El tratamiento oncológico que Martina Zalazar lleva a cabo en el Hospital Notti para combatir una leucemia linfoblástica aguda, jamás pudo amedrentarla.
Por el contrario, la niña, de 11 años y oriunda de Tunuyán, es un “ser divino”, con una fortaleza y simpatía que asombran a propios y extraños. Y, como si fuera poco, también es una excelente alumna.
Por eso, el pasado jueves emocionó a todo el mundo con su turbante portando la bandera nacional durante el acto conmenorativo al Día de la Bandera realizado en la escuela hospitalaria 2-003 “Dr. Silvestre Peña y Lillo”, ubicada en el edificio del Hospital “Dr. Humberto Notti” y perteneciente a la Dirección General de Escuelas (DGE).
Se trata de la primera escuela hospitalaria del país, institución que apoya y brinda clases a los niños internados y que posee Atención Temprana, Nivel Inicial, Primaria Común y Especial y primer ciclo del nivel secundario. También dicta Música, Teatro y Artes Visuales.
El salón explotó en un aplauso cuando el cuerpo de bandera, encabezado por esta niña alegre y vivaz, como todos la definen, se presentó al público bajo la atenta mirada de su “seño” Verónica Naranjo, y de la directora, Emilia Ruiz.
“Gracias seño; esta batalla me enseñó que pase lo que pase siempre trataré de sonreír”, alcanzó a decir la niña.
“Tengo cuatro estudiantes que no viven en Mendoza y reciben tratamiento oncológico. Hago foco en ellos porque sus días transcurren entre el hospital y Casa Ronald. Formamos entre todos un aula múltiple hermosa, atravesada por un montón de experiencias”, relató la “seño Vero”, quien agregó que, entre ellos, se formó una amistad muy consolidada.
“Siempre están atentos con todo lo que le ocurre al compañero y ni hablar cuando alguno no puede asistir a clase. Voy llevando novedades y cartitas, es realmente conmovedor”, añadió.
El acto, dijo, resultó hermoso y la bandera “muy merecida” para Martina. “Ella es una estudiante excepcional, tiene un rol muy bonito, es prolija, sus carpetas son maravillosas, ordenadas, siempre une a sus compañeros…”, enumeró la señorita Verónica.
“Estaba internada con su quimio, aislada por sus defensas, de manera que no iba a poder participar. Se lo comentamos a su doctora, quien no quiso que faltara a ese día tan especial. Fue ella, la especialista, quien modificó los horarios de la quimioterapia para que Martina pudiera llevar la bandera”, recordó la docente.
“El acto fue realmente el resultado de un trabajo en equipo, médicos y docentes. Los propios niños que juraban la bandera se emocionaron muchísimo cuando vieron a su amiga portando la enseña patria”, aseguró la seño Vero.
Para la docente fue un día muy especial, de esos que quedarán por siempre en su memoria. “Fue hermoso ver a los médicos haciendo malabares para que todos pudieran participar y ni hablar cuando llegaron los chicos al hall central vestidos de gala. Algunos con la bandera, otros jurando lealtad”, añadió.
El primer y único escolta fue Lucas, otro de los pacientes del Notti, muy destacado como alumno y quien también transcurre este proceso en Casa Ronald.
Cabe señalar que el acto contó con un abanderado y un escolta con el fin de no exponer demasiado a los estudiantes a los virus. “Esa fue nuestra experiencia emocionante, sobre todo cuando los niños que hicieron la promesa recibieron mensajes de sus compañeros de las escuelas de origen, quienes también hacían su promesa”, reflexionó la docente.
Una nena con empuje y alegría
Martín Zalazar, su papá, dijo a Los Andes que el diagnóstico fue devastador para la familia -formada por su mamá Jeanette y cinco hermanos más, María Eugenia, Silvana, Ivana, Graciela y Martín- aunque el empuje y la alegría de Martina los ayudan a sobrellevar el trance.
“Alternamos nuestros días en Casa Ronald, un lugar que para nosotros es una bendición porque nos contienen y brindan un lugar. Ella es puro amor y energía, una persona muy especial, la menor de una gran familia y todos estamos muy orgullosos de cómo sobrelleva esta situación”, relató Martín. Agregó:”Nuestra experiencia en esa institución ha sido excelente, hemos conocido gente muy buena y en cada momento libre podemos salir y regresar porque siempre nos están esperando con los brazos abiertos”. Y destacó: “Valoro el coraje y la gran capacidad de lucha de nuestra pequeña hija y fue una alegría verla con la bandera nacional”.
El papá de Martina comentó que un malestar repentino de la niña, el año pasado, los obligó a visitar al médico. “Al principio no le encontraban nada, pero el malestar seguía. Así fue que en el Notti, luego de una serie de estudios, nos hablaron de la enfermedad. Fue catastrófico, pero insisto, ella nos da tanta confianza y alegría que estamos convencidos de que pronto será un mal recuerdo”, reflexionó el papá de la abanderada.
No es la primera vez que Martina lleva la bandera. Ya lo ha hecho en su escuela de Tunuyán. Hoy recibe las tareas propias de sexto grado y también concurre a las clases hospitalarias que se dictan en el Hospital Notti, que ya es su segundo hogar. “Ella -concluyó Martín- sabe muy bien que la única manera de salir adelante es a través del estudio y lo está demostrando”.