil y complicado” vivir abiertamente como una persona gay.
“Eso me impulsó a buscar otro país donde vivir y poder ser yo mismo sin necesidad de que me señalaran”, indica Rodríguez a la AFP. Consideran importante que “el Estado deje de discriminar a las personas en función de su orientación sexual” y están deseando que se apruebe el matrimonio igualitario para pedir fecha y casarse. ”Voy a poder decir que tengo a mi esposo, porque estoy casado. Quiero formar una familia y todas esas cosas son importantes más allá de un tema legal, es más un tema moral”, dice Rodríguez.
Pero llegar hasta acá ha sido un largo camino en un país que lentamente comenzó a sacudirse de su conservadurismo, sostenido por la derecha reaccionaria y la gran influencia de la que gozaba hasta hace poco la Iglesia católica. La actual normativa (el artículo 102 del Código Civil) establece que “el matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear, y de auxiliarse mutuamente”.
Las palabras “hombre y mujer” y la concepción de “procrear” para que sea considerado matrimonio es lo que el Parlamento debate cambiar actualmente.”
“Después de que aprueben esto, quisiera que se llamara matrimonio como tal. Dejar de decirle matrimonio igualitario, porque todos somos iguales y no puede existir una palabra que siga separando. Simplemente matrimonio”, dice Rodríguez.