La vuelta del Samay Huasi: las fotos de sus años dorados y el emotivo recuerdo de un nostálgico turista

Esta semana, el Gobierno presentará en Tunuyán el proyecto para reconstruir un emprendimiento turístico en el predio donde funcionó el esplendoroso hotel. A casi 30 años de su visita, un nostálgico bonaerense compartió los recuerdos de su estadía en el hotel en 1992.

La vuelta del Samay Huasi: las fotos de sus años dorados y el emotivo recuerdo de un nostálgico turista
El Gobierno busca inversores para concesionar durante 20 años el predio de dos hectáreas donde funcionó el hotel Samay Huasi hasta 2003. La idea es mantener el perfil turístico y ambiental del lugar y del viejo hotel.

Desde el punto turístico –y entre tantas metas-, hay una que Mendoza tiene entre ceja y ceja y, de a poco, parece ir tomando forma: la recuperación del histórico y maravilloso hotel Samay Huasi, ubicado en el Manzano Histórico (Tunuyán). El Ministerio de Turismo y Cultura y el Ministerio de Gobierno de Mendoza ya publicaron los pliegos licitatorios y salieron a la búsqueda de empresarios dispuestos a invertir en este predio de casi dos hectáreas ubicado en la cordillera del Valle de Uco; y el viernes el proyecto será presentado en Tunuyán, con la presencia de miembros de la Cámara de Comercio e Industria de ese departamento.

Desde junio de 2003, cuando fue arrasado por un incendio, el predio de dos hectáreas donde estaba el Samay Huasi luce las ruinas y el esqueleto del histórico hotel.
Desde junio de 2003, cuando fue arrasado por un incendio, el predio de dos hectáreas donde estaba el Samay Huasi luce las ruinas y el esqueleto del histórico hotel.

El gran anhelo de las autoridades es recuperar este gigante, que tuvo sus años de oro en las décadas del 80 y 90; y que fue consumido en su totalidad por un recordado incendio el 7 junio de 2003 (hace unas semanas se cumplieron 18 años de aquella tragedia, que solo fue edilicia y patrimonial, ya que no hubo víctimas fatales –de milagro-). Actualmente solo quedan las ruinas y estructuras bases del antiguo Samay Huasi, y que se muestran –resistentes- como un esqueleto de lo que alguna vez fue el lugar.

Desde su ubicación en las puertas de la Cordillera de los Andes (camino a Arenales) hasta su construcción e instalaciones, el Samay Huasi (”Casa de Descanso” en quechua) quedará por siempre en los recuerdos de los mendocinos y turistas que lo visitaron alguna vez. Porque no hubo ni antes ni después un establecimiento de similares características en este paradisíaco paraje de la cordillera del Valle de Uco.

Este es el caso de Osvaldo Gustavo Córdoba, un bonaerense que lo visitó en febrero de 1992 –hace ya casi 30 años- y que jamás logró quitarlo de sus recuerdos ni dejar de rememorarlo como lo que fue: una imponente maravilla en los Andes mendocinos.

Osvaldo Gustavo Córdoba cuando apenas superaba los 40 años, allá por 1992, en la barra del histórico Samay Huasi. Eran sus años de esplendor.
Osvaldo Gustavo Córdoba cuando apenas superaba los 40 años, allá por 1992, en la barra del histórico Samay Huasi. Eran sus años de esplendor.

“Lo visite en febrero del ’92; ¡en los años dorados! Y pensar que ahora es todo ruinas. Era un lugar de ensueño, y hasta el año pasado no sabía nada de lo que había pasado. Pero cuando lo googleé, no lo podía creer”, destaca Osvaldo a Los Andes, en alusión al incendio. El hombre, quien vive en Tortuguitas (a 40 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) tiene ya 71 años y se jubiló hace dos como director de un Instituto de Formación Técnica, profesor de Inglés y representante legan de un instituto de su localidad.

Pero cuando visitó el Samay Huasi, Osvaldo pisaba los 40 años. Y, con mucha nostalgia y melancolía, compartió con Los Andes algunas de las fotos de su viaje en familia. Y donde se puede apreciar en todo su esplendor las instalaciones del hotel valletano.

