La carne de pollo es una de las más consumidas en Argentina. Es una opción ideal para las personas que desean incorporar proteína a su dieta, pero que quieren una opción un poco más barata a la carne roja.
El pollo se puede cocinar de múltiples formas, pero una de sus “variantes” más ricas es a la parrilla o, para los que no tiene chulengo o no quieren ir al parripollo, al horno.
Sin embargo, ante este delicioso plato para muchos se presenta un dilema: ¿la piel se quita o se deja?
“La piel de las aves en general, y del pollo en particular, tiene mala fama desde siempre, eso es cierto. Sin embargo, yo, como nutricionista, les digo que no pasa absolutamente nada por comérsela. Es más, casi diría que lo aconsejo”, explicó la nutricionista Marta Verona.
“Es verdad que tiene grasa, lo que mucha gente desconoce es que se trata de una grasa saludable Omega-9″, agregó en dialogo con el diario español 20 Minutos.
Es decir, que la piel del pollo no sería tan mala como nos la han pintado hasta ahora. Sino que aporta una parte necesaria de nuestra alimentación, que es la grasa.
“Se trata de un gran vehiculizador de sabor. Bien doradita está deliciosa, y yo considero que la piel del pollo churruscada es una explosión de sabor para los paladares más exigentes, una delicia sin duda”, cerró.