La inclusión efectiva de chicos con discapacidad aún es una deuda en las escuelas de Mendoza

Las principales problemáticas tienen que ver con la formación de los docentes, la falta de adaptación de los entornos, escasez de profesionales y aulas numerosas. Hay avances en los últimos años pero falta mucho por hacer.

La inclusión efectiva de chicos con discapacidad aún es una deuda en las escuelas de Mendoza
La inclusión efectiva de chicos con discapacidad aún es una deuda en las escuelas de Mendoza

La inclusión de chicos con discapacidad en el sistema educativo es algo en lo que se viene trabajando los últimos años, pese a lo cual aún se presentan situaciones complejas para quienes se incorporan a las escuelas de nivel, aquellas conocidas como de educación “común”. La normativa vigente establece que los estudiantes pueden acceder a cualquier escuela que deseen, tanto del sector público como privado, en el marco de un nuevo paradigma de educación inclusiva que debe adaptarse para ofrecerles las estrategias y formas de enseñanza a toda la diversidad del alumnado.

La realidad muestra desafíos para lograr una inclusión real y un aprendizaje adecuado. Claramente, el tema es inmenso mientras que según el tipo de discapacidad o aún sin tratarse de esta, según su condición, la incorporación no está exenta de problemáticas.

Hay avances y de hecho, desde la gestión educativa de la provincia advierten que se trabaja en continuar con mejoras, en lo cual mucho tiene que ver la formación de los docentes.

Educación y discapacidad: el apoyo de las familias es fundamental
Educación y discapacidad: el apoyo de las familias es fundamental

El asunto es que la deuda persiste: desde la negativa a aceptarlos hasta que la inclusión dentro del aula sea real. Se trata de un tema complejo que encuentra dos grandes aristas: lo que viven las familias y los chicos y los desafíos para el sistema educativo. Por ello, desde Los Andes abordaremos el tema en dos notas. Para tener una noción de qué estamos hablando, en las escuelas hay 6.500 estudiantes con discapacidad. De ellos, 2.565 van a escuelas sedes de educación especial y 3.935 a escuelas de nivel (comunes). En estas últimas hay 292 en Nivel Inicial, 2.500 en Primaria, 973 en Secundaria Orientada y 170 en Secundarias Técnicas.

Acceso e inclusión

“En educación hay avances pero muchas veces la desigualdad no disminuye. El modelo educativo sigue siendo un modelo que no se actualiza a paradigmas mundiales entonces siempre se fuerza a la inclusión social y muchos chicos quedan fuera del sistema aún estando “adentro”, explicó Nicolás Reynaga, subdirector de Accesibilidad, Inclusión y Derechos Humanos de la Municipalidad de la Ciudad y quien tiene una larga trayectoria trabajando con organizaciones.

Las aulas numerosas son parte de la situación. En un espacio en que conviven 30 o 35 alumnos, los docentes no siempre pueden acompañarlos como requieren.

Por eso, hay padres que se trasladan muchos kilómetros porque les han recomendado algún colegio que por experiencia ofrece una mejor recepción y acompañamiento.

Pero además, según advierten las familias, un problema es la falta de formación adecuada por parte de los docentes para adaptar las formas de enseñanza así como la falta de profesionales con estas especialidades.

“Esto es desde la génesis, hay una perspectiva de discapacidad que no termina de instalarse en las carreras de educación”, afirmó Reynaga. Consideró que las personas con discapacidad sensorial son quizás más fáciles de incluir y dijo que se presentan más complicaciones en las discapacidades intelectuales.

Otro tema que se desprende de los relatos, es la falta de información adecuada en la sociedad en general, los prejuicios y al discriminación.

“Lo diverso incomoda, lo diverso saca a cada persona de su eje”, afirmó Elisa Espina, mamá de una chica de 11 años con autismo. Es una de las fundadoras de Marea Azul, una organización de familias y quien además está en 4to año del Profesorado de Educación Especial y trabaja como docente de apoyo a la inclusión.

