No es una elección cualquiera. Las generales que se realizan hoy para elegir al nuevo presidente argentino, se producen en un contexto que atraviesa y afecta a todos.
Por eso, los votantes llegan a la urna a emitir un voto que lleva en el sobre más que la elección realizada, sino además un cúmulo de emociones que son tan diversas como la situación individual de cada uno.
En la mayoría de los casos, los electores expresan temor, inquietud, quizás, las palabras más frecuentes junto con incertidumbre. Pero también hablan de esperanza, de expectativas, de “ponerle fichas” a esta oportunidad para ver si cambia algo.
No es para menos: una inflación que no cede, la mitad de la población en la pobreza, una volatilidad económica que depara un futuro incierto en un plazo cada vez más corto, pérdida del poder adquisitivo, la búsqueda de resguardo con las herramitas que se puede, solo por mencionar algunos de los condimentos de la actualidad.
En definitiva, el contexto socioeconómico complejo que vive el país le puso un tono particular a la jornada electoral.
Pero además, en el plano netamente político, los resultados de estas elecciones son verdaderamente inciertos, en tanto los primeros tres candidatos más votados mostraron muy poca diferencia entre sí en las PASO.
Otra particularidad es que los adultos mayores son siempre un ejemplo de compromiso y buscan emitir su voto a como dé lugar. Pero esta vez, se vio un compromiso particular por parte de los jóvenes que ven cómo el contexto condiciona a sus familias y su futuro.
A los mayores se los vio llegar de la mano o el brazo de su pareja o quizás de alguien más joven como un hijo o nieto.
Bastón, andador o sillas de ruedas, no fueron impedimento para llegar a la urna. Incluso un hombre no vidente e hipoacúsico llegó a emitir su sufragio a la escuela San José de Guaymallén. A otros debieron acercarse urnas cuando hubo escaleras mediante e incluso en otras escuelas armaron la “mesa accesible”, como en la escuela Além de Guaymallén.
Tampoco faltaron los niños que acompañaban sus padres para ser parte de un momento cívico de tal envergadura.
Emociones en palabras
“Vine a votar con angustia, incertidumbre y miedo por lo que puede pasar, mas que nada con las generaciones futuras”, afirmó Mirta Bastías(77) al salir de la escuela Pedro Nolasco Ferreyra de Ciudad.
Pese a no tener obligación de votar dijo que llegó informado y votó sin problemas con la lista sábana que se usó en esta elección. “No tuve problemas, lo hemos hecho toda la vida”, agregó.
A Margarita Aguilar (59) la movían más que nada las expectativas. “Expectativas de que sea lo mejor para el país, va tan mal que uno tiene la esperanza de que sea para mejor”, comentó en la puerta de la escuela Alem.
“¿Cómo que no tenemos obligación de votar?, casi se ofendió un señor de 77 años al ser consultado. “Hay un compromiso con el país”, subrayó.
“Tengo unas emociones raras, es que no se sabe qué puede pasar mañana”, describió Gustavo (45) para expresar la misma incertidumbre que manifestaron otros consultados.
“Me puse a llorar cuando puse el voto en la urna, son muchas cosas”, relató una jóven.
Temor y esperanza es lo que dijo sentir Humberto Fernández, quien fue con su voto decidido con la esperanza de lograr un cambio, según contó.
Pero no estuvo ausente la desazón: “Vine porque había que venir, no tengo esperanza de que esto vaya a cambiar demasiado”, opinó Susana (63) votante de la escuela Rawson de Godoy Cruz.
Pero entre los jóvenes también se mueven emociones que empujan a la acción y la participación. Delfina (16) votó por primera vez aunque no tenía la obligación de hacerlo.
“Me pareció importante porque es definitoria, está complicada la cosa”, señaló al relatar que había decidido poner su apoyo a uno de los candidatos que considero que puede hacer algo.
“Es un granito de arena más para aportar, para ver si mejora”, destacó. Es que dijo que ve cuanto afecta todo esto a su familia, a ella misma y a otros jóvenes.
“Yo me siento afectada por la situación, me da miedo, veo que cada vez está peor, me preocupa mi futuro y el de mi familia”, sostuvo.
Joaquín Conde tiene 15 años, aún no está habilitado para votar, pero él también quiso participar y decidió ser fiscal de una agrupación con la que simpatiza.
“Lo hago porque quiero un cambio para el país, que progrese, que mejore, que tengamos una economía estable, veo que hay mucha pobreza, mucha inflación y yo quiero que cambie”, explicó el joven.