¿Te ayudo? ¿Cómo no avisaste? Te limpié el piso. Frases habituales en muchos hogares. Una campaña busca poner en evidencia la carga mental que implican las tareas domésticas y de cuidado que caen mayormente sobre las mujeres y a las que los varones suelen acercarse más en actitud de ayuda.
La agenda mental (o no) de muchas es casi como un tetris “para ganar tiempo”. Organizar el recorrido de las compras, ir poniendo el lavarropas (reunir las prendas y separarlas por color y material) mientras se avanza con la comida. Durante la cocción quizás ir limpiando el baño, atender a un bebé o ayudar a otros hijos con las tareas. El interminable ciclo de la comida invade la jornada y en medio, el trabajo fuera del hogar o la probable atención de adultos mayores.
Con un producto audiovisual que muestra la cotidianidad de cualquier hogar la campaña desenmascara una situación que impacta en la salud, las posibilidad de desarrollo y de espacios personales propios de la falta de tiempo de las mujeres. Esto está asociado a los roles culturalmente atribuidos, marcados por los estereotipos y que conllevan inequidades.
Con el hashtag #yo me ocupo, Iniciativa Spotlight instaló el tema en las redes sociales.
“La planificación y gestión de los quehaceres domésticos y de cuidado representan una carga que asumen mayoritariamente las mujeres”, detalla la asociación global y plurianual de la Unión Europea y la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“Ellas se hacen cargo del 65% de las tareas del hogar frente al 35% de los varones”, remarca.
Sin embargo, la percepción sobre quién lo resuelve es diferente entre varones y mujeres, de hecho es común que varones que “ayudan” en alguna actividad crean haber hecho un importante aporte, sin ver todas las demás tareas que sobrecaen sobre las mujeres.
La entidad hace referencia a una encuesta de la Consultora en Género, Diversidad y Comunicación Inclusiva sobre el reparto de tareas domésticas en Argentina. Según el trabajo el 60% de los varones cree que las tareas se reparten por igual, mientras que sólo el 30% de las mujeres considera lo mismo.
Esto en parte se asocia a la invisibilización del trabajo doméstico no remunerado, atribuído a algo natural y que se hace por “amor”.
Sin embargo, tiene consecuencias en diversos planos, entre ellos, desarrollo profesional y laboral discontinuo, menos horas de dedicación a la jornada laboral, menos ingresos, acceso a trabajos menos valorados. También, discriminación de la mujer en una selección de personal por considerar la probabilidad de una menor dedicación cuando tiene hijos
Cómo los estereotipos determinan las actividades también se pone en evidencia.
“La Encuesta Nacional sobre la Estructura Social, realizada por universidades públicas, determinó que las áreas en las que la participación de las mujeres es mayoritaria es en la limpieza de la casa, la elaboración de comida, el planchado y el cuidado de enfermos y mayores. Según esa misma encuesta, los varones tienen mayor participación en la construcción y reparación de la vivienda”, detalla la organización internacional.
Peor en pandemia
"Según una encuesta de Unicef Argentina el 51% de las mujeres entrevistadas manifestó que la sobrecarga de tareas de cuidado sobre ellas se exacerbó durante el aislamiento social por la pandemia de Covid-19, advierte Spotlight.
Abordajes realizados en Mendoza han puesto de manifiesto lo mismo. De hecho, en la provincia, las mujeres de todos los rangos etarios han dedicado 40% más de su tiempo al cuidado de niños, niñas y adolescentes respecto del que dedicaron los varones. Así lo determinó una investigación del Observatorio de Equidad de Género e Igualdad de Oportunidades de la Universidad Champagnat.
El informe “División sexual del trabajo y socialización diferencial por género en tiempos de aislamiento social preventivo y obligatorio” mostró que otro tanto se aprecia en cuanto al acompañamiento escolar, actividad en la cual las mujeres superan en dedicación horaria a los varones en un 70%.
No sólo se habla de la feminización de la pobreza por los menores ingresos sino que además, y sobre todo entre aquellas que trabajan fuera del hogar, son más víctimas de pobreza de tiempo lo que implica peor descanso, estrés, postergación de consultas médicas y actividad física, por la triple jornada laboral que asumen.
Y no se trata de algo propio de los hogares sino que también ocurre en otros entornos. El laboral es uno de ellos donde las mujeres suelen ser mayormente las que se ocupan de servir el café u ordenar y en contrapartida tienen más dificultades para acceder a posiciones de toma de decisiones.