En la ciudad de Buenos Aires la manifestación que se llevo a cabo ese sábado contra la vacunación VIP tuvo incidentes y violencia frente a la Quinta Presidencial de Olivos. Alrededor de las 17 horas comenzaron a llegar los primeros manifestantes autoconvocados con carteles y banderas argentinas. Allí se encontraron con sindicalistas de la CGT y agrupaciones oficialistas quienes se habían instalado en la puerta de la residencia presidencial.
Luego de varios empujones la policía tuvo que intervenir y decidieron dividir la Avenida Maipú que quedó separada entre los dos grupos. De un lado se vio a quienes protestaron contra el Gobierno Nacional, del otro, quienes apoyan al oficialismo. Por el medio circularon autos y colectivos que quedaron encerrados entre ambas manifestaciones.
Al principio era verbal pero el clima de tensión fue en ascenso. Se vieron trompadas, insultos y corridas y las fuerzas policiales tuvo que enfrentar la situación, sin éxito.
“Vinimos a la Quinta con mi marido, hijos y nietos. Ellos se fueron por miedo. Estos sindicalistas de no sé qué gremio andan buscando roña. Le quieren pegar a cualquiera. Y no nos permiten manifestarnos en forma pacífica”, se quejó Susana envuelta en una bandera argentina.
Cuando comenzó a crecer el número de manifestantes que protestaban contra el Gobierno, algunos se animaron a romper el cordón que los dividían e intentaron llegar hasta la puerta de la Quinta, pero se encontraron con la resistencia de los gremialistas y militantes de La Cámpora.
Cuando ambos grupos quedaron cara a cara, se registraron empujones y golpes. La intervención policial logra calmar la situación por algunos minutos, pero no duro mucho la tranquilidad ya que aumento la violencia.
Minutos después de las 18, cuando algunos manifestantes ya habían logrado avanzar y acercarse a la Quinta, los sindicalistas desplegaron una bandera argentina de varios metros que funcionaba como una especie de “cerco”. Contra ella chocaban hombres y mujeres, frente a la atenta mirada policial. Para hacer la situación más picante de fondo se escuchaba permanentemente la marcha peronista.
“El Gobierno acordonó toda la puerta de la Quinta y se las entregó a estos violentos de la contramarcha que vienen a jorobar. Les permitieron entrar un camión con parlantes para romper la protesta o taparnos. Es increíble. Alguien debería dar una explicación. Además, está todo grabado, le pegan a la gente”, describía Elio Perrini, al medio de comunicación Clarín, quien tuvo que retroceder ante las amenazas de varios sindicalistas.
Pasadas las 18.30, los sindicalistas comenzaron a desmontar el escenario que habían montado sobre un camión. Mientras lo hacían, los manifestantes los insultaban y les reclamaban que abandonaran el lugar y los aplaudían de forma irónica. La tensión volvió a escalar, con personas que quedaron cara a cara y pedradas que volaron de un lado al otro.