Belén Domizio tiene dos cumpleaños, y es una de las primeras cosas que cuenta cuando habla con alguien. El primero de ellos, el legal y que figura en su DNI, es el 18 de junio, y en 2024 cumplió 37 años. El segundo cumple, en tanto, es el 17 de noviembre. Y hace poco menos de un mes, Belén cumplió 4 años desde aquel día en que volvió a vivir.
Porque el 17 de noviembre de 2020, tras haberse recuperado del Covid-19, la joven veterinaria sufrió mielitis transversa, una cuadro que la dejó cuadripléjica durante varios meses, y de la que aún se evidencian secuelas.
“Me diagnosticaron una mielitis transversa extensa, ya que me había afectado prácticamente todas las vértebras. Y detectaron que era autoinmune. La sospecha es que mi organismo generó anticuerpos extraños con el Covid-19, y esos anticuerpos atacaron a mi médula”, resume Belén sin moverse del plano de los supuestos.
Y es que, al día de hoy, aún no hay un diagnóstico certero ni confirmado sobre qué le despertó aquella mielitis.
“La mielitis no es una enfermedad en sí misma, sino es una consecuencia y que es la inflamación de la médula. Pero cerca de 40% de los casos de mielitis entran en una especie de bolsa de gatos, y nadie sabe qué es lo que la genera”, sigue Belén.
De a poco, la veterinaria y deportista fue recuperando movilidad y funciones de su cuerpo. Y, recientemente, Domizio presentó su libro “El Camino de las Magnolias”, una obra en la que resume toda su historia de vida, incluso con episodios ajenos a la enfermedad.
“El libro no relata solo la recuperación, sino está toda mi vida. Al principio tenía un poco de miedo y vergüenza de publicarlo, porque es muy íntimo. Está la historia de una relación violenta, de un abuso. Fueron mi marido y mis amistades me impulsaron. Y quiero dar el mensaje de que, por más de que te pasen cosas horribles, se puede tener una vida hermosa”, destaca Belén.
Y en todo momento destaca su eterno agradecimiento a su marido, el enólogo Andrés Vignoni, y quien la acompañó -y acompaña- en todo momento.
MALDITO COVID
El 17 de noviembre de 2020, Belén Domizio había salido a correr. Desde siempre fue una de sus actividades favoritas, aunque ese día -de a poco- comenzó a sentirse débil. Ante esta situación, decidió cambiar el trote por una caminata. Pero el malestar no desapareció y, muy por el contrario, se expandió durante todo su tórax y la espalda.
“Un mes antes había tenido Covid-19, con los síntomas de todos (perder olfato, el gusto, tener fiebre y sentir mucho cansancio). Pero se me fueron pasando, y al mes -aprovechando que me sentía bien ya estaba corriendo de nuevo. Siempre fui muy deportista y necesitaba moverme”, recapitula Belén sobre aquel 17 de noviembre de 2020 en que volvió a nacer. Y que marcó su segundo cumpleaños.
Asustada por un dolor que no se disipaba, llegó a su casa y fue a la guardia de un hospital. El primer diagnóstico superficial -en un contexto donde todo lo que no eran enfermedades respiratorias o indicios de Covid pasaban a un segundo plano-, fue el de una gastritis, por lo que le aplicaron Buscapina.
“A los 10 minutos empecé a sentir que se me adormecían las manos, no podía moverlas. Me llevaron al hospital y no me sentía bien. Allí tampoco me tomaron muy en serio y, mientras esperaba, empecé a sentir que no podía moverme del cuello para abajo, fue algo muy progresivo y en todo el cuerpo, hasta los pies”, sigue con su relato la veterinaria, quien es -además- becaria en el CONICET.
La imposibilidad de mantenerse en pie llevó a que hubiese que poner una silla de ruedas a disposición de Belén. Con su marido llevándola de un lado al otro, siempre dentro del hospital, los diagnósticos posteriores fueron tan variados como desacertados: desde falta de electrolitos hasta un ataque de pánico.
Recién el día siguiente, 18 de noviembre de 2020, Belén Domizio fue revisada por un neurólogo y fue él quien identificó que la joven estaba sufriendo mielitis transversa. También en ese momento se arribó a la hipótesis -sin certezas al día de hoy- de que los anticuerpos generados durante el Covid-19 habían desencadenado ese cuadro.
