Para algún desprevenido o prejuicioso, su delicada figura y su sonrisa tatuada en un rostro gentil podrían volverla una figura frágil. Pero su fortaleza, demostrada en su convicción, seguridad, tenacidad y lucha, convirtió a Julieta Lonigro en el símbolo de rebeldía que le torció el brazo al gobierno de Guaymallén. La Suprema Corte de Justicia mendocina declaró a la “Reina blue”, como la bautizó Los Andes hace tiempo, vencedora de una batalla legal y cultural que cuestionó ciertos roles de la mujer y pugnó por mantener la tradición en una fiesta tan nuestra como la Vendimia.
La sentencia del máximo tribunal provincial sentó jurisprudencia y puso fin a una larga batalla legal que, junto a Lonigro, encaró la Comisión de Reinas de Guaymallén (Coreguay) y acompañaron distintos sectores sociales.
El pasado miércoles, por seis votos a favor y uno en contra, los supremos forzaron a la comuna que dirige Marcelino Iglesias a elegir una reina vendimial para presentar en el Acto Central el próximo 4 de marzo al declarar la inconstitucionalidad y nulidad de los artículos 1 y 7 de la Ordenanza 9196/21, dictada por el Concejo Deliberante de Guaymallén, que eliminaba la figura de la soberana.
Verborrágica, Lonigro no duda al responder cada una de las preguntas. Se expresa con fluidez y solidez. Sabe perfectamente lo que quiere expresar. Por eso admite haberse sentido decepcionada por el gobernador Rodolfo Suárez y reconoce no sentir rencor hacia el jefe comunal de Guaymallén, pero sostiene que él se tomó el pleito legal como algo personal.
Acepta la figura de ícono de su lucha, reconoce que le gustaría entregarle los atributos a la soberana que sea electa en los próximos días y agradece el amor que, asegura, siempre recibió “del pueblo mendocino”.
-La polémica inició en marzo de 2021 y demandó un largo periplo judicial ¿Por qué nunca te rendiste? ¿O alguna vez se te ocurrió hacerlo, ante las complicaciones del caso?
-Puedo admitir que en un momento, cuando el gobernador Suárez dijo: “Vamos a acceder, si ustedes quieren, pero vamos a poner en su lugar a Sofía Gangretto (la Reina de mandato cumplido de la última Vendimia que realizó el municipio en 2020) como representante, me dolió porque era nuestro gobernador quien nos estaba discriminando y no estaba reconociendo nuestra lucha y voluntad. No solamente mía sino de las 21 chicas y de la Comisión. Desde ahí dije: “Ya está; acá me desilusionó totalmente. Listo, me bajo. Ya eligieron a una representante”. Pero luego pensé en frío y dije: “¿Por qué?”.
Algo que también me hizo clic fue que cuando ella (Sofía Gangretto) asistió a un par de eventos y dijo: “Yo no quiero estar acá; a mí me están obligando”. Ahí fue cuando más me dolió, porque esta lucha es para quienes quieran participar. No es una obligación que las chicas participen. Primero la ordenanza eliminaba y prohibía el lugar de una mujer ¡y ahora estaban obligando a una chica! No, no… Eso me molestó un montón, entonces dije: “Acá no me bajo, acá sigo luchando por las 21 chicas que quieren cumplir su sueño”.
-¿Cómo te trataban las demás reinas departamentales?
- Las reinas departamentales 2022 me hicieron parte de ellas. Sí hay una realidad de que, por la política, a muchas de ellas las hacían callar y no querían que opinaran de mí. Y a varias de ellas no les importó eso. No se dejaron callar y permanentemente subían fotos en cualquier acto al que iban o en el Carrusel me nombraron. Ellas mismas me hicieron parte, aunque no pude participar con ellas en varios eventos de la agenda oficial. Es más, cuando salió el fallo ahora estaban todas felices.
-¿ Y vos cómo te sentiste al conocer el fallo de la Corte?
- Uufff… Lo sentí como una victoria. Fue una emoción muy grande porque, sinceramente, tuvimos muchos altibajos. Había días que surgía determinada noticia y teníamos cero esperanza y en otros momentos decíamos: “Vamos a poder”. Después, otra vez no. Entonces, fueron tantos altos y bajos, que llegar a la victoria fue hermoso y muy gratificante.
