La historia de Wikimby, el haitiano que se salvó del terremoto y eligió Mendoza para formar una familia

Salió de su país tras el sismo en el que murieron 315.000 personas. Se enamoró en Brasil de una mendocina y llegó a nuestra tierra para recibirse en la UNCuyo y construir su futuro.

La historia de Wikimby, el haitiano que se salvó del terremoto y eligió Mendoza para formar una familia
Wiki junto a su esposa Ana y sus tres hijos: Santiago, Ema y Lucía.

En el preciso instante en que un devastador terremoto sacudió a Haití, el 12 de enero de 2010, Wikimby Jules, que tenía 25 años y estudiaba Ciencias Económicas, participaba de una reunión en una organización social que protegía a niños de la calle. En Jean-Rabel, su pueblo, a 250 kilómetros del epicentro (Puerto Príncipe) el temblor fue igual estremecedor.

Desde el primer piso de un edificio, “Wiki” y sus compañeros salieron espantados, sin entender lo que dejaría aquella catástrofe: más de 315.000 muertos y 1,5 millones de personas sin hogar.

El punto de partida de lo que sucedió más tarde en su vida, en medio de aquel contexto de desorden y pobreza, fue mérito propio, porque Wiki supo escribir su propia historia. Estudiante aplicado y tenaz, había recibido una beca para continuar sus estudios en Curitiba, Brasil, donde, un mes después del desastre, partió junto a su mejor amigo, Rolex Charles.

Un error en algunos aspectos de la beca (se le asignaron materias distintas a las acordadas), lo terminó desilusionando. Pero en una escuela de las afueras, donde fue a aprender portugués, se cruzó con una mendocina hermosa: Ana Manduca.

Ella, que cumplía la tesis final para concluir la carrera de ingeniería en Recursos Naturales, se había animado a enseñar ese idioma. Wiki y su grupo, que sólo hablaban su propio dialecto (criollo haitiano) se presentaron en su clase. En el aula de aquella escuela de campo, nació el amor entre ambos. Dos meses después de su primer encuentro, Ana terminó su tesis y volvió a Mendoza. Se despidió de Wiki sin imaginar que seguirían escribiendo una historia de novela. Es que él, aún a la distancia, imaginaba su vida en la tierra de Ana. Y un día, siempre junto a su inseparable Rolex, emprendieron el viaje.

-¿Imaginaba su vida aquí?

-No, pero acá estoy, en una ciudad culturalmente distinta a la mía y con clima muy diferente. Los inicios fueron durísimos, llegué sin nada. Con esfuerzo pude revalidar mi título secundario y empezar de nuevo. Agradezco a la Argentina la oportunidad.

-¿Cómo fue cada etapa?

-Rolex y yo recibimos la ayuda y generosidad de una familia maravillosa de Mendoza, Mónica y Eduardo Heras, que nos adoptaron casi como hijos. Fueron una luz en el camino, nos brindaron alojamiento y comida. Mientras tanto, trabajé de albañil y de mozo y así fui aprendiendo el idioma.

-¿Continuó estudiando?

-Por supuesto, gracias a otra inmensa ayuda, el Fondo de Becas para Estudiantes, que resultó clave. Egresé en la UNCuyo como técnico en Redes y Comunicaciones.

-¿Alguna vez imaginó lo que lograría en la Argentina?

-La verdad, no. Aquí pude estudiar y formé mi familia. Nacieron mis hijos Santiago, Ema y Lucía, y tengo trabajo (sector técnico de un canal de cable). Pero nada fue fácil. Mi hermano, recién llegado, padece hoy la misma burocracia.

-¿Se ha sentido discriminado?

-Claro. Pero la discriminación se vive en todos lados. Hay gente buena y mala y algunos se burlan por hobby, pero siempre afecta. Me duele pensar que mis hijos sufran por ese motivo.

-¿Extraña?

-Muchísimo. Somos una familia unida formada por mis padres y siete hermanos. Solo yo sé lo que he pasado. Pero en 2015, cuando nació mi segunda hija, estuvo mi mamá y luego, dos años después, pude viajar yo y reencontrarme con todos.

-¿Cómo puede definir a Haití?

-Lamentablemente es más conocido por la pobreza que por sus bellezas naturales. Es un país con playas increíbles y producción pesquera, además de su gran actividad agrícola-ganadera. Su cultura es muy bella, al igual que el clima. Si pudiera, viviría un tiempo acá y otro allá (risas).

Un luchador

Ana no da abasto entre las demandas de sus chicos en cuarentena, la casa y el trabajo. Pero sonríe siempre y parece no ser consciente de la ayuda que ella significó para Wiki cuando llegó a Mendoza. “Llegó en agosto, hacía frío, nevaba. El cambio de clima fue un shock”, rememoran entre risas. Wiki no se pone de acuerdo con la temperatura y su vestimenta. Wiki y Rolex llegaron desamparados a esta zona cordillerana. El transcurrir de los días era tedioso por las complicaciones que iban sumando: imposibilitados de alquilar una vivienda, sin sueldo, dinero, trabajo ni dominio de idioma. “Fue un remador porque pudo sortear todos los obstáculos y acá está”, cuenta Ana.

La familia Jules vive en la Quinta Sección y pronto se mudará a la casa que edifican en el departamento de San Martín. Allí seguirán construyendo un futuro. Una década atrás, Wiki luchaba solo. Hoy su esfuerzo y su recompensa valen por cinco.

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