Transcurrían los primeros días de diciembre de 1868 y el sueño del reciente presidente electo Domingo Faustino Sarmiento pudo concretarse, con la ayuda del Poder Legislativo. Traer en comisión educativa a una verdadera comunidad de docentes desde Estados Unidos, para combatir el analfabetismo en el país. En el primer censo nacional de 1869, arrojó la cruda cifra de que el 78 % de la población era analfabeta.
Vinieron en varias comitivas a nuestro país, en total fueron 65 maestras y 12 maestros. Entre ellos arribó la joven Mary Morse, que llegó desde Maine en 1890 y durante 10 años fue directora de la Escuela Normal; mientras que Margaret Louise Collord, que había nacido en el estado de Ohio, se radicó en Mendoza en 1893. Vivieron en varias viviendas céntricas hasta que se radicaron en Chacras de Coria, Luján de Cuyo.
La historia cuenta que en su llegada la alta sociedad nunca las aceptó porque eran cristianas protestantes, no católicas, y hasta soportar en los inicios los resentimientos entre sus pares argentinas, ya que su salario era en pesos oro argentino. Esta moneda era equivalente a $m/n 5 (cinco pesos moneda nacional), mientras que las demás docentes cobraban en pesos. De hecho, eran llamadas las maestras descalzas por esa condición. Lo que pocos sabían era que partes de sus salarios eran destinados a beneficencias de los mismos alumnos y a vecinos de la zona. Con el transcurrir de los años fueron amadas y muy respetadas por todos los estratos de nuestra sociedad de antaño. Y Diario Los Andes reflejó en varias oportunidades colectas y su apoyo incondicional con la sociedad, en momentos de inundaciones o en el terremoto del 14 de abril de 1927.
Navegar en el libro de Actas de la Escuela Normal
El Archivo General de la Provincia, conserva los libros de actas diarias y de organización, donde se asentaron diariamente manualmente todas las novedades, allí podemos visualizar como la directora Mary Morse escribía, como se desarrollaban los actos, las clases de gimnasia y la vida diaria del jardín de infantes incluso. Era norma el buen uso de la correcta disciplina, también de la vestimenta entre el grupo docente. “Hacer que las practicantes lleven a sus casas los cuadernos de Crítica para estudiarlos”, se lee en una página. También se anotan detalles de un viaje de varios días en mula hasta Chile, atravesando los precipicios andinos en medio de un temporal cuando regresaban, para traer libros y materiales para los alumnos.
Las ideas no se matan
Ambas “señoritas” nacieron el mismo año (1864), y fallecieron en 1945, se desarrollaron en las quintas de Chacras de Coria y al finalizar su contrato con el Estado Argentino, regresaron a Estados Unidos. Al cabo de un año se radicaron definitivamente en nuestra provincia. Continuaron ligadas a la educación y hasta llegaron a tener su pequeña bodega. Se convirtieron así en unas de las primeras mujeres extranjeras en incursionar en la vitivinicultura.
En el recorrido necroturístico del Cementerio de la Ciudad de Mendoza, que coordina la Municipalidad de Ciudad y el historiador Juan Carlos González, llegamos hasta el sector Británico. Allí el silencio es insoportable. Debajo del centenario olivo se distingue una lápida de mármol que las recuerda hoy, con una impactante frase: “Y en su descanso eterno no fueron separadas”. Respetando su última voluntad y sus pensiones al no tener descendientes, fueron donadas a diferentes hogares de carenciados y para el Hospital Emilio Civit.