Manu Heredia, el artista callejero que canta en calle San Martín, en pleno Centro mendocino, y a quien la semana pasada le robaron el micrófono inalámbrico, volvió a cantar gracias a la solidaridad de los mendocinos y a la publicación de la historia en el diario Los Andes.
La semana pasada Manu dejó unos minutos sus instrumentos a un joven llamado Diego, que sufre una discapacidad y pide dinero en la calle, mientras él iba al baño de una hamburguesería. Lo cierto es que alguien pasó y le sustrajo el micrófono inalámbrico.
Manu realizó de inmediato un escrito en Facebook contando su bronca e impotencia. Pocas horas después de que Los Andes publicara su historia, muchísima gente donó dinero y pudo adquirir nuevamente el aparato.
“Agradezco infinitamente a todas las personas que colaboraron para esto y todos los que me escribieron para donarme un micrófono. Lo más práctico fue utilizar el dinero para comprar otro igual, ya que estaba sincronizado a mi parlante. Lo menos que quería era molestar porque sé que la situación económica no es la mejor, pero bueno, ya pudimos comprarlo”, indicó Manu, agradecido también con este medio que ofició de “puente”.
“Mañana si Dios quiere vuelvo al centro a cantar –dijo el viernes a la noche—como siempre, con todas las ganas y la energía”.
Agradeció al público por el cariño y el apoyo a su trabajo, que viene realizando desde hace años de manera humilde y a pulmón.
“La gente es la que me ayuda a crecer como persona y como artista”, amplió.
Protagonista de una dura historia –cuando era adolescente una bala rozó su médula en medio de una entradera y quedó en silla de ruedas—Manu contó en las redes sociales que el lunes de la semana pasada, a la mañana, todo marchaba normal en “su” esquina.
“La gente pasa, me saluda, me demuestra cariño. Yo canto y ofrezco lo que sé hacer”, dijo a Los Andes.
A las 13.30 le pidió a Diego, una persona que también está en la calle, que le cuidara sus elementos y así poder ir al baño en una hamburguesería que está situada a pocos metros.
“Diego tiene una discapacidad y suele estar pidiendo en la misma cuadra. A veces él también me deja sus cosas, nos damos una mano mutuamente”, relató.
Cuando Manu regresó del baño, alguien le había robado el micrófono a Diego. “No puedo creer tanta crueldad. Son muchas las horas que trabajo para progresar en la vida. Empecé a viajar en colectivo hasta la calle San Martín porque implicaba mucho gasto el remise. Me cuido, soy humilde y trabajador, de la misma manera que Diego, que tiene un pequeño retraso. Estoy muy dolido y siento una gran impotencia”, dijo.
Los comerciantes del sector, quienes conocen al artista desde hace varios años, se solidarizaron con él y le brindaron todo su apoyo.
“Pero el micrófono sigue sin aparecer. No es lo económico, es la bronca y la impotencia. Me pregunto hasta cuándo esta sociedad vivirá este tipo de situaciones. Robos, muertes. Me pregunto también cuándo cambiarán las leyes en nuestro país. Al ladrón hay que darle la pena que merece. Hay gente que no sirve para nada en una sociedad que quiere vivir bien”, reflexionó en esa oportunidad.
Pero eso es parte de la historia. Manu publicó su contacto y los llamados para colaborar fueron incesantes. Y hoy puede seguir cantando.