Diciembre suele ser complicado. La salud mental de una buena parte de la población ya pasa factura después del desgaste de todo el año. Incluso hay quienes aseguran que cada vez más se sienten agotados meses antes, las demandas del contexto son muchas y los empleos exigen una hiperconexión que desgasta. Hay que sumar la situación económica de los últimos dos años, que ha sido agobiante para muchos, la incertidumbre, los cambios y el infaltable balance que no siempre conforma.
Y esos son solo algunos de los aspectos más usuales, la lista es enorme. El asunto es que definitivamente, la mayoría llega cansadísimo, al punto de que todo cuesta y hasta se modifican las actitudes y las conductas. Por eso se habla del famoso burnout, un estado de “queme” que afecta fuertemente la calidad de vida y el desempeño y que se asocia al agotamiento laboral.
El proceso parece muy difícil de sobrellevar pero hay estrategias. El licenciado en Psicología Mario Lamagrande es especialista en el tema, de hecho desarrolló sobre esto su tesis. Por eso, ofreció un análisis sobre las causas pero fundamentalmente, “el antídoto”. El profesional explicó cuál es el factor fundamental de la vida que funciona como contrapeso a este malestar y que, incluso, puede permitir afrontar en mejores condiciones el nuevo año.
“Al síndrome de burnout, en español le decimos también el síndrome de quemarse en el trabajo, es como esa sensación de no dar más, es como si tuviéramos una bolsa de recursos y se hubiera agotado”, describió.
Síntomas de burnout: el test
Según explicó, las primeras investigaciones sobre el fenómeno datan de la década del 70 mientras que en los 80 se sistematizó. Desde el punto de vista técnico se evalúa con una escala, dentro de las cuales la más conocida es la escala de Maslach o Maslach Burnout Inventory (MBI).
Se trata de una especie de cuestionario en el que se pregunta acerca de las emociones y sensaciones que la persona experimenta en relación a su trabajo.
Está constituido por 22 ítems en forma de afirmaciones, sobre los sentimientos y actitudes en su trabajo y apunta a medir el desgaste profesional para determinar la frecuencia y la intensidad con la que se sufre el burnout. Asigna una puntuación a las respuestas en relación a la frecuencia y con ese puntaje se puede dar un diagnóstico. Omint, la empresa de cobertura médica, tiene publicado el test y puede verse AQUÍ.
Pregunta cosas como cómo se siente al finalizar la jornada, si siente que logra algo productivo o si se percibe distante o apático respecto de las personas con las que se relaciona. Se le solicita que diga con qué frecuencia siente lo que manifiesta y también pregunta si el trabajo genera emociones positivas. Algunas de las consultas son:
- Al final de la jornada me siento agotado
- Me encuentro cansado cuando me levanto por las mañanas y tengo que enfrentarme a otro día de trabajo
- Trabajar con pacientes/clientes/alumnos todos los días es una tensión para mí.
- Creo que tengo un comportamiento más insensible con la gente desde que hago este trabajo
- En el trabajo siento que estoy al límite de mis posibilidades
Consecuencias del agotamiento
El cuestionario evalúa tres dimensiones: agotamiento emocional, despersonalización y realización personal. “El agotamiento emocional tiene que ver con un estado de cansancio y fatiga manifestado de manera física, psíquica o también una combinación de ambos”, señaló Lamagrande.
Pero además, explicó en relación al segundo punto, que uno de los elementos que se tienen en cuenta es la interacción de las personas con usuarios directos o indirectos, es decir aquellos que en su trabajo deben interactuar mucho con otros para atender sus necesidades como docentes, quienes atienden al público, vendedores, abogados, trabajadores de la salud, trabajadores sociales, entre otros.
“Este agotamiento aumenta en la medida que tenemos más interacción, en la medida que aparecen estas interacciones aparece la despersonalización, el desarrollo de sentimientos, actitudes y respuestas negativas, distantes, inclusive hasta frías, y que se pueden convertir también de alguna manera en nocivas, tratando de generar una distancia con las personas”, detalló el especialista.
“Por eso vamos a decir que hay una fase positiva, que es querer tomar distancia, y una negativa cuando las conductas de la persona que se ha quemado generan esta distancia, pero por una cuestión aversiva”, agregó.