La vista principal de la Cordillera de los Andes desde la escalinata principal del Samay Huasi en 1992.
La vista principal de la Cordillera de los Andes desde la escalinata principal del Samay Huasi en 1992.

“¡Recuerdo la emoción que sentí al verlo por primera vez!. Iba manejando por ese camino de montaña y ansioso por llegar, pero el hotel no aparecía. Hasta que, al hacer una curva, estaba allí; majestuoso, algo impresionante”, rememora con emoción el bonaerense.

El paraíso de Samay Huasi

Cuando uno habla de sus viajes y experiencias, suelen destacarse dos componentes: el objetivo, que se refiere a las características generales de un lugar o una situación; y el subjetivo, que interviene cuando los recuerdos y la memoria emotiva intervienen en esos lugares y situaciones. Para Córdoba, la combinación entre lo subjetivo y lo objetivo convierten al Samay Huasi y su estadía en el lugar en uno de esos recuerdos que llevará consigo por siempre.

El hall de entrada del antiguo Samay Huasi y el juego de ajedrez tallado en ónix, con piezas de cerca de 20 centímetros.
El hall de entrada del antiguo Samay Huasi y el juego de ajedrez tallado en ónix, con piezas de cerca de 20 centímetros.

“Mi habitación daba al río, y oías constantemente el correr del agua; y veías la montaña. Era como que el hotel se autoabastecía. El edificio era todo de madera y piedra, con entrepisos de techos superpuestos, y enormes ventanales en distintos planes. Realmente era precioso”, repasa el establecimiento en su cabeza, y lo reconstruye.

La antigua pileta del hotel Samay Huasi, desde la habitación donde se hospedó Osvaldo Gustavo Córdoba en febrero de 1992.
La antigua pileta del hotel Samay Huasi, desde la habitación donde se hospedó Osvaldo Gustavo Córdoba en febrero de 1992.

Como si tuviese el plano exacto dibujado, Osvaldo Gustavo Córdoba (71) arma –como un rompecabezas- cada uno de los espacios y recuerdos.

“Luego de la cena, en el salón de juegos se organizaba juegos grupales y de ingenio. Había mesas de pool también en el último piso, y había un juego de ajedrez tallado en ónix, de tamaño aproximado de 20 centímetros cada figura. Recuerdo que cuando estuvimos nosotros se habían hospedado Los Chalchaleros, y la noche antes de partiéramos, tocaron algunos temas para los huéspedes”, rememora con nostalgia. Y aclara: “más allá de toda la carga emotiva, era un lugar de esplendor”.

En el último piso del hotel había mesas de pool y una sala de juegos.
En el último piso del hotel había mesas de pool y una sala de juegos.

Osvaldo se ilusiona con la reconstrucción o reemplazo del hotel en ese punto cordillerano. “Sería hermoso rescatar de las sombras de la desgracia a ese impresionante lugar. Creo que, hasta ese momento, era uno de los pocos hoteles de Alta Montaña que existía en Mendoza”, cierra el bonaerense; quien regresó a Mendoza en varias oportunidades luego de ese viaje de 1992.

Pero ahora tiene una nueva ilusión para regresar. “Espero, en algún momento, poder volver a Mendoza; y a donde estaba el Samay Huasi”, concluyó.

Osvaldo Gustavo Córdoba en la puerta del antiguo hotel Samay Huasi, en 1992.
Osvaldo Gustavo Córdoba en la puerta del antiguo hotel Samay Huasi, en 1992.

El día del incendio en Samay Huasi

La fría tarde del sábado 7 de junio de 2003, el Samay Huasi fue consumido por un impiadoso incendio. El predominio de la madera en la estructura edilicia fue fundamental en este desenlace; aunque era difícil imaginarse otro final si se tiene en cuenta que, luego de que se iniciaran las primeras llamas, una caldera de combustible explotó en el subsuelo del lugar.

