Podría asegurarse sin temor a equivocaciones que la vida de Luisa Concepción Anchi, conocida como “Doña Luisa”, transcurrió detrás de un mostrador desde el mismo momento de su nacimiento, hace 93 años.
Es que “La Luisa” -así, de hecho, se denomina el bar-, hija de Blas Anchi y de Catalina Pecoraro, inmigrantes italianos que llegaron a Mendoza el siglo pasado en busca de horizontes de progreso, instalaron un punto de referencia único y tradicional donde su hija prácticamente se crió.
Nacida el 28 de septiembre de 1930 (el miércoles celebró su cumpleaños con bombos y platillos, como siempre, en el mismo local), Luisa continúa al frente de su comercio de San Martín 297 de Vista Flores como si los años se hubiesen detenido. Sonriente, jovial, predispuesta, lúcida.
Y las historias brotan unas tras otras frente a los muchísimos clientes que se acercaron a saludarla y otros tantos que lo hicieron vía Facebook.
Es que, además del bar, donde solían -y suelen- entonarse melodías de guitarreros, los Anchi-Pecoraro habían instalado un cine que fue furor en la zona: el cine Splendid. Claro que era mucho más que un cine. Organizaban bailes, obras de teatro y otros espectáculos que siempre captaban la atención del pueblo y de toda esa zona.
Luisa, siempre dispuesta, era la encargada de viajar semanalmente a la “gran ciudad”, Mendoza, para reservar las películas que se presentarían en Vista Flores y que llegaban en encomienda, vía colectivo, de manera rigurosa. Así años y años, nada menos que desde 1937 hasta 1981.
Cada uno de los hermanos de Luisa (Roberto, Chicho, Pirocha, Chira y Pedro), tenía un rol asignado en la empresa familiar. “Eran adelantados, visionarios y, por supuesto, gente muy querida y respetada”, recuerda Yamina Anchi, su sobrina-nieta.
Soltera y sin hijos, además de trabajar incansablemente en la empresa, también volcó horas y esfuerzo a la costura, tejido, bordado y distintas artesanías, como acostumbraban las señoritas en los viejos tiempos.
“Eso sí, sin abandonar su querido local, donde además disfrutó siempre del folklore cuyano, ya que muchos guitarreros encontraron allí su lugar, especialmente los fines de semana”, dijo Yamina.
Una fiesta en el bar
Luisa dice no sentirse cansada jamás y que su trabajo la retroalimenta. Ya no cocina, como lo hacía antes, pero atiende con lucidez y felicidad. Y jamás se acuesta antes de la medianoche, cuando se retira el último cliente. El miércoles pasado, cuando su cumpleaños fue publicado en el Facebook, los comentarios comenzaron a brotar unos tras otros. Todos cargados de amor y gratitud. “Ejemplo de amabilidad, gentileza, hermosa mujer”, escribió Cristian, mientras que Miguel la definió como “Buena persona”. “Inolvidables historias en el bar, merecés un monumento, querida Luisa”, dijo Ramón. Nicki, también vecina de Vista Flores, redondeó: “Generosa, sonriente, amable. Todo un ejemplo de vida”.
Luisa sigue haciendo historia, alentada seguramente por el trabajo que tantas satisfacciones le dio a lo largo de su vida. Aún a sus 93 años y sin abandonar la alegría.