Más de 100 instituciones abordan el consumo problemático y las adicciones en Mendoza

Según confirmó su familia, el femicida de Abril Bissotto tenía marcados problemas de adicciones a las drogas. Si bien no siempre estos consumos pueden derivar en una violencia tan extrema, es una de las posibles consecuencias. Cómo se trabaja y cómo se aborda a estas personas.

Más de 100 instituciones abordan el consumo problemático y las adicciones en Mendoza
Más de 100 instituciones abordan el consumo problemático y las adicciones en Mendoza.| Foto: Archivo Los Andes

El femicidio de Abril Morena Bissotto (20), registrado durante la mañana del jueves en Maipú, causó conmoción en Mendoza. La joven fue apuñalada en reiteradas oportunidades por su concuñado, identificado como Omar Facundo Poblete (34). Incluso, la pequeña hija de Abril -de apenas un año y 9 meses- fue herida por el propio Poblete.

Si bien aún no está claro el móvil del femicidio, todo apunta a una situación de consumo problemático de drogas por parte de Poblete, quien fue imputado por el femicidio. De hecho, la propia familia del hombre y de la víctima admitió esta crítica situación.

Consumo problemático y adicciones: en Mendoza hay 111 instituciones para abordar la problemática. Foto: Los Andes.
Consumo problemático y adicciones: en Mendoza hay 111 instituciones para abordar la problemática. Foto: Los Andes.

Si bien se trató de una situación extrema en cuanto al grado de violencia y el fatídico desenlace, es una de las tantas consecuencias en las que pueden derivar las adicciones.

“De por sí sola, la situación de consumo no induce a la agresividad. Hay que ver todo el contexto, el entorno, si hay una comorbilidad psiquiátrica, por ejemplo. Sino, se corre el riesgo de caer en una asociación simplista y estigmatizar a quienes consumen”, destaca la doctora en Salud Mental y presidenta de la Cooperativa de trabajo Cable a Tierra, Diana Calderón.

Desde hace 28 años, esta cooperativa trabaja en la prevención, la capacitación y la promoción de Salud Mental y el consumo problemático de drogas. Incluso, hasta mayo también tenían una de las ramas especializadas en la atención, aunque a raíz de la crisis económica “hacer un paréntesis”.

No hay que generalizar al consumo problemático con la violencia, porque se puede llegar a tomar como una justificación”, agrega Calderón, quien explica que la idea es retomar la parte asistencial ni bien tengan la posibilidad.

No obstante, destaca la importancia de resaltar que el consumo, en determinadas personas, puede aumentar el riesgo de violencia.

En Mendoza, tal y como lo establece la vigente Ley de Salud Mental (donde se incluyen la problemática de adicciones), existen 4 niveles de dispositivos para abordar a quienes padecen situaciones de consumos problemáticos. Y trabajan, en conjunto y con un equipo interdisciplinario, la Sedronar (Nación) con la Dirección de Salud Mental (Provincia).

En total, incluidas en la guía de la Red Asistencial de Consumos Problemáticos, hay 111 protagonistas centrales para trabajar y hacer el seguimiento a estas personas. Son dispositivos (centros asistenciales, centros de día, efectores de salud, hospitales y comunidades terapéuticas, entre otros) que abarcan los 4 niveles de abordaje.

Consumo problemático y adicciones: en Mendoza hay 111 instituciones para abordar la problemática. | Imagen ilustrativa / web
Consumo problemático y adicciones: en Mendoza hay 111 instituciones para abordar la problemática. | Imagen ilustrativa / web

Todos se encuentran disponibles en este link, que es de acceso público y abierto para la consulta de quien lo necesite. Y no solamente son efectores de salud, sino también organizaciones civiles y también religiosas.

“El tratamiento para consumos problemáticos no consiste en ir a una sola institución y salir curado, sino que es un proceso. Puede requerir de un dispositivo ambulatorio, derivar a uno residencial y luego regresar al ambulatorio, por ejemplo y según el momento”, destacó la coordinadora del Plan Provincial de Adicciones de Mendoza, Marta Hintuchi.

Estos dispositivos interrelacionados e integrados entre sí son tanto públicos como privados, así como también nacionales y provinciales.

“Siempre falta mucho en el tema de Salud Mental. Pero hay algo positivo que se está haciendo, y es lograr unificar Salud Mental y adicciones. Porque en las adicciones suele haber coexistencia con otras enfermedades mentales, van de la mano de otros trastornos”, destaca a su turno el director de Salud Mental de Mendoza, Manuel Vilapriño.

