Cualquiera que haya pasado por el dique Potrerillos ha podido ver lo bajo que está su nivel. Bien lo saben los productores agrícolas que ven disminuida la disponibilidad de agua para sus cultivos. Es que el escurrimiento o la cantidad de agua que trae el río Mendoza, que lo alimenta, es la más baja de los últimos 50 años.
La sequía ha hecho de las suyas, a la ya instalada en la provincia desde hace más de una década, se suman las condiciones de la corriente de la Niña en el Pacifico que provocan un agravamiento de esta situación y que afecta a una buena parte del país.
El dato corresponde al último año hidrológico cerrado, que va desde el 1 de octubre al 30 de septiembre de cada año.
“La temporada que pasó fue la peor temporada en cuanto al volumen de agua que aportó el río Mendoza a Potrerillos: fueron 775 hm3, en los caudales fue la peor temporada de los últimos 50 años”, afirmó Rubén Villodas, director de Gestión Hídrica del Departamento General de Irrigación.
Explicó que para evaluar cómo está Potrerillos hoy hay que considerar el año anterior y cómo transcurre esta temporada, de la que ya se ha transitado un tercio. Por lo pronto, las condiciones se mantienen y las previsiones se han cumplido, aunque estas no sean necesariamente las ideales.
“El volumen que habíamos pronosticado que aportaría el río durante octubre, noviembre, diciembre y enero eran 352 hm3 y han transcurrido 358 hm, lo previsto”, detalló en relación a lo estimado que escurra hasta fin de mes inclusive.
La capacidad de 60% sobre el total máximo posible que muestra en estos momentos el dique equivale a 236 hm3. Esta es la segunda capacidad mínima registrada en toda su historia, desde que se inauguró en 2003, y el menor registro tampoco está tan lejos, lo que denota la crítica situación de los últimos años.
Los datos corresponden al 18 de enero. “Si siempre comparamos los 18 de enero de otros años, hubo un solo año que estuvo más bajo, que fue el 2021 cuando tenía 229 hm3, para esa fecha es el menor (registro) de la historia del embalse y el del 2023 el segundo más bajo de la historia”, apuntó el especialista.
Incluso, el registro más bajo de esta década de historia se produjo hace muy poco: fue el 20 de noviembre del año pasado cuando estuvo al 46% de su capacidad, equivalente a 179 hm3.
Cabe aclarar que noviembre es el mes que suele contener menor cantidad de agua ya que aún no comienzan los deshielos y se ha pasado por todo el invierno con poco aporte y un uso constante del recurso. Además, pese a la poca agua que trae el río, a partir de setiembre se incrementa la demanda para cultivo lo que al cabo de un par de meses claramente muestra sus consecuencias.
Si se observa el nivel de otros años para la misma fecha puede apreciarse una cierta variación pero que se mantiene bajo. En un recorrido hacia atrás del último quinquenio, en 2022 era de 72%, en 2021, de 58%, en 2020 de 65%, en 2019 de 67% y en 2018 de 77%.
Alto consumo para agua potable
Hay un aspecto a tener en cuenta a partir del cual se interpreta que la situación podría ser peor de lo que parece. Villodas explicó que hay que considerar que el agua que contiene el dique en un determinado momento, se entiende que es la diferencia entre lo que ingresa del río y lo que sale de la represa, es decir lo que se usa. En este punto está el meollo del asunto: la gestión, el uso y las consecuencias. Este año, se ha sacado menos y por eso hay más de lo que se hubiese tenido. Pero además, la inversión del recurso para agua potable cuadruplica lo recomendado.
Por un lado se hacen pronósticos para gestionar el agua disponible, de este modo, se pone a disposición o se restringe en función de esos cálculos. Uno de los principales objetivos es llegar a septiembre, cuando empieza la temporada fuerte de cultivos, con una buena acumulación que permita disponer del agua para riego. Pero, según detalló, el agua de Potrerillos se usa para consumo de la población, y este no se restringe nunca, indistintamente de que sea un año más seco que otros.
Por eso, si hay que disminuir la disponibilidad los principales perjudicados son los productores y por ende, su producción. He ahí el principal efecto negativo de este escenario. Desde Irrigación aceptan que en la actualidad el agua que se les entrega es insuficiente.
En este plano hay un aspecto que no puede soslayarse: el consumo por habitante es alto a lo que se suman las pérdidas que se producen en el trayecto de la distribución. Se estima que la mitad del agua se pierde por esta causa y se asocia a la obsolescencia del entramado de cañerías.
“En un año de sequía extrema como el año pasado el agua potable tomó casi el 37% del volumen total que trajo en el año, es muchísimo, normalmente eso en general es de menos del 10%”, alertó.
Es que es fuente de agua para el Gran Mendoza y abastece a 1.300.000 habitantes. Se está entregando a esa población casi 700 litros por habitantes por día, “pero hay una deficiencia del 50% que se pierde en la distribución, en las cañerías que llevan a las casas, porque el sistema está obsoleto, por eso, el consumo real de la gente en este momento es de 350 litros por habitante por día, que igual es un consumo alto ya que en una zona árida lo ideal sería entre 200 a 250 litro por habitante por día”, refirió.
El futuro
En este contexto, cabe preguntarse, qué se ve en el horizonte en cuanto a la disponibilidad para los próximos meses, sobre todo cuando se ha planeado que se realicen obras de infraestructura para aprovechar turísticamente el perilago.
En este plano, una de las variables a considerar es que según anticipan los expertos, hay expectativas de que la corriente de La Niña, comience paulatinamente una transición hacia un estadio neutral, anticipo de la corriente de El Niño que suele implicar mayor humedad. El proceso hacia un estadio neutral, según se ha estimado, podría iniciarse a mediados de año. Sin embargo, Villodas dijo que los últimos años no se ha observado que este fenómeno tenga consecuencias notorias en Mendoza, por lo que no podría tomarse como indicio de algún pronóstico.
“En general el fenómeno siempre se tuvo en cuenta porque cuando El Niño o La Niña eran fuertes, correspondían muy bien con abundancia de agua o sequía, respectivamente. Eso se cumplió durante muchos años y se tuvo en cuenta para los pronósticos y planificación, lo cierto es que los últimos 12 o 13 años de sequía, hubo Niños y Niñas y no cambió entonces parece que está perdiendo la capacidad de pronosticar esta situación”, se explayó.
A diferencia de otros embalses que se llenan a fines de julio y principios de agosto, en el caso de Potrerillos , esto sucede a fines de marzo o en abril.
“De acuerdo al pronóstico y lo que se está usando del embalse calculamos que a fines de marzo llegará a un 85% de su capacidad máxima”, estimó.
Además del impacto para los cultivos que tiene este escenario, se ha apreciado que también impacta sobre el dique. Es que en estas condiciones, el río trae más sedimentos que se acumulan y esto implica hacer limpiezas más frecuentes.
“Los sedimentos avanzan, llegan casi hasta el murallón y hacen que se tape mas rápido el descargador de fondo, uno de los sistemas de seguridad que tiene el embalse; por eso se hizo una apertura extraordinaria de 250 m3 por segundo en julio o agosto, la más grande que se ha hecho”, comentó. Dijo que se evalúa hacer otras más chicas durante el invierno para que no se corte la disponibilidad de agua para la población, pero eso se considerará en dos o tres meses.