A mediados de mayo de 2022, Martín Díaz Durso se encontraba con algunos amigos en una casa de la zona de El Salto, en los valles altos de Potrerillos. Tenía un arma de aire comprimido cuando se cruzó en su camino un zorrito gris (especie silvestre protegida).
Para los lugareños no era un zorro cualquiera, sino que era “Juancho”. Así lo habían bautizado los vecinos, quienes ya prácticamente convivían con él y compartían su rutina. Díaz Durso tomó su rifle de aire comprimido, apuntó hacia el zorrito y le efectuó no uno, sino 4 disparos.
Antes de disparar, un jardinero de la zona -y a quien Juancho acompañaba en sus quehaceres cotidianos, puesto que ya se comportaba como un animal doméstico- le pidió a Díaz Durso que no disparara. “Atacó a mi perro” fue el argumento que, según reconstruyeron los testigos de aquel triste episodio, esgrimió el atacante para justificar su decisión de dispararle 4 veces.
A 2 años y medio del episodio, esta mañana Díaz Durso (38) consiguió una suspensión de juicio a prueba (también conocida como “probation”). Es decir, si bien el hombre zafó de una condena efectiva, durante dos años no podrá manipular armas ni gestionar permisos de caza.
Incluso, durante este período -además- deberá completar un estricto tratamiento psicológico y psiquiátrico, además de completar un curso a cargo de la Fundación Cullunche sobre especies silvestres protegidas. Precisamente fue Cullunche, acompañada por el abogado Juan Franco Ferraris, quien se constituyó como denunciante y querellante en la causa.
“Le dio 4 tiros con un aire comprimido en zonas muy críticas como son el corazón, la mandíbula, un brazo y el tórax, lo que le produjo la muerte en el acto”, resumió la veterinaria y presidenta de Cullunche, Jennifer Ibarra, a Los Andes.
“Nosotros queríamos un juicio con una condena efectiva por atacar a la fauna protegida, pero la suspensión del juicio a prueba es una buena noticia. Porque durante los próximos 2 años no va a poder ni siquiera cruzar un semáforo en rojo”, agregó la especialista.
La “probation” que resolvió la jueza impone, además, la obligación a Díaz Durso de presentar informes detallados sobre el tratamiento psicológico y/o psiquiátrico que debe realizar. Ello se suma a la prohibición de manipular armas (aire comprimido incluidos) y a la obligación de participar de la charla a cargo de Cullunche.
“Con esta suspensión de juicio a prueba, el agresor tampoco se la lleva de arriba”, resumió a su turno Ferraris.
“Además, durante dos años está ajustado a la suspensión de juicio a prueba, por lo que no puede cometer ninguna falta. Si llega a hacerlo, se le revoca la suspensión y la condena pasa a ser efectiva sí o sí”, destacó el abogado.
INHUMANO
Juancho era casi un vecino más para quienes viven en las inmediaciones de Las Golondrinas y la Avenida Los Cóndores, en El Salto. Por esto mismo, cuando Ambrosio Olivares -quien trabaja como jardinero en el lugar y pasaba mucho tiempo junto al zorro- vio que Díaz Durso le apuntaba con el rifle de aire comprimido y mira telescópica, le pidió encarecidamente que no disparara.
Pero el hombre hizo caso omiso y efectuó cuatro disparos. Esto originó una fuerte discusión entre el jardinero y el atacante, que motivó la presencia de la policía en el lugar. Y aunque Díaz Durso esgrimió que el zorro había atacado a su perro y por eso le disparó, los testigos negaron que esto haya acontecido. Y dijeron que fue solo “por diversión”, si es que se lo puede llamar de tal forma.
El hecho de que, ayudado con la mira telescópica, el atacante haya impactado con cuatro proyectiles en lugares tan certeros -lo que le causó la muerte inmediata al zorrito- es lo que llevó a Cullunche y a Ferraris a insistir en que el agresor actuó con saña.
“Se sienta un precedente porque la jueza habla de personas no humanas y queda en claro que, aunque no hay condena, tampoco queda impune lo que hizo. Porque atacó libremente a la fauna, con maldad”, indicó Ibarra, quien lamentó que la condena haya sido por infracción a la Ley de Fauna y no por Crueldad Animal (Ley Sarmiento).
Cullunche y Ferraris habían pedido, además, que durante los 2 años en que se extienda la suspensión de juicio a prueba, Díaz Durso abone un monto de 30.000 pesos mensuales a la fundación y para el centro de rescate y conservación de especies. Sin embargo, el agresor indicó que no estaba en condiciones de hacerlo.
Tanto Ibarra como el abogado resaltaron, además, que una de las cosas que más bronca les dio fue que en ningún momento de la audiencia Díaz Durso mostró siquiera un esbozo de arrepentimiento por lo hecho.