El mundo del golf y la población en general continúa en conmoción tras el fallecimiento de María Victoria De La Mota Claverie, la esposa del deportista Emilio “Puma” Domínguez. La mujer de 33 años había contraído dengue durante su estadía en la Ciudad de Buenos Aires. A causa de complicaciones, la joven falleció el pasado fin de semana en San Luis y, en las últimas horas, se dio a conocer la dolorosa despedida de su madre.
María Victoria era madre de dos pequeños, Constantino, de 4 años e Hipólito, de 1, Ambos fueron producto del amor que mantuvo con el golfista argentino Emilio Domínguez. La pareja contrajo matrimonio en 2016 y residían en la provincia natal del puntano. Tras contraer dengue en la Ciudad de Buenos Aires, la mujer de 33 años viajó a San Luis, con un cuadro “grave” de esta enfermedad.
Allí, “la paciente realizó la primera consulta en la provincia en el Hospital de Juana Koslay luego de haber sufrido dos episodios de lipotimia (desmayos)”, explicó en un comunicado el Ministerio de Salud de esa provincia. “Se inició un tratamiento de hidratación endovenosa y se gestionó su traslado al Hospital Central ‘Doctor Ramón Carrillo’ en una ambulancia”, continuaron.
Pese a recibir “todos los tratamientos médicos correspondientes para este diagnóstico”, maría Victoria “no respondió positivamente” y tuvo una muerte repentina el sábado 30 de marzo. El golfista, quien se encontraba participando del torneo Totalplay Championship at Atlas Country de PGA TOUR Americas en Guadalajara, se enteró de la noticia cuando se encontraba en el avión que lo traía regreso a la Argentina.
Luego de que trascendiera la desoladora noticia, la madre de la diseñadora de indumentaria se pronunció en las redes sociales con un poema de Miguel Hernández. Las sentidas y desgarradoras palabras del poeta y dramaturgo español, fueron antecedidas por un breve enunciado que refleja el inimaginable dolor que enluta a Lis Claverie: “Mi hija pequeña ha muerto”.
El poema del escritor, “Elegía a Ramón Sijé”, habla sobre el lamento de la muerte de su amigo y ha sido descrito como “un grito desesperado que pretende invocar la memoria” de la persona fallecida.
El desgarrador poema que compartió la mamá de María Victoria De La Mota Claverie
“Mi hija pequeña ha muerto.
«… Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañera del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas y órganos, mi dolor sin instrumento, a las desalentadas amapolas daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte, el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera de angelicales ceras y labores. Volverás al arrullo de las rejas de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas, y tu sangre se irá a cada lado disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado, llama a un campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañera del alma, compañera».
Elegía, Miguel Hernández.”