La periodista mendocina que perdió a su perro y pudo hallarlo gracias a la enorme campaña que montó

Julieta Farmache perdió a su perro y dijo que sintió que se moría. La campaña en redes y sus súplicas finalmente dieron resultado. La historia.

La periodista mendocina que perdió a su perro y pudo hallarlo gracias a la enorme campaña que montó
Julieta Farmache con su perro Bongo y personal de la Policía de Mendoza.

“Se me perdió mi perro y no puedo más. Les ruego me llamen si lo tienen o lo ven. Se llama Bongo y es mi vida. Se perdió en Godoy Cruz. Llamar al 2615160272. Ofrezco recompensa”.

El escrito, que empezó a correr como reguero de pólvora en las redes sociales y en especial en los grupos de WhatsApp de periodistas de Mendoza, iba acompañado por un audio repleto de angustia y congoja. Casi al borde del llanto, Julieta Farmache, periodista y miembro del equipo de Prensa de la Ciudad, brindaba detalles y clamaba ayuda para encontrarlo. “Literalmente ese perro que tengo desde el año pasado es mi hijo”, decía.

Bongo se había extraviado y aún Julieta no sabe cómo: si se escapó mientras ella no estaba; si entraron y lo robaron (aunque es menos probable) o si encontró una ventana abierta, salió y se desorientó. Lo cierto es que Julieta casi no pudo vivir de tanta tristeza a partir de esa madrugada cuando entró a su casa y el perro no estaba.

Movió cielo y tierra. Y lo encontró. Poco después escribió en sus redes unas palabras que conmovieron a todo el mundo.

Julieta Farmache con su perro Bongo y personal de la Policía de Mendoza.
Julieta Farmache con su perro Bongo y personal de la Policía de Mendoza.

“Por la profesión que tengo y algún oficio que además ejerzo, podría ponerme a escribir y describir un montón de cosas acerca de lo que me ha pasado en estas últimas horas. Trataré de ser breve, pero es que realmente lo único que necesito es agradecer. Hace un año tengo un perro al que considero literalmente un hijo y sé que muchas personas podrán no estar de acuerdo con este tipo de sentimientos, pero la realidad es que hoy más que nunca poco me importa lo que piensen aquellos que no tengan la posibilidad de vivenciar este privilegio de afectividad”, resumió.

“Mi perro se extravió anoche. Me fui de mi hogar a las 23, lo dejé como tantas otras noches y al regresar me encontré con la sorpresa de que el amado can no estaba. Claramente, las hipótesis iban desde que pudieran haber entrado a robar, llevándose solo al perro, o que este dulce cachorro haya hecho de las suyas para, con su ingenio escapar. Me quedé con la segunda porque en casa las cuestiones materiales que también la habitan estaban todavía en su lugar. El tema era ubicarlo y ahí es donde entra en juego todo lo que quiero decir en realidad”, continuó.

Nos quejamos de un montón de cosas los argentinos, y claro que tenemos todo el derecho de hacerlo, por supuesto, pero a veces hay que tener en cuenta que ante la peor adversidad uno debe enfrentarse casi sin querer al hecho de estar obligado a pensar positivo, una dicotomía difícil de transitar, puesto que coincide con el mismo instante en que el mundo se te desmorona”, dijo.

“Pero bueno, lo que quiero decir es que hay algo que tenemos que cuidar porque sí existe y me atrevo a que es único, tal vez, a lo que pase en otros lugares del mundo. La gente de este país, pero principalmente de esta provincia unida, hace un despiole bárbaro y es capaz de lograr lo que no consiguen ni los mejores magos. En primer lugar, quiero agradecer a la Policía de la provincia de Mendoza, principalmente a la comisaría 34 de Godoy Cruz, cuyo equipo no solo me escuchó en todo momento, sino que se tomó el caso como personal cuando empecé a recibir infinidad de mensajes anónimos peligrosos de negociaciones de rescate que venían de seres sin corazón cuyo trabajo consiste en robar perros y ofrecerlos al mejor postor, en el mejor de los casos y entre otras cosas”, señaló.

“Voy a nombrar a los comisarios Juan Sepúlveda, José Vega, quienes me llamaron al instante para poner manos a la obra. A la subayudante, Milagros Moya; auxiliar superior, Gerardo Domínguez y a todos los laburantes de Comisaría 34, pero en primerísimo lugar- y lo pongo al final para destacar su gran labor- al subcomisario Luis Aguirre, quien no dudó un instante en llegar a mi domicilio, tomar mi denuncia y no solo eso (que cualquiera podría decir que es su deber) sino que puso en mi boca lo que debía responder a esos tortuosos mensajes y, además, me llevó y custodió hasta llegar a los sitios a los que me habían citado los negociantes para, finalmente, arribar al lugar donde pude reencontrarme con mi Bongo”, continuó.

No sé los nombres de los chicos que me devolvieron a mi perro, no tuve aliento para preguntarles siquiera cómo lo encontraron. Solo puedo decir que fueron unos desconocidos de corta edad que, a diferencia de otros adolescentes que golpean y matan, siquiera me pidieron recompensa, por lo que con más razón provocó que sin mucho preámbulo sacara los pobres 3 mil y pico de pesos que quedaban en mi billetera y los ponga en sus manos. Los abracé, los besé. Ellos se miraban asustados como diciendo: ¿qué le pasa a esta que nos besa?, y no sé si sabían o no pero merecían mucho más de lo que les di, aunque era lo que tenía pese a haberme hecho la negociante… naturalmente cualquier cosa material que les ofreciera no iba a ser suficiente ni para mí, ni para ellos en los respectivos casos. La cosa es que lo hicieron con amor y desinteresadamente”.

“Y me voy a dejar para finalizar, a mi familia, mis vecinos, amigos y no amigos, conocidos y totalmente desconocidos, artistas, manager de artistas, periodistas y qué sé yo cuántos de esos que publicaron en sus propias redes para viralizar esta energía que hizo que ahora, me encuentre escribiendo este texto con mis lentes de contacto nublados por las horas sin sueño, el llanto y la desidia”, reflexionó.

“Empecé diciendo que la iba a hacer corta y no puedo, pero tampoco tengo la capacidad de nombrar a todos, todos, todos los que me escribieron y se solidarizaron con esta causa. No es por tener contactos que esto pasa, es porque la energía del amor hace que los milagros se hagan realidad. Me quedaré con cada uno de ustedes para siempre, sépanlo. Porque he leído cada uno de sus mensajes y sé que estuvieron, aunque muchos no me conozcan siquiera”, finalizó.

Remató: “Gracias de por vida, porque con toda esa energía acumulada, el universo no podía hacer otra cosa que devolverme al Bongo”.

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