“Los más chicos, los niños de menos de 15 años, jamás habían visto pasar el agua por acá. ¡Te imaginarás que esto parecía la playita de Luján!”, cuenta Juan Martoni Nievas. El hombre, quien vive en Costa de Araujo (Lavalle), describe con esa comparación -que lo hace largar una risa por demás sonora- lo que vivieron los pobladores de ese distrito lavallino y de Gustavo André el sábado y domingo pasados.
Después de 15 años de extrema sequía, el agua del río Mendoza regresó este fin de semana a estas dos localidades del noreste mendocino. Y, de la misma manera en que la mayor liberación de agua río abajo ha generado algunos inconvenientes serios en el Este de Maipú -con vecinos a quienes se les inundaron las casas-, en estos parajes lavallinos las consecuencias emocionaron a los pobladores. E, incluso, los llenaron de optimismo.
“Si sigue así y pasa este tramo pasado, no tengo dudas de que el agua va a llegar a Lagunas del Rosario y a Asunción”, cuenta Martoni Nievas, quien se desempeña como taxidermista en el museo de Lavalle.
Durante el sábado y el domingo, familias enteras se acercaron al otrora seco río Mendoza para refrescarse con el agua llegada recientemente e intentaron, de ese modo, paliar los 45° que tienen en esa zona lavallina por estos días.
“El fin de semana hizo mucho calor, por lo que la gente se metió a bañar. La gente sabe que es peligroso el tema de las crecidas, pero no es lo mismo el río acá que en Cacheuta en cuanto a caudal. Acá recién está llegando el agua, y la gente conoce dónde están las ramas y las profundidades”, resume Martoni Nievas al relatar la manera en que la gente disfrutó del agua este fin de semana.
Y UN DÍA, EL RÍO VOLVIÓ A LAVALLE
Entre 2009 y 2010 fue la última vez en que el agua llegó a esa altura de la traza del río Mendoza. O, al menos, que lo hizo de forma constante. Desde entonces, la sequía castigó duramente a esos distritos lavallinos, que tampoco suelen ser muy agraciados con las lluvias.
“El sábado a la mañana llegó a Costa de Araujo y el domingo, a eso de las 3 de la mañana, llegó a Gustavo André. La gente se acercó, se bañó y no lo podía creer. Es un acontecimiento histórico”, repasa Juan.
El agua está llegando, siempre por el cauce del río Mendoza, desde el Este mendocino. Por eso es que los primeros lugares a los que llegó después de una década y media son estos dos distritos mencionados.
“En Gustavo André, hay un puente que cruza el Río Mendoza. Pero como estaba seco, la gente ya ni lo usaba. Ahora, con esto de que volvió el agua, la gente no tuvo otra que volver a usarlo para pasar por el lugar”, agrega Juan, con una sonrisa que evidencia la ilusión que genera del regreso del agua (en honor a la verdad, una cosa -la ilusión- volvió al lugar de la mano la otra -el agua-).
CAMINO A LAGUNAS Y A ASUNCIÓN
Las postales de los vecinos de estas dos localidades lavallinas disfrutando del regreso del agua transmiten la emoción de quienes las disfrutaron en este fin de semana atípico.
Familias enteras que se acercaron a la costa con sus sillas, reposeras y hasta heladeritas para darse un chapuzón que los abdujera -al menos por unos instantes- de la infernal tarde de domingo de verano lavallino.
El distrito denominado Lagunas del Rosario (en el ingreso al secano lavallino) debe su nombre, precisamente, porque alguna vez la gran extensión del sitio fue ocupada por una laguna. De hecho, hace ya varias décadas, los pobladores vivían de la pesca allí.
De continuar con este ritmo y de mantenerse las voluminosas liberaciones de agua por el Río Mendoza (algo dado por la gran cantidad de caudal que generan los deshielos), el agua podría regresar a Lagunas y a Asunción.
“El tramo pesado es justamente este, el de Costa de Araujo y Gustavo André. Acá es donde se puede perder mucha agua, ya que se filtra en la sequedad de la tierra y porque hace años no pasa el agua. Pero si viene fuerte, va avanzando. Y una vez que llegue a Asunción, va a tirar y va a pasar. Y, quién te dicen Lagunas del Rosario vuelve a ser una laguna”, sueña -en voz alta- Martoni Nievas.
La última vez que hubo algo de agua en ese cauce -y que fue apenas un hilito- fue en 2015. “Hace unos días, entre los recuerdos de Facebook, me apareció que traje a mi hijo, que era chiquito. En aquella oportunidad volvió muy poquito, y llegó más del lado de San Juan en realidad. Pero, de forma regular, hace más de 15 años que no llega, seguro”, concluye.