Mañana mágica: la escuela que despertó bajo un manto de nieve en Malargüe

A escasos 130 kilómetros de la ciudad sureña, casi pegada a la cordillera, la escuela 8493 José Ríos, ubicada en el inhóspito paraje El Alambrado, se mostró tapada por un manto blanco. Las historias de los niños albergados.

Mañana mágica: la escuela que despertó bajo un manto de nieve en Malargüe
La escuela del paraje El Alambrado amaneció totalmente nevada. | Foto: gentileza

Con una alegría indescriptible, al contemplar, desde las ventanas, su escuelita íntegramente vestida de blanco, y un gran deseo de salir al recreo a armar muñecos de nieve, amanecieron los chicos de la escuela 8493 José Ríos del paraje El Alambrado, situada a 540 kilómetros de Mendoza y 130 de la ciudad de Malargüe, bien al límite con la Cordillera de los Andes.

Margarita Toñanes, directora del establecimiento que cuenta con 51 alumnos, casi todos con régimen de albergue, dijo en diálogo con Los Andes, que en la mañana “el alboroto fue total” en las habitaciones, al observar todo el entorno de la escuela repleto de nieve.

“Es algo a lo que están acostumbrados. Sin embargo, estas postales llegan una vez al año y siempre representan una agradable sorpresa, una alegría”, indicó la docente, de 56 años, que se encuentra albergada en el colegio al igual que todo el plantel.

La escuela funciona durante 15 días corridos y luego ingresa en franquicia. Posee alumnos de entre 4 y 12 años, teniendo en cuenta que recibe a niños de jardín y de primaria. Los más chiquitos, que son muy pocos, en general son retirados diariamente por sus padres a pesar de los inconvenientes que ocasiona la presencia de nieve en los caminos.

Chicos felices en la escuela de El Alambrado
Chicos felices en la escuela de El Alambrado

“Tengo que destacar algo muy positivo y es que la asistencia acá es perfecta. Salvo que estén enfermos, nadie falta a la escuela”, resaltó la directiva, para señalar que los chicos de las zonas rurales tienen comportamientos muy diferentes a aquellos de la ciudad.

“La mayoría son niños humildes que son felices con poco, no tienen señal de internet ni dispositivos, de manera que pasan sus días ayudando a sus padres en las tareas rurales, en la crianza de chivos y cabras, entre otros animales. Chicos que, si bien en la escuela utilizan las computadoras, prefieren otro tipo de actividad”, señala.

“Es muy linda comunidad: con viento y nieve la escuela es sagrada”, concluye.

Una traffic otorgada por la DGE es quien retira a los chicos de sus hogares y los traslada a la escuela cada 15 días. El manto de nieve como el que sorprendió en la madrugada es moneda corriente. “Sorprender es una forma de decir porque, de algún modo, habíamos escuchado el pronóstico y sabíamos que podía suceder esto”, alertó.

La escuela se calefacciona con gas envasado mientras que en los hogares la leña es la forma más común de mantener las viviendas más o menos a temperatura adecuada. “Ellos están acostumbrados a este clima riguroso”, insistió Margarita, que se define como una docente con vocación que tiene experiencia en otra zona rural de Malargüe, en el paraje La Junta.

Mientras tanto, los docentes ya están “cancheros” en generar actividades en el interior del establecimiento para evitar que los chicos salgan al exterior con temperaturas tan bajas. “En algunos momentos les permitimos porque siempre es lindo que tengan contacto con la nieve, les da alegría y libertad, pero siempre con cuidado y todos los recaudos”, advirtió.

La cueca, el baile sagrado

Los chicos de la escuelita de El Alambrado tienen un pasatiempo común, algo que aman desde muy pequeños: bailar La Cueca. Como se sabe, se trata de una danza de pareja suelta mixta en la que los bailarines, que llevan un pañuelo en la mano derecha, trazan figuras circulares, con vueltas y medias vueltas, interrumpidas por diversos floreos.

“Ellos se criaron bailando La Cueca, han visto a sus padres y abuelos. Es una danza malargüina con influencia chilena. Lo cierto es que son expertos bailando y se muestran felices cada vez que proponemos un espacio para esa danza”, resaltó, para señalar las particularidades que tiene la modalidad de albergue.

“Los chicos no solo asisten a la escuela, sino que viven acá y eso significa que también hay que aprovechar y capitalizar los ratos libres”, aseguró la directora. El hecho de estar alejados de los celulares y de la tecnología los vuelve mucho más ingeniosos. “En sus hogares algunos tienen señal, pero deben buscar el lugar adecuado, tal vez lejos de sus puestos. Un lugar estratégico, por así decirlo”, aclaró.

Incluso, dijo, además de carecer de gas natural y señal de Internet, algunos tampoco tienen suministro eléctrico, impensado en estos tiempos.

Un manto blanco en una escuelita rural de Malargüe
Un manto blanco en una escuelita rural de Malargüe

Margarita Toñanes, que es mamá de una hija estudiante de enfermería y tiene su residencia estable en la ciudad de Malargüe, confesó a este diario que, si bien ha dado clases en el ámbito urbano, los alumnos de las zonas rurales son “absolutamente especiales, sanos, humildes y muy buenos”, tal vez por su crianza.

“Me queda poco para jubilarme y me encantaría hacerlo en esta misma escuela que tantas satisfacciones me brinda y donde me han recibido calurosamente en 2022″, finalizó.

Una escuela con rica historia

La escuela tiene una historia muy particular: fue construida como refugio militar allá por los años 50 y luego fue utilizada como espacio de estacionamiento de la línea de colectivos de la TAC que viajaba hacia Bariloche por la ruta 40.

El Alambrado se encuentra a la vera de la ruta 40 vieja y en aquellos tiempos el micro se detenía en el lugar. Comenzó en los años 60 a funcionar como establecimiento educativo.

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