Ella misma se encontró con obstáculos para la escolaridad de su hija. En primer lugar, el problema de encontrar una escuela lo que implicó un largo recorrido por varias. “Le hacían una evaluación y después no me volvían a llamar, me decían que no la podían recibir o que esperáramos un año más, pero yo pensaba durante ese año qué hacíamos, porque además la escolaridad es obligatoria, la normativa dice que los chicos tienen que estar escolarizados”, relató.

Inclusión:  un problema es la falta de formación adecuada por parte de los docentes para adaptar las formas de enseñanza así como la falta de profesionales con estas especialidades.
Inclusión: un problema es la falta de formación adecuada por parte de los docentes para adaptar las formas de enseñanza así como la falta de profesionales con estas especialidades.

Luego, cuando consiguió escuela para sala de 4, se topó con otro problema: los prejuicios, la desinformación y la discriminación. “Me enteré a los 2 meses que había un grupo de mamás que estaban juntando firmas para sacar a mi hija de la escuela, porque no estaban de acuerdo con que sus hijos fuesen al mismo grado con una niña que tenía discapacidad, sin siquiera conocerla, pero ella tiene el mismo derecho que sus hijos a estar ahí, después me conocieron, me empezaron a preguntar sobre el autismo y se fueron derribando barreras”, contó.

En ese sentido señaló que, muchas veces, ante la desinformación, las familias tienden a creer que porque hay un chico con una discapacidad en el aula, eso va a atrasar a sus hijos. “Nada más lejos - subrayó- por el contrario, qué mejor que los niños desde chiquitos entiendan que existe lo diverso, que somos todos diferentes, porque en realidad lo que nos igualan son nuestras diferencias”. Además se les hace un proyecto adaptado.

Luego vinieron otras experiencias: “En la pandemia fue a una escuela especial y la pasaba pésimo, venía llorando todos los días”. Parte de la problemática para las personas con autismo, es un entorno que no se adapta en cuanto a los estímulos que pueden afectarlos. Un sobreestímulo sensorial puede alterar su conducta y tal cual mencionó Elisa, a veces eso tema como mala conducta o agresividad, cuando en realidad simplemente se trata de conocer la situación y generar estrategias.

Según relatan, en general los chicos suelen tomarlo con naturalidad e incluso con espíritu colaborativo, pero cuando crecen reciben esa información de los adultos que les hace enfocarse en la diferencia.

Aula heterogénea

El aula es heterogénea, hay muchas diversidades y el paradigma actual contempla considerarlas. Pero Elisa apuntó que muchas veces los docentes se sienten desbordados, o ante un alumno con discapacidad, sostienen que no se prepararon para eso. Sobre el asunto, María de los Ángeles Zavaroni, directora de Educación Especial de la provincia, explicó que la formación al respecto hasta ahora quedaba en la intención que tuvieran de adquirir esos recursos, pero ahora se está incorporando en la formación inicial de los docentes y se trabaja en ampliarlo más.

Cuando uno busca forzar e incluir a una persona, en el caso de personas con discapacidad, en establecimientos educativos donde no están preparados para eso, es muy probable que por más voluntad que le ponga la docente o el chico no termine de incluirse del todo en el sistema educativo y por ende de resolver todas las problemáticas y desafíos que tiene la escolaridad”, consideró Reynaga. “Y cuando se los incluye en aulas comunes o de educación común, como se llama actualmente, no terminan de completar los ciclos como el resto de los compañeros”, agregó.

Dijo que hay escuelas que funcionan muy bien y otras que siguen con modelos como talleres de oficio que no necesariamente es algo que prefiera, porque “no todos somos emprendedores”.

Hay otra deuda, la funcionaria reconoció que en muchos establecimientos hay problemas en la accesibilidad para personas con discapacidad motriz, dado que se trata de edificaciones antiguas. Las más nuevas lo tienen incorporado y en las primeras se trabaja en la adaptación. “En Mendoza hemos sido pioneros en el apoyo de estudiantes con discapacidad auditiva o visual”, agregó.