TRABAJO EN EQUIPO

El trabajo en Salud Mental (con adicciones incluidas) debería ser siempre multidisciplinario.

Por esto mismo es que, entre los 111 dispositivos bien identificados en Mendoza -que comienzan con algo tan básico como el 911 para recibir un primer llamado o los hospitales para las urgencias- y que son parte de Red Asistencial de Consumos Problemáticos, hay cuatro niveles.

Consumo problemático y adicciones: en Mendoza hay 111 instituciones para abordar la problemática. | Imagen ilustrativa / Web
Consumo problemático y adicciones: en Mendoza hay 111 instituciones para abordar la problemática. | Imagen ilustrativa / Web

El primero de ellos es el primario y que se enfoca, principalmente, en centros de salud y en lo que precisamente se denomina atención primaria. Según destacó Vilapriño, en Mendoza se está trabajando con médicos de familia, generalistas y pediatras, capacitándolos para que puedan ser la primera esclusa en Salud Mental.

“Si el cuadro es leve, se va a poder abordar allí. Si no, será necesario pasar al segundo nivel, que es el asistencial y donde se ubican los Centros Preventivos de Adicciones (CPA). Actualmente hay 9 en toda la provincia y estamos trabajando para abrir el décimo. Estos espacios son ambulatorios y trabajan con psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales”, acota Vilapriño.

Los CPA trabajan integrados con los otros dispositivos, y justamente esa mejor comunicación permite un mejor manejo de las problemáticas.

Ya si el cuadro adictivo es más crítico y el paciente no puede dejar de consumir, hay ocasiones en las que resulta necesario internar (internación es el tercer nivel), y se hace en los mismos dispositivos de Salud Mental (pueden hospitales monovalentes o aquellos generales con áreas de Salud Mental).

“Por lo general, en estos centros de internación ambulatorios, la permanencia es de 15 o 20 días. Luego se determina si es necesario que regrese al segundo nivel, por ejemplo”, prosigue el director de Salud Mental de Mendoza.

Sin embargo, puede ser que la situación se torne más crítica con el correr de los días y la intervención de los diferentes dispositivos. En estos casos ya se llega al cuarto nivel, que es el de internación en comunidades terapéuticas.

Actualmente en Mendoza hay una sola comunidad terapéutica ubicada en Los Campamentos (Rivadavia) y es privado. No obstante, tiene un convenio con la Provincia. Además, y según resaltó Vilapriño, está avanzada la gestión para que la Provincia tenga su propia comunidad también.

“Dentro de la red, estamos conectados por WhatsApp y hacemos reuniones periódicas entre todas las instituciones. Es interesante visualizar la cantidad de organismos que están trabajando”, destaca Calderón, de la cooperativa Cable a Tierra.

Por la crisis, la ONG mendocina “Cable a tierra” cerró su atención para consumo problemático. | Foto: gentileza "Cable a tierra"
Por la crisis, la ONG mendocina “Cable a tierra” cerró su atención para consumo problemático. | Foto: gentileza "Cable a tierra"

“Así y todo, aún faltan dispositivos en Mendoza. Hay pocos centros de día o de noche, o casas de medio camino”, refuerza.

NO ES UNA CUESTIÓN DE DINERO

Tanto Hintuchi como Calderón y Vilapriño coincidieron en que el dinero no suele hacer la diferencia al momento de abordar a las personas con adicciones.

“En definitiva, no hay muchas comunidades terapéuticas. Y el Estado termina derivando a las personas a las mismas a las que van quienes tienen recursos. Hay que entender que esto no es hotelería, sino que tiene que ver con el tipo de abordaje y lo que marca la diferencia es el equipo”, resume Vilapriño.

El costo de internación en una comunidad terapéutica -la última instancia que debe intentar evitarse a no ser que no quede otra alternativa- es por demás alto. Tanto que, por lo general, nunca es costeada por las familias de su bolsillo.

“Si no se hace cargo la obra social, por lo general se tiene que hacer cargo el Estado. En Argentina, los tratamientos para consumos problemáticos están dentro de las coberturas obligatorias que tienen que brindar las obras sociales”, destaca Hintuchi.

Por lo general, estas comunidades terapéuticas suelen situarse en sitios alejados de los domicilios de los pacientes, así como también de su círculo íntimo.

Esto tiene sus pros y sus contras, según coinciden los especialistas. En cuanto a los pro, les permite estar alejados de aquellas tensiones y situaciones contaminadas, que pueden ser desde familiares hasta afectivas. No obstante, también puede ser contraproducente.

