Paola cuenta que cuando su hija cumplió los 12 pasó de comer tres hamburguesas sin problemas a evitar el pan y reducir las porciones para cuidarse. Pese a que es delgada, se preocupa por los “rollitos”. La mamá comentó que es algo que también les pasa a algunas amigas de la niña y que, incluso, hay una que tenía sobrepeso y sufría bullying, pero bajó y ahora casi no come para mantenerse.
En muchos casos se trata de una etapa que atraviesan las mujeres cuando empiezan la adolescencia. Sin embargo, especialistas señalan que es importante mantener las comidas en familia para advertir cambios en la alimentación. También, que los padres deben estar atentos a ciertas señales que pueden indicar que se trata de un trastorno alimentario
Mercedes Giménez, quien sufrió un trastorno alimentario, pero le dieron el alta hace una década, comentó que tuvo su primera manifestación a los 11 años. Es que, con la adolescencia, indicó, llega la preocupación por no quedarse aislado del grupo de pares y esto, en cierto tipo de personalidades, puede favorecer la búsqueda de un ideal inalcanzable. Así, a los 11 empezó a reducir la cantidad de las comidas, algo que pasó desapercibido en su entorno hasta que a los 16 se manifestó la anorexia.
Como paciente recuperada recomendó que los padres mantengan un diálogo fluido con sus hijos y les pregunten cómo están, algo que reconoció que es difícil en esa etapa, porque el adolescente se aleja de ellos. Aunque indicó que no se debe minimizar este tipo de conductas pensando que son “sólo por un tiempo”.
En cuanto a los indicios a los que se debe prestar atención, Mercedes señaló que son la preocupación excesiva por lo que se está comiendo, el conteo de calorías, la introspección y el mirarse mucho al espejo. Pero, sobre todo, el cambio de humor, la tristeza en la mirada. Entonces se debe consultar a un especialista, aunque la persona lo niegue, algo que hará casi con seguridad.
María Elena Chirino, pediatra especializada en trastornos alimentarios, explicó que estos empiezan a manifestarse con pequeños signos a edad temprana. Lo más habitual es que los niños comiencen a evitar comidas con argumentos como que “ya comieron antes” o “comerán después”. También, que separen partes de los alimentos de modo que el plato queda revuelto, pero han ingerido poco. O pueden evitar las carnes rojas, luego el pollo y finalmente ciertas verduras hasta optar casi sólo por lechuga.
Atención a las señales
La médica señaló que otros indicios son que usen varias capas de ropa y prendas sueltas para que no se note si han perdido peso, y que se preocupen cada vez más por su imagen corporal. Asimismo, pueden ir al baño después de comer, a vomitar o tirar la comida que guardaron para hacer pensar que comieron.
Lo mejor, planteó Chirino, es detectar estas problemáticas cuando recién están comenzando y antes de que repercutan en la salud. Para ello, es importante mantener al menos una comida al día en familia para identificar estas conductas y sin pantallas para favorecer un diálogo que permita conocer cómo están los chicos y cuáles son sus problemas.
La pediatra especialista en Nutrición Amal Hassan indicó que a veces los adolescentes manifiestan su intención de cuidarse, pero no se restringen tanto con las comidas. Esto, porque escuchan comentarios en casa sobre cuidar la figura y también por parte de los pares, y ven ciertos modelos en la publicidad. Si bien replican lo que oyen, no modifican significativamente sus hábitos.
De todos modos, indicó que cuando esto ocurre es un buen momento para que los médicos pediatras orienten sobre la alimentación saludable, ya que se trata de una etapa de crecimiento importante. Y también para que se mantenga la comida familiar e ir haciendo un seguimiento, porque puede tratarse de los primeros indicios de un trastorno alimentario.
Delia Escobar, pediatra y secretaria del Capítulo Argentino de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición, señaló que, si bien el problema más preocupante en niños y adolescentes es la obesidad, también hay chicos que buscan adelgazar. De hecho, los que recurren a un profesional lo hacen, en la mitad de los casos, porque son acosados.
La especialista planteó que los que quieren una imagen mejor no son mayoría, pero cuando esto sucede suelen tener mucha influencia las conductas familiares de padres que se cuidan, que los niños adoptan también.
Verano y trastornos de alimentación
En esta época del año aumentan hasta un 20% las consultas por trastornos de alimentación, según la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba). Es que la cercanía del momento de ponerse una malla para ir a la pileta o la playa hace que se intensifique la preocupación por la figura y que muchas personas se vuelquen en forma intensiva al gimnasio y/o a las dietas.
Mabel Bello, directora de Aluba, manifestó que se trata de un fenómeno estacional, que afecta principalmente a mujeres y en particular a adolescentes. Si bien cuando escuchan a sus hijos hablar de dietas y de cuidarse con las comidas los padres no suelen consultar a un profesional, sí lo hacen cuando empiezan a notar ciertos aspectos patológicos y se preocupan.
El riesgo de las dietas vegetarianas
La pediatra y secretaria del Capítulo Argentino de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición, Delia Escobar, señaló que observa cada vez con más frecuencia chicos que, por seguir una “moda”, dejan de consumir carne. El riesgo de esto reside en que las familias no saben de qué manera suplementar los alimentos que dejan de consumir.
El cambio, resaltó, debe estar supervisado por una nutricionista, que asesore sobre el consumo de granos o huevo para mantener una alimentación saludable.
También Amal Hassan, pediatra especialista en Nutrición, ha notado esta tendencia y señaló que ella desaconseja que los niños o adolescentes se hagan veganos, pero que de todos modos se los debe orientar para que tomen una decisión informada sobre los pros y contras de su elección. Asimismo, para que no sigan dietas que les recomiendan amigos o que bajan de Internet, sino que se las dé un especialista.