El predio, ubicado sobre la ruta 84 -donde hoy sobresalen las ruinas de lo que supo ser un verdadero gigante-, es propiedad de la Provincia de Mendoza, y por ello es que el Gobierno ha salido a buscar inversores. La intención del ejecutivo es concesionarlo por 20 años, con el excluyente requisito de que se respeten las condiciones ambientales correspondientes a la zona.

El glamoroso living del hotel en sus años de esplendor.
El glamoroso living del hotel en sus años de esplendor.

En mayo pasado, una de las mujeres que estaba hospedada en el Samai Huasy aquella fatídica tarde de junio rememoró a Los Andes cómo fueron los momentos previos, durante y posteriores al gran incendio. Se trata de Ana Julia Zuliakis (42), quien aquella tarde tenía 23 años y había llegado al hotel junto a una amiga para disfrutar de lo que, por aquel entonces, era uno de sus principales hobbies: la fotografía. ¡Qué mejor que la entrada a la Cordillera de los Andes para dar rienda suelta a esta pasión!.

“Ni bien atravesamos el umbral del hotel, hicimos un tramo y explotó todo en el interior. ¡Fue como una película!”, rememoró la mujer; quien esa tarde -junto a su compañera- rescató a una empleada que había quedado atrapada en el interior del edificio.

Solo se mantienen en pie las ruinas del Samay huasi.
Solo se mantienen en pie las ruinas del Samay huasi.

“La mamá de mi amiga tenía una especie de tiempo compartido, y una de las alternativas que ofrecía para alojarnos era ese hotel. Por eso fuimos ahí. No conocíamos el lugar, nunca habíamos estado. Pero cuando llegamos con todo nuestro equipo, vimos que el paisaje era hermoso”, acotó Ana Julia Zulinakis en la entrevista de mayo.

“Aquella tarde había bajado mucho la temperatura, y no recuerdo que estábamos haciendo cuando, de repente, se cortó la luz. Nuestra habitación estaba justo frente a una escalera y, cuando me asomé, vi que había fuego en la planta de más arriba. Eran cerca de las 18, 18:30 y estaba empezando a esconderse el sol. Afuera había empezado a caer agua nieve, y yo volví a la habitación rápido. Mi amiga estaba tirada en la cama y yo le dije: ‘ponete el calzado y vamos que se está prendiendo fuego el hotel’. No tuvimos tiempo ni de agarrar las cámaras, solo salimos con lo puesto y algo de dinero que pude rescatar porque había guardado adentro de una bota, Cuando salimos de la habitación, el fuego ya no era el que había visto yo, era mucho más grande”, recordó Ana Julia en la entrevista de mayo.

El Gobierno de Mendoza quiere recuperar el espacio en el que funcionó el hotel; y piensa en otro emprendimiento turístico en el lugar.
El Gobierno de Mendoza quiere recuperar el espacio en el que funcionó el hotel; y piensa en otro emprendimiento turístico en el lugar.

Cuando salían de la habitación con la única meta de llegar al exterior y quedar al resguardo, oyeron un grito desde la planta alta; por lo que -casi sin pensarlo- modificaron el recorrido en el acto y salieron al encuentro de aquella persona que -sin lugar a dudas- estaba en peligro. “Cuando llegamos arriba, encontramos a una mujer que gritaba; y decidimos sacarla. Era bastante grande ella, por lo que realmente nos costó; pero una de nosotras la agarró de los brazos, otra de las piernas. Y así la bajamos”, rememoró.

Esa mujer era Rosa, era una de las trabajadoras del Samay Huasi; y fue un accidente protagonizado por ella lo que originó el principio del incendio: la mujer estaba tomando un té para paliar el frío, e intentó encender un fuego para calefaccionarse. Al querer prender la chimenea, por falta de mantenimiento estaba tapada; y eso originó las primeras llamas. El predominio de la madera y la tela hicieron que las llamas se propagaran en cuestión de minutos; así hasta llegar a la caldera con gasoil ubicada en el subsuelo del histórico hotel. Eso fue lo que produjo la explosión final.

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