“Una persona que hace una internación prolongada lejos de su familia, quizás logra estar sin consumir por mucho tiempo. Pero cuesta muchísimo que logre reinsertarse, y cuando vuelven, vuelven a consumir, las familias se acostumbran. Y hasta puede agravarse la situación”, destaca Calderón.

LA LEY DE SALUD MENTAL; LO OBLIGATORIO Y LO VOLUNTARIO

El espíritu de la más reciente versión de la Ley de Salud Mental (a nivel nacional) apuntaba a dejar de lado los hospitales monovalentes (también llamados hospitales psiquiátricos). Claro que para ello era indispensable crear otros dispositivos en hospitales generales.

“Eso que implicaba cambiar la mirada con nuevos dispositivos no está ocurriendo. A veces, las dificultades que surgen son por la falta de dispositivos, no porque no está bien la ley. Cuando se implementó la ley en Brasil, se cerraron muchos de estos ‘grandes manicomios’. Pero se generaron cantidades de dispositivos que antes no estaban”, explica Calderón.

Consumo problemático y adicciones: en Mendoza hay 111 instituciones para abordar la problemática. | Imagen ilustrativa
Consumo problemático y adicciones: en Mendoza hay 111 instituciones para abordar la problemática. | Imagen ilustrativa

Otro aspecto que nunca se corrió del foco de la discusión tiene que ver con la obligatoriedad o no de la internación. De hecho, a excepción de casos puntuales y en los que haya riesgo inminente, la internación en cualquiera de los dispositivos de esta instancia es voluntaria.

Ninguna persona decide tratarse de su consumo problemático hasta que no tiene una noción de que eso es un problema para ella y su entorno. Incluso, muchas veces las sustancias y conductas ayudan a sostener una estabilidad o algo placentero que no tienen de otra manera. Y mientras lo sostiene, no es problemático”, describe Hintuchi.

“A veces es difícil cambiar la representación que tiene la gente del tratamiento de Salud Mental, que lo vincula al encierro. Y, como sociedad, seguimos estigmatizado a las personas con consumo problemático u otro trastorno”, concluye.

“FALTA UN TRABAJO MULTIDISCIPLINARIO PARA ERRADICAR IGNORANCIA”

Alejandra Guiñazú es psicóloga y, además, es presidenta de la Fundación Agustina. El nombre de la fundación es el mismo de la hija de Alejandra, quien falleció en 2013 y tras sufrir una crisis en la comunidad terapéutica Gradiva, donde se encontraba internada a raíz de sus adicciones.

Desde hace algunos años, Alejandra y la Fundación Agustina vienen trabajando en promocionar, visibilizar y educar en Salud Mental. Tanto que este año estrenaron el documental “Detrás del hueco”, con historias de familias que perdieron a sus hijos y familiares por adicciones y suicidio.

“El Gobierno está intentando trabajar en muchos flancos, sobre todo en las escuelas con jornadas de consumos problemáticos y suicidio. Pero siempre se siente que es poco lo que se hace, porque quedan muchas personas enfermas con problemas a tratar”, destaca la referente.

Agustina Cuenca, la joven mendocina que falleció en un centro de rehabilitación de Buenos Aires en 2013. Foto: Gentileza Alejandra Guiñazú.
Agustina Cuenca, la joven mendocina que falleció en un centro de rehabilitación de Buenos Aires en 2013. Foto: Gentileza Alejandra Guiñazú.

Desde la fundación -que es un homenaje a su hija y la promesa de evitar que haya otras Agustinas- han intentado firmar convenios para conseguir un espacio para trabajar con personas sin recursos ni obra social. “Aún no lo hemos logrado, pero no perdemos las esperanzas”, confiesa.

Además, Guiñazú se muestra preocupada por los niveles de ignorancia y negligencia que existe sobre estos temas en jóvenes y adultos, así como aquellos mitos, verdades y preguntas que deberían tener su respuesta clara.

“Hace falta mucho más trabajo en comunicación, en promocionar y en prevenir en este y otros temas. Pienso que una de las equivocaciones que tenemos es esperar a que una persona se acerque a pedir ayuda, o quedarse tranquilo con abrir una institución y no hacer nada más. Se debe hacer una lucha constante para llegar a la comunidad, concientizar y trabajar con ello y en ello”, sigue Alejandra.

“Se debe trabajar en conjunto, multidisciplinaria y regionalmente para lograr erradicar mucha de la ignorancia que hay en la sociedad”, concluye.

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