Julieta Silva, la mujer de San Rafael que atropelló, mató a su novio Genaro Fortunato y cumplió por el homicidio culposo agravado una condena a tres años y ocho meses, se casó con Lucas Giménez y ambos viajaron juntos para disfrutar su luna de miel en México.
A través de sus redes sociales, la sanrafaelina compartió las fotos de la ceremonia religiosa y posterior fiesta de boda, realizada el pasado 3 de diciembre en un salón de fiestas del Sur provincial y donde estuvieron presentes sus hijos, familiares y amigos.
Después de la celebración, Silva y su esposo Giménez emprendieron un vuelo a Playa del Carmen, México, para descansar en su luna de miel. En las postales se los vio felices disfrutando de su nueva vida en pareja, ahora formalmente.
Silva fue condenada en septiembre de 2018 a tres años y nueve meses de prisión por el homicidio culposo agravado de su exnovio Genaro Fortunato en las afueras de La Mona Bar. Aquel trágico episodio sucedió en la madrugada del 5 de septiembre de 2017. La sentencia contra Silva -cumplida en su domicilio- fue firmada por el Tribunal Penal Colegiado N°1 de San Rafael, conformado por Rodolfo Luque, Julio Bittar y María Eugenia Laigle. Para los magistrados, el episodio fue un accidente.
Hacia fines de marzo de 2020, Silva recibió el beneficio de la libertad condicional luego de completar los dos tercios de la condena. Ya cumplida la pena impuesta por la Justicia, la mujer rearmó su vida y ahora vive un presente pleno junto a su nuevo esposo.
Cómo fue la muerte de Genaro Fortunato en San Rafael
En septiembre de 2017, Fortunato y Silva mantuvieron una discusión al dirigirse al auto que estaba estacionado sobre calle El Chañaral. La joven tomó el mando, pero él intentó disuadirla desde afuera del vehículo. Cayó al suelo segundos más tarde, tras correr a la par del vehículo.
Según las pericias, la condenada salió aquella madrugada con su auto que estaba estacionado en el carril derecho de la calle El Chañaral, hizo 150 metros, giró en U y volvió en dirección a la ruta. Fortunato estaba en el piso reponiéndose y es ahí cuando ella lo atropelló y lo arrastró más de tres metros hasta que se detuvo.
Cuando se bajó, Silva vio el cuerpo de su novio sin vida en medio de la calzada: le había aplastado la cabeza. Los peritajes toxicológicos realizados al cuerpo del rugbier indicaron que al momento del hecho tenía 1,8 gramos de alcohol por litro de sangre, mientras que la mujer 0,8, cuando el máximo permitido para manejar es de 0,5.
En el juicio, la estrategia de la defensa de Silva, encabezada por Alejandro Cazabán, apuntó a que la muerte de Fortunato fue un accidente -algo que finalmente determinó el Tribunal-, además de tirar abajo la existencia de un vínculo amoroso entre ambos. En ese sentido, durante la etapa de alegatos, el abogado había pedido la absolución.
En tanto, la querella solicitó 20 años de prisión. Sin embargo, la condena fue bastante menor: tres años y nueve meses de prisión e inhabilitación para conducir por ocho años.