Belén estuvo 12 días en terapia intensiva antes de pasar a una sala común. Y luego llegó el momento de la rehabilitación.
VOLVER A EMPEZAR
Sin perder el tiempo, Belén y su esposo viajaron a Buenos Aires para iniciar el proceso en la clínica de neurología Fleni, una de las más renombradas en el país.
“Empecé la rehabilitación y, desde el primer momento, la idea fue poder adaptarme a las consecuencias y hacer un trabajo específico, co todas las herramientas para continuar”, cuenta Domizio. Y agrega que, en total, estuvo 3 meses junto a su compañero en Buenos Aires.
De regreso en Mendoza, la veterinaria continuó con la recuperación en un centro privado de la Quinta Sección (Ciudad) y a partir de este trabajo fue que, poco a poco, logró volver a hacer cosas que nunca pensó que volvería a hacer, como trotar, por ejemplo. “Aunque con muchísima dificultad, y todavía me duele. Pero mi objetivo fue siempre volver a ser la Belén de antes”, describe.
Poco a poco, Belén volvió a caminar, a trotar y hoy, prácticamente, puede hacer todo, aunque -como ella misma lo describe- encontró otra manera de hacer las cosas.
“Es todo un proceso mental y no lo hago a la forma de los demás, sino a mi manera. Pero lo hago”, destaca con determinación.
Las principales secuelas como consecuencia de la mielitis se enfocan en las manos. Belén Domizio no cuenta con la fuerza necesaria para extender sus dedos, por lo que están permanentemente flexionados. Aunque, cuando todavía estaba en Buenos Aires, le colocaron un adaptador y descubrieron que, con este artefacto, podía escribir con un lápiz, por ejemplo. Es decir, conserva la motricidad fina.
Además de las manos, las partes que más afectadas se han mantenido en su cuerpo son la pierna izquierda, el brazo derecho y los músculos de las escápulas.
Belén no continúa con la rehabilitación tradicional, sino que eligió adaptarse a vivir como puede y continuar con lo que se conoce como “terapia ocupacional”, por sobre la kinesiológica. Comenzó, entonces, a pintar, a ir a un taller de cerámica, a natación, a yoga y al gimnasio.
Como becaria en veterinaria de Fauna Silvestre en el CONICET, Belén Domizio estuvo en Brasil la semana pasada completando un curso. ¡Y hasta pudo hacerle una extracción de sangre a un yacaré y a un quirquincho!
“Nunca me imaginé que iba a poder volver a hacer esas cosas, o a subir un cerro, por ejemplo. Lo más lindo es que siempre me he encontrado una enorme cantidad de gente que me rodea, con un nivel increíble de humanidad y de amor que hacen que yo pueda hacer todo”, resume.
EL CAMINO DE LAS MAGNOLIAS
La idea del libro no nació como tal. De hecho, al comienzo era solo un cuaderno que una amiga y compañera de trabajo le regaló para uno de sus segundos cumpleaños, el del 17 de noviembre.
“Melisa (Morales) me regaló un cuaderno y yo, de forma terapéutica, empecé a escribir todo lo que me iba pasando, lo que iba sintiendo. Si bien ahora me siento súper bien, tengo mis momentos malos. Y al principio fue difícil de superar. Pasé de tener una vida súper activa a no poder caminar”, relata Belén.
Así fue como, aquello que comenzó como una escritura terapéutica, se convirtió en una manera de no olvidarse de todo lo que había vivido. Y un día, cuando Belén releyó todo lo escrito, se dio cuenta de que hasta podía darle cierta coherencia. Así fue como todo se convirtió en una novela, una historia de amor.
“Así nació ‘El Camino de las Magnolias’, que es la historia de mi vida, y también la historia de amor con mi marido, quien me acompañó en todo momento, se internó conmigo en Buenos Aires y fue muy importante en mi recuperación”, concluye Belén Domizio.
El libro se encuentra disponible en Amazon (tanto en formato e-book como impreso), mientras que la propia Belén tiene algunos ejemplares que se pueden conseguir vía Instagram en su perfil (https://www.instagram.com/belendomizio/).