Lorena Cecilia Barrio tiene 34 años, tres hijos menores y una casa destruida. El viento zonda arrasó anoche con su vivienda y también con otras tantas en el humilde asentamiento donde vive, denominado Sol y Sierra, en Godoy Cruz.
Mamá soltera, dice estar acostumbrada a hacer malabares para todo, por el bienestar de sus chicos. En especial para que nunca dejen de recibir la ración alimentaria diaria. A veces retira algo fiado del almacén del barrio; otras, los niños almuerzan en la escuela y dos veces por semana recibe una vianda del merendero ubicado a dos cuadras.
Claro que, a pesar de sobrellevar esta etapa de adversidad como mejor puede, nunca imaginó la pesadilla que iba a vivir durante la última madrugada, cuando el techo de madera de su precaria vivienda comenzó a volarse.
“Sí, así fue, se voló el techo. Empezó de a poco y con las ráfagas más fuertes se desprendió del todo. Desperté a los chicos por temor a tener que salir corriendo, el ruido del viento era impresionante. El chiquito lloraba mientras la madera se desprendía y el nylon volaba por todas partes”, recuerda Lorena, en diálogo con Los Andes y agrega que intentó, por todos los medios, llevar serenidad en un momento terrible.
“Le dije a Uriel, el menor, que no tuviera miedo, que yo estaba allí. Pienso que en esos momentos es cuando hay que tranquilizarse. Si me ven desesperada ellos también se desesperan entonces traté de calmarme. Cuando lo peor pasó, les dije lo de siempre: que un tropezón no es caída, que hay que levantarse y salir adelante una y otra vez”, reflexiona.
Uriel, justamente, sufre problemas respiratorios y Lorena asegura que siempre duerme “con un ojo abierto y otro cerrado”, porque frente a cualquier crisis de asma debe proporcionarle de inmediato la medicación. “En esta zona no existen colectivos hacia ningún hospital, por eso soy yo la que debe actuar rápidamente, me lo explicó el doctor”, dice.
Ayer, como siempre, se acostaron temprano porque Luciano, de 14, concurre a las 7.30 a la secundaria en una escuela técnica, también de Godoy Cruz. “Cenamos unas milanesas que me dio mi hermana y nos fuimos a la cama. Compartimos una habitación con cucheta y una cama de plaza y media. Ya se empezaba a sentir el viento alrededor de la una de la madrugada, por eso fui a retirar la ropa del tendal, pero jamás me imaginé lo que más tarde sucedería”, recuerda.
Como siempre, durmió “a medias” hasta que a las 4, aproximadamente, comenzó la peor pesadilla.
“Todo empezó a volarse, el ruido era insoportable. El viento empezó a soplar de tal manera que decidí despertar a los niños. El chiquito ya estaba llorando, me preguntaba qué pasaba. Las tablas del techo del comedor se movían de tal manera que en un momento se arrancaron completamente”, relata.
A escasos metros de su casa vive su hermana y un poco más allá una amiga. Entre todas siempre se ayudan como pueden. Lorena se asomó y vio “un desastre” en todo el sector: ramas, maderas, nylons por todas partes. Y polvo suspendido. “Tanto que no se veía nada a pocos metros”, cuenta.
“El comedor de mi casa quedó a cielo abierto. Es la segunda vez que un viento zonda me hace tanto daño en la casa, y aunque en aquella ocasión pedí ayuda, no la conseguí porque todos acá en el barrio estamos en la misma. Somos gente humilde”, aclara la mujer, que vive de lo que reúne por la Asignación Universal por Hijo y de algunos escasos ingresos que obtiene vendiendo ropa por internet y por WhatSapp.
Lorena reitera que necesita “de todo”. “Principalmente materiales para reconstruir el techo y seguir adelante con mi familia. Tengo un hermano que se da maña para repararlo y estoy segura que si recibo ayuda podrá hacerlo”, indica.
“Mi hijo más grande también puede ayudar. Pero, insisto, no tenemos los materiales”, reitera.
Sin embargo, las necesidades no se agotan solo con madera, postes o nylon. Necesitan muchísimo más para salir de este trance y también del otro, del más estructural, de la pobreza que afecta a miles y miles de mendocinos en medio de esta crisis económica.
Alimentos, ropa, mobiliario, calzado, colchones, y, por supuesto, también dinero. Lorena dejó su contacto telefónico y su alias de Mercado Pago para quien pueda colaborar con su familia.
Pese a la pobreza, es una persona agradecida: “Valoro mucho la solidaridad de algunas personas cercanas, como Carolina Galbán y su esposo Manuel, que tienen un merendero llamado ‘Dios todo por ellos’, a pocos metros de mi casa, y que jamás nos ha negado la comida. Dos veces por semana traemos a casa una vianda para los cuatro y, además, riquísima. Ayer al mediodía hubo polenta”, señala.
Algunas horas después del peor momento del viento zonda, se acercó al barrio Sol y Sierra personal del municipio de Godoy Cruz. Lorena estaba en la puerta de su casa, observando los daños. Asegura que le prometieron ayuda y dijo que está esperándola con ansiedad.
“Estoy acá, en casa, a la espera, pero, como siempre digo, no vivo sola en este barrio, hay mucha gente necesitada”, sostiene. De igual modo, asegura, convencida, que no se dará por vencida. Que ésta es una prueba más y que la debe superar. “Por mis hijos”, concluye.
Cómo ayudar
Lorena Cecilia Barrio, tel. 2612359188. Alias de Mercado Pago: Lorena.995.