Lila Levinson está de vuelta en Vendimia y la Fiesta Nacional 2023 será testigo de esto.
Aquello que comenzó como una campaña de “justicia vendimial”, encabezada por varios de sus colegas, llegó a buen puerto. O a buen teatro griego: la legendaria comunicadora mendocina Lila Levinson volverá a poner su voz y presencia a la Fiesta Nacional de la Vendimia.
Ella es una de las elegidas de un elenco de nombres reconocidos de Mendoza, entre ellos Sergio Coco Gras, Majo Pérez Comalini, Gisela Campos y la reina de la Vendimia 2020-2021 Mayra Tous.
Será en la edición del próximo 4 de marzo, cuando (nueve años después de su última vez como animadora y cantora de votos) la periodista, locutora y escritora mendocina, un emblema de los medios en Mendoza, regrese a ese espacio que siente suyo. Y no por capricho y ego, sino porque fue, de hecho, la primera comunicadora en ejercer ese rol en las fiestas de la Vendimia, allá por 1963.
“Me provocó un shock el llamado de la ministra (de Turismo y Cultura, Nora Vicario), en el que me decía que era una de las locutoras elegidas. Igual, todo me sorprende y nada me sorprende. No estoy asustada porque ya desde muy joven subí al teatro griego, pero siento una enorme responsabilidad”, dijo a Los Andes.
Lila Levinson, nacida en Guaymallén el 18 de diciembre de 1937, tendrá la oportunidad de ratificar una vez más su carácter de leyenda viva en estas lides. Y, sin embargo, lo toma con una dualidad de emociones que no se cansa de subrayar a lo largo de la charla: se sigue sorprendiendo por lo que le pasa y, a la vez, siente que sucede porque se lo ha buscado, porque lo ha trabajado. Como ha sido siempre.
–¿Es entonces, una sorpresa este llamado a ser locutora en el Frank Romero Day, después de una campaña de muchos colegas que se manifestaron para que así fuera?
–Mi vida ha sido siempre por una parte normal y por otra muy extraña. Desde que empecé a trabajar en televisión he sentido que mi vida está manejada por algo así como hilos. En esos hilos no todos creen, pero yo sí. Están manejados por personas que viven en dimensiones extraordinarias. Algunos le llaman karma o destino. Yo siento que siempre he estado manejada por un sino, un camino, con sus tomas y dacas, con lo bueno y lo malo. He tenido pérdidas, tristezas, separaciones, dolores, conflictos… ¿quién no? Pero también he tenido la suerte de poder ayudar desde mi lugar, que es la comunicación, a la gente. Me sale del alma cuando ayudo comunicacionalmente con algo. Todo en la vida me llegó así, sorpresiva e inesperadamente, y lo tomé con dualidad: con sorpresa y naturalidad a la vez. No es el ego el que habla, es una realidad. Esta dualidad se refleja en un poema que escribí, y se llama Soy la otra. Y esa soy yo, dos personas en una.
–Muchos ven en usted a una maestra, por eso no extrañó que pidieran por su regreso a la fiesta.
–Yo trabajé desde los inicios en el Canal 7. Allí me pasó que a aquellos que entraban, yo les decía “dale, vení”. Y con el lugar que les pude dar más todo su talento se hicieron famosos. Lo mismo pasó con tantos alumnos, triunfadores y famosos, que tuve en la Universidad Maza: Pato Alanís, Pato Amico, Roxana Badaloni… son muchísimos, porque fueron muchos años en que dicté allí la cátedra de radio y televisión. Hoy, cuando los veo, los siento como mis hijos. No sé por qué todo me sorprende, pero nada me sorprende.
–¿Se siente parte de la historia de la misma Vendimia?
–Yo empecé muy joven con Vendimia. Y en 1963 lo sentí como algo natural. Lo que estaba haciendo antes en cámara lo hice arriba de un escenario. Pero me sentía con una ventaja que yo tuve y no tendrá nadie más: fui la primera.
–También tiene ese privilegio en cuanto a comunicadora televisiva...
–Cuando empecé a trabajar en la televisión yo jamás había visto la televisión. Incluso mis padres se compraron un aparato para verme. Y mi trabajo me convirtió en una más de la familia de cada una de las personas que me veían. Esa fue mi ventaja. No porque yo fuera excepcional, sino porque fui la primera. Era natural decir: “Está la Lila en la casa”. Y eso me pasó en el teatro griego. Además, trabajé con directores de Vendimia maravillosos, como Abelardo Vázquez, Eduardo Hualpa, Juan Rossi, y el resto del equipo: eran las mismas personas con las que yo trabajaba en Canal 7. Era un trabajo más. Era hermoso ser intermediario entre la fiesta y el público de los cerros y del público, y formar parte de ese círculo. Amaba a todos los que estaban ahí, gritaban mi nombre, y me aplaudían: yo sentía que eran y son parte de mi espíritu. Otra vez aparece ahí la dualidad: era asombroso lo que pasaba, pero era natural.
–En estos años se ha puesto en entredicho la figura de la reina en particular y de la mujer, de algún modo, en general. ¿Qué piensa usted?
–Yo adoro las fiestas de pueblo. Yo he viajado mucho a España y a Francia, y siempre he visitado fiestas de pueblos, y en algunas eligen reinas. Por ejemplo, cerca de Valencia, en Requena, una ciudad vitivinícola, eligen también a una reina de la Vendimia. Yo detesto que a la mujer no se la respete, pero adoro el rito de la fiesta: la Virgen de la Carrodilla, los gatos, las reinas. Somos tan jóvenes con respecto al universo que los ritos son las mínimas raíces plateadas que nos hacen querer a nuestra tierra.