Cherry Lin acaricia melancólicamente un pelele, temiendo que sea demasiado pequeño para el hijo al que todavía no ha podido conocer, al ser fruto de la gestación subrogada y estar varado en el extranjero a causa del cierre de fronteras impuesto por el coronavirus.
China prohibió cualquier forma de gestación subrogada -tanto comercial como altruista- en 2001, ante la preocupación de que la práctica pudiera engendrar la explotación de mujeres pobres.
Sin embargo, por entre 35.000 y 75.000 dólares, las parejas pueden encontrar a mujeres en el extranjero, desde Laos a Rusia, pasando por Ucrania, Georgia y Estados Unidos, para gestar a su bebé.
El sistema se ha visto fuertemente afectado por la pandemia, que comportó el cierre de las fronteras, la cancelación de vuelos y la suspensión de visados, dando lugar a una “acumulación” de recién nacidos que esperan ser recogidos por sus padres biológicos chinos.
Además, la epidemia de covid-19 provocó un resurgimiento del mercado negro de la gestación subrogada dentro de China.
Se han encontrado “guaridas para bebés” en orfanatos y apartamentos, según agencias de gestación subrogada de Rusia y Ucrania.
“No puedo dormir por la noche pensando que mi bebé está varado en un orfanato”, explicó a la AFP Lin, que optó por este método tras haber sufrido varios abortos, desde la ciudad de Chengdu, en el sur.
Su bebé nació en San Petersburgo en junio, tres meses después de que Rusia cerrara sus fronteras con China para frenar la propagación del coronavirus. “No sabemos cuánto tendremos que esperar”, agrega.
El aumento de los ingresos, los altos niveles de infertilidad y el deseo de parejas que, por su edad, ya no pueden procrear hicieron que la demanda de servicios de gestación subrogada en el extranjero se disparara en China desde 2016, cuando dejó de estar vigente la norma del hijo único en el país.
Lin, una abogada de 38 años, y su esposo viajaron a Rusia el año pasado para una fecundación in vitro y firmar un contrato con una agencia especializada en gestación subrogada.
En cuanto les confirmaron el embarazo, Lin se puso a comprar productos infantiles e incluso hizo un curso de primeros auxilios para niños.
Pero sus planes se torcieron cuando el coronavirus empezó a expandirse por el planeta, sumiéndola a ella en “una pesadilla” en la que va recibiendo fragmentos de las primeras semanas de vida de su recién nacido, por medio de fotos y videos enviados por la agencia. Ni el Ministerio chino de Relaciones Exteriores ni la embajada rusa en Pekín respondieron a las preguntas de la AFP sobre qué estaban haciendo para ayudar a los padres chinos a traer a sus hijos a casa.
No existen datos oficiales sobre cuantos bebés chinos nacidos de gestaciones subrogadas se encuentran en el extranjero en la actualidad.
Pero un video publicado en junio por el servicio de gestación subrogada BioTexCom de Ucrania muestra filas y filas de bebés en cunas en un hotel deja entrever el alcance del problema. Casi la mitad de los 46 niños pertenecían a clientes chinos, explicó a la AFP un portavoz de BioTexCom.
Las autoridades han expedido permisos especiales para los padres biológicos que reclaman a sus hijos, pese al cierre de fronteras. Pero esto no ha sido suficiente para Li Mingxia, cuyo hijo nació en Kiev el pasado mayo.
A causa de la obligatoriedad de guardar cuarentena y de la poca frecuencia de los vuelos, tendrá que esperar hasta finales de noviembre, probablemente, para poder reunirse con él.
“Me perderé los primeros seis meses de su vida”, explica Li, añadiendo: “Eso no me lo podrá devolver nadie”.
La mayoría de los niños nacidos en el extranjero no tienen certificados de nacimiento puesto que sus padres no pueden viajar para hacerse los tests de ADN y probar así su parentesco.
La policía rusa y ucraniana ha empezado a inspeccionar las llamadas “guaridas de bebés” -los apartamentos en los que viven cinco o seis niños indocumentados, cuidados por una niñera-, ante el miedo de que acaben siendo víctimas del tráfico de seres humanos, informaron medios rusos.