“Estamos trabajando en jornadas de aula heterogénea y cultura inclusiva, teniendo en cuenta que todos los estudiantes son diversos, hoy hay un replanteo importante en cuanto a lo que requiere un estudiante, que tienen que ser todos con estrategias diversificadas”, apuntó Zavaroni.

Adaptar el sistema

La escasez de docentes de apoyo y acompañantes terapéuticos es otro tema. Algunos alumnos requieren asistir con acompañante terapéutico, frente a lo cual sucede que ese alumno no es incorporado a los procesos del resto del curso sino que muchas veces termina trabajando solo con el acompañante. Acceder a un acompañante o un docente de apoyo también puede resultar un desafío, ya sea por los obstáculos por parte de las obras sociales, que deben brindar esta cobertura, como por la escasez de profesionales formados en estas especialidades.

Para los chicos con condiciones como dislexia, disgrafia, discalculia, el desafío empieza cuando antes de tener un diagnóstico, son tratados de torpes, vagos y malos alumnos
Para los chicos con condiciones como dislexia, disgrafia, discalculia, el desafío empieza cuando antes de tener un diagnóstico, son tratados de torpes, vagos y malos alumnos

Elisa mencionó que para quienes no tienen cobertura, el módulo de docente de apoyo cuesta casi 300.000 pesos, algo que no todos pueden pagar. Además, apuntó que cuando a veces falta el docente de apoyo, en la escuela no los quieren recibir ese día, cuando aclaró que no debería ser así.

Para los estudiantes con Síndrome de Down, según los relatos de padres, docentes y quienes trabajan con ellos, muchas veces el patio de la escuela es donde pasar un recreo solitario. Más aún, Santi (9) terminó estudiando en su casa, con su mamá. La infinidad de obstáculos que afrontó su familia para incluirlo en la escuela los llevaron a tomar esa decisión. Tras pasar por tres colegios y recibir la negativa de una lista larga de varios más, no había un lugar para él en la escuela. La respuesta habitual es que no están preparados para recibirlo, que no hay cupo y que cuando lo han hecho no ha sido incluido sino integrado. Graciela, su mamá, explicó a Los Andes en una nota el año pasado, que lo habitual es que los docentes no adapten los materiales y clases a los chicos, lo cual asegura que no requiere tanto esfuerzo, sino que son dejados en un rincón para que en vez de seguir la clase, aprendan con su maestra de apoyo algo en paralelo

Aunque no sea una discapacidad, para los chicos con condiciones como dislexia, disgrafia, discalculia, el desafío empieza cuando antes de tener un diagnóstico, son tratados de torpes, vagos, malos alumnos y hasta incapaces en el aula, incluso frente a los compañeros, lo que afecta gravemente su autoestima y salud mental. Se enmarcan dentro de las Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA) y simplemente necesitan otros apoyos, otras formas, ya que se afectan los procesos cognitivos relacionados con el lenguaje, la lectura, la escritura y/o el cálculo matemático.

Según relatan las familias, la escuela no logra adaptar su currícula y sus estrategias para hacerla más accesible. Gabriela Sanchez, referente de Disfam Argentina en Mendoza destacó: “Ellos pasan por situaciones complejas en cuanto a las vivencias diarias, no tienen confianza, porque por ejemplo no pueden escribir algo dictado y menos de chicos, por eso suelen tener baja autoestima, falta de confianza total, ansiedad, depresión, frustración, trastornos del sueño y de alimentación, se desmotivan, se enojan, sufren bullying y hay casos extremos de depresiones severas y suicidios”, enumeró.

Señaló que la información hoy llega a las escuelas es por los padres, de docente en docente como así también de directivos, agregó que en las escuelas muchas veces manifiestan que no saben cómo trabajar.

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