Por último, se refirió al alto impacto de la baja realización personal. “De hecho, en la escala se determina que si aparece este indicador no hacen falta los dos primeros para determinarlo; obviamente a mayor realización en el empleo vamos a encontrar menos agotamiento emocional y despersonalización, e inversamente cuando encontramos baja realización en el empleo encontramos alto agotamiento y despersonalización”.
Y redondeó que las dos primeras variables funcionan de manera inversamente proporcional respecto de la última.
Impacto
“Si tenemos en cuenta el agotamiento, se ve que la interacción por los sistemas sociales y laborales, la sobrecarga sobre quejas y malestar aumentan, porque uno de los elementos que mejor previene el quemarse en el empleo es el apoyo social, pero ¿qué pasa si justo ese soporte con que yo cuento está agotado?”, planteó. “Y esto fue uno de los elementos más nocivos que encontramos en el 2023: la alta inestabilidad social, económica, que de alguna manera arranca a comienzos de estos años y se empieza a estabilizar porque se ve como una propuesta coherente y estable que las personas de alguna manera reconocen como una estabilización”, analizó. Subrayó luego que algunos lo aceptan y otros no, “pero de alguna manera es como tener un perfil definido y no ese estado de incertidumbre que caracterizaba la situación previa”.
Según el estudio Burnout 2024 de Bumeran, la app de empleo de Latinoamérica, el 91% de las personas trabajadoras en Argentina afirma estar quemada o experimentar el síndrome de “burnout”. Otro trabajo que puso en evidencia la situación es un informe del Observatorio de Tendencias de Insight 21, de la Universidad Siglo 21. El relevamiento mostró que 1 de cada 4 argentinos tiene niveles altos de agotamiento laboral, 26,9% están demasiado exhaustos como para realizar actividades luego de la jornada laboral y 23,5% tiene dificultades para relajarse después del trabajo.
“Esa fuerte interacción aumenta y tiene un correlato con las demandas ambientales, que de alguna manera también en esta etapa se van relacionando con las metas o los objetivos que cada uno se ha planteado a comienzos de año, que al realizar una evaluación puede entender que están alcanzados o no”, explicó en relación a objetivos que pueden ser de diversa índole.
“El problema es que escenarios cambiantes o inestables afectan las relaciones y por ende también los ámbitos laborales y por eso crecen las patologías relacionadas a problemas en salud mental”, advirtió. De allí que aumenten problemáticas que tienen que ver con las cosas que quedaron pendientes o las expectativas de lo que se proyectó o se proyecta en lo que viene.
La receta
Y es entonces que surge la clave, el antídoto para toda esta situación y ¿por qué no? la receta para afrontar mejor el nuevo año.
Lamagrande destacó que es fundamental buscar lo que se llama el apoyo social: “Es una persona cercana, afín a nuestra labor, que no necesariamente tiene que ser nuestra pareja o familiar, sino que tiene que ver con alguien que está empapado en las tareas y acciones que llevamos adelante. ¿Por qué? Porque esas personas son las que entienden lo que nos está pasando”.
¿Qué nos sirve como antídoto ante esta situación?, se preguntó. “Volver a elegir nuestro apoyo social para el año próximo, establecer una lista de objetivos, ser también de alguna manera autocompasivos con uno, o sea, poder hacer una valoración razonable de lo que hemos hecho durante el año”, enumeró. Sucede que hay personas que son muy exigentes consigo mismas.
“Sean autocompasivas, que puedan poner en perspectiva cómo han logrado mantenerse, sostener sus vínculos, sus relaciones, su empleo, o cómo de alguna manera proyectan o tienen la esperanza de ir generando nuevas oportunidades”, comentó.
Y para culminar explicó: “De eso se trata, si vemos al futuro como algo peligroso, obviamente la emoción adecuada a eso es la ansiedad y ahí nomás está su prima, la angustia. Pero si podemos ver una oportunidad, darnos esa oportunidad de soñar, de algún modo nos vamos a encontrar con la esperanza. Y estos son los elementos que hacen la diferencia. Podemos ver hacia adelante esperando algo fatídico o darnos la oportunidad de estabilizar nuestras relaciones, nuestros objetivos, nuestras tareas”.