“Cuando la policía encuentra a varios bebés chinos sin ningún documento de identificación, viviendo en una casa con un extraño, parece como si estuvieran vendiendo bebés para el tráfico de órganos”, declaró Dmitriy Sizko, el director de marketing para China en el centro de gestación subrogada Vera Surrogacy Center de San Petersburgo, que trabajó con Lin.
La agencia de Lin encontró un orfanato público en el que cuidarán de su bebé gratis hasta que ella pueda recogerlo.
Pero algunas agencias de Rusia están cobrando a los padres entre 7.000 y 21.000 yuanes (de 1.000 a 3.000 dólares) al mes por este servicio, según Sitzko. Alrededor de una de cada cuatro parejas en edad reproductiva en China es estéril, según el estudio sobre la Carga Mundial de Morbilidad publicado por la revista The Lancet en 2017.
Algunos estudios han relacionado los altos niveles de contaminación con el declive de fertilidad entre los hombres, mientras que las mujeres optan por aplazar su maternidad a causa del alto coste de la vida, las políticas restrictivas con la maternidad y lo caro que cuesta el cuidado de los hijos.
En ocasiones, las parejas deciden probar la gestación subrogada cuando la fecundación en vitro no les funciona o cuando la mujer no puede gestar al niño.
Estrellas como Elton John, Cristiano Ronaldo, Nicole Kidman y Kim Kardashian West han declarado que recurrieron a la gestación subrogada, normalizando en cierta manera una práctica que sigue generando una gran controversia.
Naciones Unidas advirtió que la gestación subrogada comercial podría acabar haciendo que los niños sean tratados como “mercancías” e instó a una mejor regulación de la misma en los países en los que es legal.
“La ley internacional no recoge ningún derecho a tener niños. Los niños no son bien o servicios que el Estado deba garantizar o proveer. Son seres humanos con derechos”, declaró Maud de Boer-Buquicchio, relatora especial sobre la venta y la explotación sexual de niños, en un informe de 2018.
Solo un puñado de países permite la gestación subrogada internacional. Según las entrevistas realizadas por la AFP con 15 agencias de gestación subrogada, el servicio cuesta entre 35.000 y 50.000 dólares en Ucrania y Georgia, 73.000 dólares en Rusia y 200.000 dólares en California, uno de los pocos Estados de Estados Unidos donde es legal.
Rusia y exrepúblicas soviéticas como Ucrania, Georgia y Bielorrusia se encuentran entre las principales preferencias de los chinos a la hora de encontrar una madre portadora.
En Asia, Laos es el único país donde se permite la gestación subrogada internacional, después de que Tailandia e India (antaño referentes del sector) la prohibieran. También en Rusia y en Ucrania está ganando fuerza un movimiento contra la gestación subrogada internacional, con políticos y activistas denunciando que las mujeres y los niños estarían siendo explotados por extranjeros ricos.
Pero, como las restricciones a los viajes han frenado la industria, hay quien está empezando a recurrir al mercado negro.
Shenzhou Zhongtai, una agencia de la ciudad de Guangzhou, en el sur de China, explicó a la AFP que por 600.000 yuanes (87.000 euros) se puede conseguir un “trasplante y parto exitosos”.
“Añada otros 200.000 yuanes (unos 30.000 dólares) para la selección del sexo, y otros 200.000 yuanes por unos mellizos”, agregó.
Entre los principales clientes de estas agencias de gestación subrogada clandestinas, que no son sancionadas por sus buenas conexiones, se encuentran oficiales del ejército, responsables del Partido Comunista o jueces que no pueden viajar al extranjero por ocupar cargos sensibles.
“Si hay algún problema legal, podemos arreglarlo”, afirmó Ye Danni, un agente del centro Laos Baby International Reproductive Clinic, que tuvo que interrumpir su actividad a causa de las restricciones impuestas a los viajes.
Lin, que dejó de ejercer para tener a su bebé, dice que tenía miedo de recurrir al mercado negro chino, pero que ahora, con la pandemia, se arrepiente.
“Si hubiera tomado ese riesgo, ahora estaría llevando a mi bebé”, comenta.