Lo dice la ciencia: vivir con hijos mayores de 30 años puede ser malo para la salud

Según una investigación, la salud física y mental de los padres se ve afectada cuando los hijos continúan viviendo bajo el mismo techo más allá de los 20 años. Sin embargo, en un contexto donde los costos de la vivienda son elevados, es cada vez más común que esto suceda.

Lo dice la ciencia: vivir con hijos mayores de 30 años puede ser malo para la salud
Para los padres, el tener hijos adultos en casa puede interrumpir el ciclo de vida familiar normal.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y estudios sociológicos, un porcentaje significativo de jóvenes de más de 30 años aún vive con sus padres en la Argentina. Este fenómeno se debe a una combinación de factores sociales y culturales, pero sobre todo, económicos.

Entre las razones por las cuales esto sucede, las explicaciones son múltiples. Puede que los hijos pasen el fin de semana en la casa de sus padres o que decidan instalarse por un proyecto personal. Pero también sucede que muchas veces el motivo es ahorrar dinero o no disponer de los recursos suficientes para lograr independizarse. Es decir que la situación económica los obliga muchas veces a los hijos a retornar la vivienda de sus progenitores.

Más allá de lo que motive el retorno, estas dinámicas pueden ser especialmente problemáticas si la convivencia es percibida como una carga en lugar de una opción libremente elegida por las partes. Y si bien cada situación es única, la ciencia sugiere que puede ser perjudicial para la salud de los padres seguir viviendo con hijos mayores de 30 años.

¿Cuáles son las razones? Un estudio relevante de la Universidad de Londres, publicado en el Journal of Epidemiology & Community Health sugiere que la falta de independencia de los hijos adultos puede ser una fuente significativa de estrés para los padres, lo cual tiene un impacto negativo en su salud mental.

Otra investigación realizada por profesionales de la Universidad de Padua, Italia, publicado en Social Science & Medicine en 2017, apoyó estos hallazgos y destacó que la presencia de hijos adultos en el hogar puede retrasar la capacidad de los padres para adaptarse a una nueva fase de la vida, lo que contribuye a una menor satisfacción con la vida.

Asimismo, esta situación puede generar estrés financiero y de recursos, ya que los padres pueden sentir una presión económica adicional al mantener a hijos adultos en casa. También conflictos relacionales, debido a que la convivencia prolongada entre padres e hijos adultos puede generar conflictos y tensiones intergeneracionales.

Es que para muchos padres, el tener hijos adultos en casa puede interrumpir el ciclo de vida familiar normal, donde se esperaría que los hijos se independicen y esto puede llevar a sentimientos de frustración y resentimiento.

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