-¿Cómo te sentías al participar de actos oficiales, como la Vía Blanca y el Carrusel, a pie, sin un carro oficial como las demás? ¿Cómo vivías esa diferencia tan grande con las otras reinas?
-La verdad es que me chocaba mucho porque los funcionarios, tanto Suárez como algunos intendentes, no me registraban o me giraban la cara. Puedo remarcar que en la Fiesta de la Cosecha lo saludé a Suárez y me trató bastante bien. Cuando tuve la oportunidad de saludarlo le dije: “Por favor, téngame en consideración”.
Pero cuando estuve en Vía Blanca y Carrusel me sentí apenas mal por los funcionarios que no nos dejaban hacer nada pero la emoción del pueblo fue increíble. Apenas empecé a caminar, había momentos en que no me dejaban avanzar porque iba toda la gente hacia nosotras ya que querían abrazarnos o decirnos: “Gracias por esta lucha”.
Porque no solamente esto involucraba a Vendimia sino que demostraba que el pueblo podía luchar pacífica y legalmente contra un municipio. Esto fue por Vendimia, porque somos apasionados de nuestra fiesta, pero fue más allá. El cariño que recibí superó lo triste que me sentí en esos momentos.
-Sos la cara más visible de esa lucha que nombras. ¿Te sentís un ícono en ese sentido: la reina rebelde que logró torcerle el brazo al gobierno de Guaymallén?
- No solamente el vecino guaymallino sino que a nivel provincial, nacional y de otros países me lo han hecho saber. Se toman el tiempo de enviarme textos súper expresivos y muy lindos donde me dicen que esto marcó un antes y un después. Que ellos me digan eso es una locura, algo increíble. Y me están reconociendo esa cualidad de ícono.
-¿La guardas rencor al intendente Marcelino Iglesias? ¿Esta batalla legal se volvió algo personal?
-Pienso que él se lo ha tomado como algo muy personal a todo esto. Pero de mi parte no fue algo contra él. Un montón de veces he intentado charlar con él pero no se puede... No, no, la verdad es que yo no me manejo así.
-¿Pensás que perdiste el tiempo y un año de reinado oficial, cuando finalmente la Corte te dio la razón?
-No, no lo pienso así. Obviamente que siempre ha sido un sueño representar a mi departamento en el Frank Romero Day, pero ya sabiendo que el pueblo me ha catalogado como algo que ha trascendido, es un montón. Es algo histórico; nunca ha pasado algo así en la historia de Vendimia.
-¿Te vas a presentar como candidata en esta instancia? Estás en todo tu derecho y sería una revancha.
-No, no, no. Si Guaymallén me reconociera a mí como reina junto a mis compañeras como representantes distritales, sí, obviamente. Pero si abren la convocatoria, como ya lo hicieron, no. Lo que sí me encantaría sería poder coronarla, ayudarla a colocarle su corona, su banda y su cetro a la nueva reina pero no sé si el municipio hará eso posible. Pero sería algo precioso.
- Los prejuiciosos podrían verte como una chica frágil y delicada pero, sin embargo, mostraste mucha fortaleza, resistencia y carácter.
- Tengo que admitir que muchas veces desde los municipios no dejaban hablar a la reina, no la dejaban expresarse. Ahí es cuando el pueblo ve a la reina frágil. Ahora, con toda esta lucha, las chicas han dicho: “No, con respeto, pero yo voy a hablar y acá tengo lugar ¿Por qué tengo que callarme ciertas cosas?”. Desde ahora he visto cómo las chicas han tenido ese espacio verdadero.
-¿Quiénes fueron tus sostenes en este proceso?
- Mi familia, que estuvo pegada a mí todo el tiempo, y la Coreguay, tanto María Paula García como Estefanía Correas, Luz Fernández y mi virreina Julieta Gómez. Ellas han estado allí todo el tiempo y me decían: “Vamos que podés”. Fueron las que me animaban. Y cada mensaje del pueblo era como un mimo que todo el tiempo me decía: “No bajés los brazos, vos podés”. El pueblo me dio mucho aliento también.
-¿Esta lucha fue cultural, patrimonial, feminista? ¿Cómo la definirías?
- La definiría como algo más pero no sé si hay una palabra. Fue global, fue destapar la olla de un espacio de la mujer, de reeducar a la sociedad en el rol de la mujer, de potenciar el rol de la reina, de valor, de poder enfrentarnos legalmente y con respeto. Me parece que fueron bastantes ámbitos los que abordamos.